Así puedes ayudar a tus hijos a mantener una mentalidad positiva durante la pandemia

Además, te contamos por qué la positividad puede hacerlos mejores estudiantes.

Por Jamie Kiffel-Alcheh
Publicado 14 may 2020, 18:14 CEST
Fotografía de Nick David / Getty Images
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Cuando la escritora neoyorquina Nora Zelevansky supo que su hija jugaba a "restaurante de hotel", los detalles la sorprendieron. "Me dijo que tenía que despedir a todo el mundo, que ella también iba a ser despedida, que no habría dinero suficiente y que uno de sus animales de peluche estaba acaparando la comida", afirma Zelevansky. "Normalmente, sus peluches llevan capas para salvar el mundo o van vestidos para ir a fiestas de cumpleaños. No los despiden".

Mayo es el Mes de la Concienciación sobre la Salud Mental y es comprensible que a los padres y madres les preocupen los efectos de la COVID-19 en la salud mental de sus hijos. Y con razón. A los niños ya les cuesta bastante regular sus sentimientos, porque el lóbulo frontal (la parte del cerebro que controla el pensamiento razonal) se desarrolla durante la adolescencia. Hay investigaciones que demuestran que los traumas (como el miedo intenso por un evento de cambio como la pandemia) pueden afectar a la formación del cerebro y provocar problemas con la regulación de las emociones en etapas posteriores de la vida.

"Hay estudios que demuestran que cuando somos más positivos, aumenta la interconectividad entre los nervios del cerebro", explica Ashok Shimoji-Krishnan, psiquiatra infantil y juvenil para Kaiser Permanente en Factoria, Washington. Eso quiere decir que los cerebros de los niños funcionan mejor cuando piensan en positivo. Así que los niños con mentalidad positiva son más capaces de gestionar, por ejemplo, los deberes que les ponen durante la educación a distancia.

La mentalidad positiva también incrementa los niveles de hormonas que nos hacen sentir bien, como la serotonina y la norepinefrina, que predisponen el cerebro para que busque más sensaciones positivas similares. "Siendo positivos fomentamos más positividad en el futuro", afirma Shimoji-Krishnan. A continuación te proponemos algunas ideas propuestas por expertos para ayudar a los niños a mantener una mentalidad positiva.

Qué señales buscar

Zelevansky intentó por todos los medios proteger a sus dos hijos de los detalles escabrosos. "Pero no tenía ni idea de todo lo que estaban absorbiendo", cuenta. El truco es buscar señales sutiles de que tus hijos podrían estar cayendo en la negatividad.

"La ansiedad adopta aspectos diferentes en niños y adultos", afirma Cynthia Smith, psicóloga del desarrollo y directora de estudios de posgrado del Departamento de Desarrollo Humano y Ciencia Familiar en la Politécnica de Virginia, en Blacksburg. "A lo mejor ves que los niños se vuelven más sentimentales o más dependientes, o que hacen muchas preguntas".

Shimoji-Krishnan, que también es el director de salud mental infantil de Kaiser Permanente en la región de Washington, está de acuerdo. "Puede ser más evidente en niños más pequeños, con rabietas, quejidos y llantos. Puede que estén más nerviosos. O quizá cuestionen y discutan un poco más".

Es más probable que los niños mayores muestren señales más sutiles. "Quizá no interactúen tanto con la familia, jueguen a sus videojuegos favoritos ni hagan quedadas virtuales con sus amigos", explica Shimoji-Krishnan. "Quizá estén más retraídos, silenciosos, irritables y emocionales".

Aun así, todos los niños parecen tener una reacción en común. "Los niños que están cayendo en la negatividad pueden no dormir tanto o dormir de más todo el tiempo", señala Shimoji-Krishnan."Puede que algunos niños coman más de lo normal. Quizá tengan antojo de dulces o de carbohidratos. O quizá no quieran comer tanto".

Cómo responder

Lo más importante que pueden hacer los padres también puede ser lo más difícil: mantener una mentalidad positiva. Shimoji-Krishnan afirma que es fundamental intentar gestionar el estado de ánimo cuando estamos con nuestros hijos, porque el ánimo es contagioso.

"Los niños se alimentan de lo que ven", afirma. "Es muy importante que los padres se autoevalúen. Si los padres no pueden tranquilizarse, van a tener dificultades a la hora de tranquilizar a los niños". Como padre con hijos pequeños, Shimoji-Krishnan reconoce que esto puede ser complicado. Sugiere hablar con una pareja o un amigo, o tomarse un momento para procesar los sentimientos antes de interactuar con los niños.

Después, simplemente haz lo que has hecho hasta ahora: estar disponible para ellos.

"Para los niños más pequeños, jugar con ellos puede significar mucho, porque no tienen la socialización del colegio"; explica Smith, que también dirige el Laboratorio de Emociones Infantiles de la Politécnica de Virginia. "Intenta encontrar tiempo para estar con ellos y que tomen la iniciativa. Preguntarles qué les gustaría hacer les proporciona una sensación de control cuando todo parece estar un poco descontrolado".

Mediante el juego, los niños suelen representar lo que sienten o piensan. "Así que puedes comentar: Me he dado cuenta de que estás jugando a que alguien está atrapado en casa. ¿En qué piensas?", propone Shimoji-Krishnan. "Esa puede ser una oportunidad para que los niños comenten de forma muy neutral sin la presión de responder".

Si tu hijo no tiene mucho que decir, no pasa nada. "Déjales hablar a su ritmo", añade Shimoji-Krishnan. Eso se aplica especialmente a los adolescentes. "Si te extralimitas, se cierran", explica. En lugar de eso, puedes intentar descubrir qué necesitan. "Diles que estás contento porque quieran hablar contigo. Pregúntales si quieren que escuches, que les des ideas o les ofrezcas sugerencias. De ese modo, sabrás dónde están los límites".

Mantener una rutina, aunque sea flexible, también puede suponer una diferencia considerable. "Los niños podrían portarse mal porque los han sacado de su rutina. Echan de menos a sus profesores y sus colegios", indica Smith.

Shimoji-Krishnan insiste en que es importante programar horarios, pero sin pasarse. "Simplemente algo que les diga a los niños cuál es el plan puede ser de gran ayuda. Por ejemplo, esta hora para ver la tele o esta para una manualidad. Y que tengan descansos para hacer lo que quieran", explica.

Las mejores formas de fomentar la positividad

Una idea para fomentar la positividad es ayudar a los niños a que practiquen la gratitud. "Es una de las mejores formas de cambiar de actitud", explica Fimi Haddadian, psicóloga escolar y cofundadora de Bluejack Kids, un centro de aprendizaje social y emocional para alumnos de primaria en Encino, California. De hecho, varios estudios demuestran que sentir gratitud también puede estimular la salud cardíaca, hacer feliz a la gente e incluso mejorar el sueño.

Haddadian recomienda que, justo antes de dormir, los niños digan tres cosas por las que se sienten agradecidos. Quizá los adolescentes prefieran escribir un diario de gratitud en lugar de decirlo en alto.

Ayudar a los demás es una forma fácil de invertir la negatividad. Según un estudio de 2017 publicado en la revista BMC Public Health, el voluntariado está vinculado directamente a la mejor salud mental y a menos depresión. "Cada día, a las 2 de la tarde, mi hija de 12 años hace una actividad de arte virtual con sus primos de cinco y seis años", afirma Haddadian. "Siente que ayuda a los niños y ellos siempre tienen ganas de hacerla". También puedes proponer a los niños que escriban cartas o hagan dibujos para los mayores que están en residencias o a los niños que están ingresados en el hospital, que cosan mascas no médicas para donarlas o que lleven ropa a un albergue familiar.

Otra idea es instar a los niños a que remplacen los pensamientos negativos con pensamientos positivos. "Pueden escribir el pensamiento negativo en un globo", propone Haddadian. "Después lo explotan y lo remplazan con un pensamiento más sano". Por ejemplo, si el primero era "mis amigos van a olvidarse de mí", podrían remplazarlo por "ahora puedo llamar a mis amigos y volveremos a estar juntos cuando sea seguro". Los niños explotarán los pensamientos negativos y reforzarán los positivos.

Incluso pueden ponerle nombre a su voz interior negativa. "Es una forma de tomar conciencia de ella", explica Haddadian. "A la mía la llamo Bertha. Así que digo, por ejemplo, ‘Hala, Bertha ha vuelto y me ha dicho que tenga miedo’". Y los niños podrían responder: "Berta, yo soy fuerte, puedo superar esto".

En un momento de pánico, puedes ayudar a tus hijos con un ejercicio de respiración sencillo para tranquilizarlos y dejar espacio a la positividad. "Fingid que oléis flores y después apagáis velas de cumpleaños", afirma Haddadian. 

Zelevansky ha hecho meditación con los niños por la noche y dice que ha ayudado mucho, y también hablar con ellos con regularidad. "La verdad es que durante todo esto todos tenemos días buenos y malos. Lo único que podemos hacer es abrazarlos e intentar decirles varias veces al día que están a salvo", afirma.

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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