Conoce a Sergio Tapiro, el ganador del concurso de Fotografía de Viajes 2017

Sergio Tapiro lleva 15 años fotografiando volcanes, pero esta fue una fotografía «única en la vida».

Por Gulnaz Khan
fotografías de Sergio Tapiro
Publicado 9 nov 2017, 4:20 CET
Fotografía ganadora
Un rayo atraviesa el cielo nocturno sobre el monte Colima mientras una columna de cenizas arremolinadas oculta las estrellas a su paso.
Fotografía de Sergio Tapiro Velasco

En una fría noche de diciembre en 2015, Sergio Tapiro cogió su saco de dormir, su cámara y su trípode y lo dispuso todo bajo una extensión despejada. A 12 kilómetros de distancia, un mar fundido oculto bajo el volcán de Colima emitió un poderoso rugido.

Para cuando la primera explosión atravesó el aire, Tapiro ya estaba en acción, sacando una serie de exposiciones de ocho segundos con su cámara a medida que el fuego y la roca eran expulsados rápidamente de la Tierra. Cuando el enorme rayo fragmentó la nube de cenizas —la mayor que Tapiro había visto jamás— fue como un destello gigante enviado desde los cielos.

«Esta imagen es un regalo que me ha concedido la naturaleza», dice Tapiro. «Cuando vi la pantalla de la cámara, me asombró. No me lo creía».

Dicha fotografía es ahora la ganadora del concurso de Fotografía de Viajes 2017. «Un momento poderoso, retratado de una forma hermosa, la imagen de Sergio se puso en cabeza en la categoría de Fotografía de Naturaleza por unanimidad», afirma Molly Roberts, editora de fotografía en National Geographic y una de las juezas de la edición de este año. «Sergio ha centrado su objetivo en los volcanes durante 15 años y su concentración magistral resulta aparente en la preciosa imagen del volcán en erupción».

Tapiro comenzó a fotografiar volcanes en 2002, una tarea que requiere paciencia y buen sentido del humor. «Siempre me siento como si estuviera hablando con uno de mis parientes, como con un tío», explica Tapiro. «A veces pienso que el volcán está bromeando. Puedes quedarte mirándolo durante 16 horas y cuando finalmente desmontas tu equipo y te diriges en coche a casa, ves cómo el volcán explota en tu espejo retrovisor».

Su paciencia y optimismo inquebrantables fueron lo que le motivaron a pasar un total de 20 días observando el volcán de Colima en diciembre de 2015. Algunas noches, dormía en su camión.

En julio de 2015, un enorme flujo piroclástico descendió del volcán de Colima. De repente, tras una semana de actividad elevada, el volcán se quedó en silencio.
Fotografía de Sergio Tapiro Velasco

El volcán de Colima, que se eleva a casi 3.960 metros sobre el suelo, es un estratovolcán situado en el Eje Volcánico Transversal y uno de los más activos en América del Norte. Su última gran erupción tuvo lugar en 1913, causando estragos en la región densamente poblada. Los científicos creen que se prepara para otra y Tapiro planea estar allí, cámara en mano.

«Siempre tengo el miedo de que este volcán se despierte y de lo que va a pasar si yo no estoy allí», dice él. Tapiro ha construido un modesto restaurante en el mismo lugar desde el que sacó la fotografía de 2015 para asegurarse de estar posicionado constantemente frente al volcán.

Tapiro planea visitar unos 15 volcanes de México durante los próximos cinco años, pero su casa de Colima siempre será especial para él. Cuando vives en presencia de un volcán, se convierte en la Estrella Polar, un faro en el horizonte que hace más fácil la vida a su alrededor, según él mismo dice.
«Es la pasión de mi vida. Adoro a este volcán».

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