Página del fotógrafo

Florence Goupil

Turistas pasean alrededor de estatuas talladas en roca volcánica en el Parque Arqueológico de San Agustín, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Un sepulcro de estilo dolménico está sostenido por varias figuras esculpidas en el Parque Arqueológico de San Agustín.

Algunas de las obras de arte de San Agustín están talladas directamente en rocas volcánicas.

Poco se sabe de los pueblos prehispánicos que esculpieron las estatuas del Parque Arqueológico de San Agustín.

El río Magdalena fluye por las verdes colinas de Huila, en las montañas del suroeste de Colombia.

Una antigua estatua tallada en roca volcánica se alza en el Parque Arqueológico de San Agustín, en el sur de Colombia. Este sitio del Patrimonio Mundial de la UNESCO alberga más de 600 de estas misteriosas figuras de humanos, tortugas y aves.

Ruthmery Pillco Huarcaya, bióloga indígena peruana y exploradora de National Geographic, pasea con su perro en la Estación Biológica Wayqecha, en los Andes, cerca de Cuzco (Perú).

Pucallpa, Perú Desafiando los protocolos del gobierno peruano, los shipibo-konibo organizaron lutos y funerales ilegales durante la pandemia para honrar a sus muertos como dicta su tradición. En el funeral de Milena Canayo, una mujer shipibo-konibo que murió en julio de 2020 con síntomas de COVID-19, su hija de 9 años enciende una vela antes de refugiarse en su casa. El pueblo Shipibo-Konibo vive en la selva amazónica de Perú, pero Milena no pudo ser atendida en el hospital local -Ronald Suárez, jefe de la organización Coshikox, dice que la salud y el bienestar de los indígenas es siempre lo último que se tiene en cuenta.

El pueblo indígena shipibo-konibo, de la selva amazónica de Perú, utiliza plantas curativas para conectar con la naturaleza. Su trabajo con fitoterapia tradicional está amenazado durante la pandemia de coronavirus. «Acompañé al pueblo shipibo-konibo en su misión para sobrevivir a esta enfermedad violenta... vi cómo se refugiaban en su origen, en su bosque. Y me sentí refugiada con ellos», contó la fotógrafa Florence Goupil.