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Página del fotógrafo
Gui Christ
Un sepulturero exhuma los restos de un enterramiento anterior para preparar la tumba para otro.
Wesley Reis usa su móvil para retransmitir el funeral de su tío, Givaldo Neri Reis, que murió con COVID-19, mientras el hermano de Givaldo, Ueliton Neri Reis, lee la Biblia.
Solo cuatro miembros de la familia de Manoel Joaquim da Silva pudieron asistir a su funeral. Debido a la pandemia de coronavirus, solo se permiten 10 personas en un entierro, aunque la muerte no esté relacionada con la COVID-19.
El primer entierro del día en el cementerio de Vila Formosa. Brasil tiene la segunda cifra de casos de COVID-19 más elevada del mundo, por detrás de Estados Unidos.
Un sepulturero limpia las tumbas del cementerio de Vila Formosa. Este abril, Vila Formosa, uno de los tres cementerios públicos de São Paulo, ha tenido el doble de entierros que el mismo mes del año pasado.
Desde una distancia segura, la familia de Diva Barbosa observa cómo los sepultureros del cementerio de Vila Formosa entierran a la mujer de 85 años, que falleció con un supuesto caso de COVID-19.
Los hijos de Manoel Joaquim da Silva transportan el ataúd sellado de su padre hasta la tumba. El hombre de 79 años falleció antes de tener los resultados del test de COVID-19.
La voluntaria de la Unión de Residentes de Paraisópolis Amanda Barros Vasconcelos Silva (dcha.) apunta a una residente desempleada en el programa de comidas gratuitas. La residente perdió su trabajo por la pandemia.
El Dr. Ricardo Vieira da Silva (izq.) y Patricia Kele van en una ambulancia que forma parte de un equipo enviado a las casas de personas con posibles síntomas de COVID-19. Como los vehículos de emergencia del sistema de salud pública de la ciudad tardan horas en llegar (si es que entran en las favelas), la comunidad ha usado los fondos donados para alquilar tres ambulancias.
El Dr. Ricardo Vieira da Silva (dcha.) y su equipo hacen una visita a domicilio en la favela. «Es una comunidad muy pobre y es muy normal encontrar a familias con cuatro o cinco hijos, y a veces hasta 10 personas, viviendo en una habitación diminuta, lo que dificulta aún más nuestro trabajo porque tenemos que aislar a toda la familia».