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Página del fotógrafo
Lindokuhle Sobekwa
Un niño de Johannesburgo, Sudáfrica, encuentra belleza en las flores silvestres que crecen en el alambre de espino. «"Naturaleza" es un término complicado en lo que respecta a Johannesburgo», dice el fotógrafo Lindokuhle Sobekwa, que explica que los habitantes de estos municipios no suelen tener espacio para jardines. «Cuando yo era niño, siempre había flores cerca de un vertedero y solíamos cogerlas y jugar con ellas».
El 11 de abril de 2020, amigos y familiares se sientan al aire libre una noche de sábado para entrar en calor en Thokoza, un municipio cerca de Johannesburgo, Sudáfrica.
Thokoza, Sudáfrica—Incluso durante el confinamiento por la pandemia, «este es el único lugar realmente tranquilo del municipio», cuenta el fotógrafo Lindokuhle Sobekwa. «También es donde enterramos a mi padre».
Thokoza, Sudáfrica—«Hemos tenido muchos apagones, lo que ha dificultado que mucha gente mantenga el distanciamiento social sin electricidad», cuenta el fotógrafo Lindokuhle Sobekwa. Estos trabajadores municipales reparan un cable defectuoso.
Thokoza, Sudáfrica—«La gente no ha dejado de salir a la calle», afirma el fotógrafo Lindokuhle Sobekwa. «Pasan el rato junto al kiosco con sus amigos. Los niños juegan en las calles y solo vuelven a casa cuando la policía les dice que se queden dentro».
Johannesburgo, Sudáfrica—«"Naturaleza" es un término complejo en lo que a Johannesburgo respecta», afirma el fotógrafo Lindokuhle Sobekwa. Explica que la gente de los municipios no suele contar con espacio suficiente para tener jardines. «Cuando yo era niño, solíamos recoger y jugar con unas flores que crecían cerca de un vertedero».
Thokoza, Sudáfrica—«Debido a la crisis actual y a nuestra casa pequeña, mi familia tuvo que separarse», cuenta Lindokuhle Sobekwa. «Mi madre vive con mis dos sobrinos; mi hermano, con mis dos hermanas, y yo con mi novia en su piso. Pienso en las familias de cinco o diez personas que viven en una cabaña y lo difícil que será que mantengan distanciamiento social».