Revista Nat Geo
Registrarse
Programación TV
Disney+
National Geographic
National Geographic
National Geographic
Ciencia
Animales
Historia
Medio Ambiente
Viajes
Ciencia
Animales
Historia
Medio Ambiente
Viajes
Página del fotógrafo
Rafael Vilela
A principios de 2020, cientos de árboles cercanos fueron talados para construir edificios de apartamentos. Los miembros de la comunidad guaraní protestaron con su vestimenta tradicional y lograron impedir que continuara la destrucción.
Los jóvenes residentes de la aldea de Tekoa Pyau juegan en un campeonato de fútbol que dura horas. La tierra guaraní se encuentra en medio de São Paulo y la ciudad, la más grande de Brasil, siempre la está invadiendo.
Adolescentes como Richard Wera Mirim (17) y sus amigos también se aferran a su cultura, dice la líder comunitaria Sonia Ara Mirim. «Nhandereko —la forma de vida guaraní— está en nuestro interior», afirma. «Un niño puede pasar todo el día con el móvil, el ordenador o viendo la televisión, pero no hay forma de sacarlo de nosotros».
La comunidad celebra un cumpleaños en Guyra Pepó, una aldea del interior a la que se mudaron 36 familias guaraníes cuando construyeron una carretera en sus terrenos de São Paulo.
Thiago Karaí Kekupe, un joven jefe mbyá guaraní, combate un incendio que fue provocado, según sospecha la comunidad.
El coronavirus pone en peligro las vidas de ancianos como Hotencio Karai (107), que suelen ser los guardianes del idioma de una cultura.
Un niño guaraní nada cerca de su aldea. «No tenemos agua potable en la aldea», cuenta Thiago Karaí Kekupe. «La única agua que tenemos procede de un manantial de agua natural».
En junio, los jóvenes guaraníes se reunieron para apagar un incendio. «Este es nuestro trabajo», dice el profesor Anthony Karai. «Somos los guardianes del bosque».
Anthony Karai (21) da clases virtuales de guaraní desde su casa, en la aldea de Tekoa Pyau. Las clases son para estudiantes no indígenas y son una forma de recaudar dinero para su comunidad.
Sin tierras, cuesta mantener la lengua y la cultura. En 2017, las familias guaraníes se asentaron en una nueva aldea en el interior del estado de São Paulo.