Estas fotografías te trasladarán a una ceremonia musulmana en Europa

En Ribnovo, Bulgaria, las bodas tradicionales de invierno de los musulmanes eslavos -conocidos como Pomaks- duran dos días e involucran a toda la comunidad.

Por Becky Little
Noche de bodas
En el suroeste de Bulgaria, los Musulmanes Eslavos -conocidos como Pomaks- celebran las bodas tradicionales durante los meses de invierno. En esta foto, los recién casados Selve Kuivashi (a la izda.) y Djamal Vurdal (dcha.) posan en la cama de su noche de bodas en la localidad de Ribnovo.
Fotografía de Guy Martin, National Geographic

La crisis de los refugiados sirios ha dirigido las miradas internacionales a los musulmanes de Europa. Al mismo tiempo crece una nueva oleada de sentimientos antiislamistas. Pero el fotógrafo Guy Martin nos muestra en estas fotografías de Ribnovo, Bulgaria, a las comunidades musulmanas que llevan establecidas mucho tiempo en esta parte del continente.

El remoto pueblo de Ribnovo es uno de los dos en el país que mantiene los tipos regionales de boda de los musulmanes eslavos, conocidos como Pomak. Estas tienen lugar cada invierno, que tradicionalmente es la temporada de bodas.

Duran dos días enteros, todo el sábado y el domingo. Cada fin de semana de invierno en Ribnovo se ve gente bailando, comiendo y construyendo dormitorios elaborados para festejar el evento.

Los dormitorios, dice Martin, se montan temprano el sábado por la mañana en la parte de fuera de la casa familiar de la novia. Con ello pretenden mostrarle a la familia, amigos y vecinos como será su nueva vida y también para presumir: cuanto más grande y elaborado sea, mejor.

Salve Kiselova aparece con su maquillaje terminado y los ojos cerrados, su cara está cubierta con espumillón.
Fotografía de Guy Martin, National Geographic

Antes de eso, los amigos y vecinos llegan con sus regalos, que dejan a la puerta de la casa de la familia de la novia. Martin dice que la familia de la novia puede llegar a construir andamios de seis metros de alto, hechos de madera, en la parte exterior de la casa, y en ellos los invitados dejan “mantas, tapetes, alfombras y ropa -(algunos) hechos a mano, otros comprados- para que los nuevos novios los tengan en su nueva casa”.

La clave está en la implicación de la comunidad. Según Martin, el andamio “lo construyen unos 10 o 15 hombres”. Después está el tema de montar el dormitorio y desmontarlo al final del día. “En cada boda hay una tropa de 50 o 60 personas”, comenta Martin.

Después del espectáculo matutino del dormitorio, la familia de la novia se encarga de la celebración del sábado por la tarde. Los Pomaks comen, cubren a los novios con billetes y bailan el tradicional houra en la plaza del pueblo. Después, al anochecer, la novia y sus amigas le pintan las manos con henna. Los jóvenes terminan la fiesta en las cafeterías fumando y charlando.

Al día siguiente, todo vuelve a ocurrir. El dormitorio y los regalos se sacan por la mañana, y la familia del novio da otra fiesta por la tarde.

Luciendo el atuendo tradicional, una mujer joven en Ribnovo se dirige la boda de Letve Osmanova y Refat Rvdikov.
Fotografía de Guy Martin, National Geographic

Pero en la noche del domingo, la novia no solo se decora las manos con henna. También se tumba mientras sus amigas y parientes decoran con cuidado su cara con pintura y joyas, un ritual llamado gelina, que según Martin puede durar horas.

Tras esto, levantan a la novia y, con los ojos cerrados, la conducen en volandas al exterior de la casa de sus padres. Martin dice que esto es simbólico, “porque deja su casa, donde no volverá a vivir”.

En ese momento la multitud se reúne fuera, y los novios salen y permanecen allí más de una hora recibiendo regalos y sacándose fotografías (en todas ellas, la novia sale con los ojos cerrados). Mientras tanto un imán bendice o reza una oración. Entonces la novia comienza su paseo ceremonial hasta casa de la familia de su marido. “Los novios -no importa si viven al lado o a un kilómetro- tendrán que caminar…mientras ella lleva los ojos cerrados”, explica Martin.

Una vez que llegan, la familia del novio sigue a los recién casados hasta su dormitorio. Los parientes del novio retiran un velo rojo de la cara de ella -una reminiscencia de cuando los matrimonios era concertados- y así, simbólicamente, la conocen por primera vez.

En Ribnovo, una mujer Pomak lleva a su hijo en la nieve.
Fotografía de Guy Martin, National Geographic

Hoy en día, la juventud de Ribnovo se suele mudar al extranjero para buscar trabajo, a veces temporalmente, otras durante todo el año. Y como los noviazgos están mejor vistos, los matrimonios concertados se han vuelto menos frecuentes. Algunos jóvenes Pomaks evitan esta elaborada celebración por otras razones, una que tiene que ver menos con la tradición y más con la economía. Después de todo, requiere mucho dinero celebrar una boda con toda la comunidad.

Aunque Martin dice que las bodas tradicionales Pomak están fuertemente arraigadas en la zona, habrá que ver si la juventud de Ribnovo -expuesta a nuevas ideas cuando se mudan al extranjero- seguirá volviendo a casa para casarse.

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