El Estado Islámico destruye la histórica mezquita de Al Nuri, símbolo de la ciudad de Mosul
Un extravagante y tortuoso minarete conocido como «el Jorobado» ha sido el símbolo de la ciudad iraquí durante casi 900 años, hasta que fue destruido por el Estado Islámico.
Al igual que la elegante Torre Eiffel de París o la Aguja Espacial de Seattle, el minarete de al-Hadba’ en Mosul no solo dominaba el skyline de la ciudad, sino que también capturaba el alma de sus residentes: únicos, resistentes y dignificados por su profunda historia. Sin embargo, tras haber sobrevivido a más de ocho siglos de invasiones y conquistas, ha sucumbido finalmente ante el Estado Islámico el pasado 21 de junio.
«Se trata de un lugar histórico enormemente significativo en Mosul. Es una tragedia increíble», afirma Michael Danti, profesor de arqueología en la Universidad de Boston y codirector de la Cultural Heritage Initiative en la American Schools of Oriental Research (ASOR). Esta iniciativa firmó recientemente un nuevo acuerdo de cooperación con el Departamento de Estado de Estados Unidos para conservar y proteger el patrimonio cultural en Iraq, Siria y Libia.
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Unas imágenes por satélite en exclusiva proporcionadas a National Geographic por ASOR muestran el alcance de la destrucción en la Ciudad Vieja de Mosul. Según informes, el Estado Islámico había colocado explosivos en el minarete de al-Hadba' y en la mezquita de al-Nuri, que detonaron al aproximarse las tropas iraquíes.
Este minarete de ladrillo de 45 metros de alto se había cernido sobre la antigua ciudad al noreste de Iraq desde el año 1172, cuando se construyó junto a la mezquita y madrasa (escuela religiosa) de al-Nuri bajo las órdenes de Nur al-Din Mahmoud Zangi, líder famoso por sus victorias contra los cruzados.
El peculiar ángulo de inclinación del minarete le dio el nombre de «al-Habda», o «el Jorobado», en el siglo XIV. Una tradición local sugería que adquirió esta inclinación al hacer una reverencia ante Mahoma cuando el profeta ascendía al cielo.
Aunque al-Hadba' formaba parte de un complejo arquitectónico religioso islámico, el minarete era la personificación imperfecta y querida de Mosul para todos los residentes de una ciudad con una diversidad impresionante, pasando por asirios, cristianos, yazidíes y kurdos.
Después de que el Estado Islámico tomase Mosul en junio de 2014, comenzó una campaña de destrucción del antiguo legado de la ciudad y de sus alrededores, incluyendo Nínive, Nimrud y la tumba del profeta Jonás. Los terroristas también intentaron destruir al-Hadba' en julio de ese mismo año, pero se echaron atrás después de que varios residentes locales formasen una cadena humana en torno a este símbolo de la ciudad.
«Si hacéis explotar el minarete, tendréis que matarnos también a nosotros», decían los desafiantes mosulíes a las fuerzas del Estado Islámico, según se informó entonces.
«Todo el mundo se sentía vinculado a ese lugar», afirma Marina Gabriel, una de las directoras del programa de ASOR, que ha realizado un seguimiento del patrimonio cultural en Iraq y Siria desde el año 2015. «Esto supone un duro golpe para la identidad de Mosul».
La destacada silueta de al-Hadba' era «reconocible para todos en Iraq», añade Lisa Ackerman, vicepresidenta ejecutiva del Fondo Mundial de Monumentos, que incluyó al minarete en su lista de supervisión de lugares en peligro en 2010. El minarete también adorna el billete de 10.000 dinares iraquí.
Mientras que solo ha sobrevivido una pequeña parte de la estructura original del siglo XII de la mezquita de Nur al-Din —que ha sido construida y reconstruida durante siglos y renovada por completo en 1942— hasta 2017, el minarete de casi 850 años había permanecido intacto a través de los siglos, inclinándose ante Mosul. La razón de su precaria reverencia es todavía desconocida.
Las preocupaciones acerca de la estabilidad de al-Hadba' aumentaron tras la guerra entre Irán e Iraq en la década de 1980, cuando los bombardeos contra Mosul debilitaron las bases del minarete. En 1988, el Jorobado se inclinaba a más de 2,4 metros de su perpendicular.
Ahora, mientras la batalla de Mosul continúa, sus residentes lloran la pérdida de su querido Jorobado.
«Por primera vez en 900 años, Mosul duerme sin nuestra anciana Hadbaa», dice un desesperado tweet de la ciudad asediada.