Así era la nota de suicidio de Adolf Hitler

Coincidiendo con la fecha de la que data la llamada “nota de suicidio” del dictador, una casa de subastas estadounidense abre la puja para comprar este escrito histórico.

Por Cristina Crespo Garay
Publicado 1 may 2019, 18:35 CEST
Fotografía de Alexander Historical Auctions

Hace escasos días salía a la luz la noticia de que la nota de suicidio del dictador va a ser subastada en Alexander Historical Auctions, pudiendo llegar su valor hasta los 90.000 dólares. Se trata de un par de telegramas del final del Tercer Reich, que documentan la última decisión de Hitler de permanecer en Berlín para luchar “la batalla decisiva por Alemania”, según explica la propia casa de subastas.

El segundo telegrama, considerado como el único documento que ha llegado hasta nuestros días que refleja la decisión de Hitler de quedarse en Berlín, data del 24 de abril de 1945 y es la respuesta de Hitler al mariscal de Campo Ferdinand Schorner, que manda el primer telegrama dirigido al “Führer y al Comandante Supremo de las Fuerzas Alemanas” el 23 de abril.

En él, el mariscal pide a Hitler que abandone el búnker en el que se encuentra y salga de Alemania porque, si cae, Alemania también lo haría. “Millones de alemanes esperan la oportunidad de volver a construir Alemania contigo”.

Sin embargo, Hitler tiene clara su posición: “Permaneceré en Berlín para participar, de manera honorable, en una batalla decisiva para Alemania y para dar un buen ejemplo a todos los que quedan”, se lee en el documento que envía Hitler a Schorner.

“Creo que de esta manera estaré prestando a Alemania el mejor servicio. Para el resto de ustedes, se debe hacer todo lo posible para ganar la lucha por Berlín. puede ayudar de manera decisiva, empujando hacia el norte lo antes posible".

El suicidio de Adolf Hitler y su esposa

El 30 de abril de 1945, seis días más tarde del escrito, Hitler se suicidó disparando una pistola en su cabeza.

Desde el 16 de enero de ese mismo año, Hitler se había establecido en el búnker de la Cancillería, desde donde ejercía la presidencia del Tercer Reich al que amenazaban tanto por el este como por el oeste. Para finales de abril, las fuerzas soviéticas ya habían entrado en Berlín y se dirigían al búnker.

Días antes, el 22 de abril, Hitler sufrió un ataque de histeria ante el golpe de realidad de que Alemania no superaría la guerra. Según el testimonio de una enfermera del búnker, Hitler parecía enfermo y su brazo izquierdo temblaba fuertemente.

Al expresar su intención de suicidarse, pidió al médico Werner Haase que le recomendase la mejor opción de suicidio. Haase le recomendó una dosis de cianuro seguido de un disparo en la cabeza.

Portada del 2 de mayo de 1945 del diario militar estadounidense The Stars and Stripes, con la noticia de la muerte de Hitler.
Fotografía de US Army, Wikimédia Commons

El acto definitivo para su decisión fue lo que consideró como un intento de traición por parte de Heinrich Himmler de negociar con la Cruz Roja Internacional. Finalmente, la noticia de la ejecución de Mussolini le hizo jurar que no compartiría la misma suerte.

El 29 de abril, Hitler decidió casarse con Eva Braun en el interior del propio búnker. Tras un pequeño desayuno con su esposa, el dictador expresó su última voluntad y testamento a su secretaria durante algo más de dos horas.

Al amanecer del 30 de abril, Hitler reunió al equipo médico para despedirse y explicarles cómo proceder después del suicidio de ambos. Tras una silenciosa comida, se despidió de sus secretarias regalándoles una pastilla de cianuro, así como de la familia Goebbels, que le pedía que no se suicidase.

A las 15:30 horas, Hitler y Braun se reunieron frente a la sala de mapas y se despidieron de sus ayudantes. Tras cerrar la puerta, se escuchó un único disparo, el de la pistola de Hitler. Eva Braun ni si quiera había llegado a disparar la suya por el rápido efecto del cianuro.

El misterio de los cuerpos

Los cuerpos de ambos fueron sacados de la habitación envueltos en alfombras y llevados hacia el patio de la Cancillería del Reich. Una vez depositados en un agujero de obús, fueron rociados con unos 200 litros de gasolina, obtenidos de los coches que aún se hallaban en los sótanos de la Cancillería.

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    Salida del Búnker hacia el jardín de la Cancillería. Muy cerca de la entrada, detrás de la torre, se incineraron los restos de Hitler.
    Fotografía de Archivos federales alemanes, Wikimédia Commons

    La llegada de los obuses del Ejército Rojo provocó que los jefes nazis tratasen de enterrar los cadáveres antes de que los restos se consumieran, aunque debido a las prisas por esconderse solo pudieron hacerlo superficialmente.

    Finalmente, el 1 de mayo Karl Dönitz hizo pública la noticia de la muerte de Hitler. Stalin, incrédulo, mandó varias unidades especiales soviéticas para interrogar a los allí capturados y buscar en la Cancillería del Reich, donde el 9 de mayo encontraron intactas las piezas dentales de ambos.

    Debido al misterio y al secretismo que rodeaba la escena, no fue hasta que se disolvió la Unión Soviética cuando nueva información acerca del paradero de los restos salió a la luz.

    Según la documentación del Comité para la Seguridad del Estado, los restos habían sido llevados a la ciudad de Magdeburgo, donde los habían enterrado en cajas de madera junto a la familia Goebbels. En 1970, el primer ministro soviético mandó un equipo especial a Magdeburgo para destruir secretamente los cadáveres quemando los restos y arrojando finalmente las cenizas al río Biederitz.

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