El ADN antiguo podría revelar el origen de los filisteos

Los relatos históricos y la arqueología están de acuerdo en que los mayores villanos de la Biblia hebrea eran «diferentes», ¿pero eran realmente tan diferentes?

Por Kristin Romey
Publicado 4 jul 2019, 12:04 CEST

El primer estudio de ADN extraído de un antiguo yacimiento filisteo ha aportado información genética singular sobre los orígenes de unos de los villanos más famosos del Antiguo Testamento.

Los autores de la Biblia hebrea dejaron claro que los filisteos no eran como ellos: este grupo «no circuncidado», según se describe en varios pasajes, procedía de la «tierra de Caftor» (la actual Creta) y se hizo con el control de la región costera del actual sur de Israel y la Franja de Gaza. Combatieron con sus vecinos israelíes e incluso se apoderaron del Arca de la Alianza durante un tiempo. Entre sus representantes en la Biblia figuran el gigante Goliat, que fue derribado por el futuro rey David, y Dalila, que robó la fuerza del israelí Sansón al cortarle el pelo.

Los arqueólogos modernos creen que los filisteos eran diferentes de sus vecinos: su llegada a las orillas orientales del Mediterráneo a principios del siglo XII a.C. está marcada por una cerámica con paralelismos próximos al mundo de la Antigua Grecia, el uso de un alfabeto egeo —en lugar del semítico— y el consumo de cerdo.

El ADN recuperado de tumbas de los siglos X y IX a.C. en el cementerio de Ascalón se comparó con tumbas anteriores de niños filisteos, así como con las de los individuos que vivieron en la zona antes de la llegada de los filisteos a principios del siglo XII a.C.
Fotografía de Melissa Aja, Expedición Leon Levy

Muchos investigadores también vinculan la presencia de los filisteos a las hazañas de los pueblos del mar, una misteriosa confederación de tribus que, según los antiguos egipcios y otras fuentes históricas, parece haber causado estragos por todo el Mediterráneo oriental a finales del Bronce Reciente, en el siglo XIII y a principios del XII a.C.

Un estudio publicado en la revista Science Advances, suscitado por el descubrimiento sin precedentes en 2016 de un cementerio en la antigua ciudad filistea de Ascalón en la costa meridional de Israel, aporta un enfoque intrigante sobre los orígenes genéticos y el legado de los filisteos. La investigación parece respaldar su origen extranjero, pero revela que estos forasteros vilipendiados enseguida se casaron con personas de las poblaciones locales.

El estudio analizó el ADN de diez conjuntos de restos humanos extraídos de Ascalón y pertenecientes a tres periodos diferentes: un cementerio del Bronce Medio/Reciente (entre los años 1650 y 1200 a.C.), previo a la presencia filistea en la zona; entierros infantiles de finales del siglo XII a.C., tras la llegada de los filisteos a principios de la Edad del Hierro; y las personas enterradas en el cementerio filisteo a finales de la Edad del Hierro (siglos X y IX a.C.).

Las cuatro muestras de ADN de principios de la Edad del Hierro, todas de niños enterrados bajo los pisos de casas filisteas, incluyen proporcionalmente más «ascendencia europea adicional» en sus firmas genéticas (casi un 14 %) que las muestras prefilisteas de la Edad del Bronce (2 % a 9 %), según los investigadores. Aunque los orígenes de esta «ascendencia europea» adicional no son concluyentes, los modelos más plausibles apuntan a Grecia, Creta, Cerdeña y la península ibérica.

Daniel Master, director de la Expedición Leon Levy a Ascalón y coautor del estudio, celebra los resultados como «pruebas directas» que respaldan la teoría de que los filisteos fueron inmigrantes procedentes de occidente que se establecieron en Ascalón en el siglo XII a.C.

«Encaja con los textos egipcios y otros que tenemos, y encaja con el [material arqueológico]».

Algo que a los investigadores les parece insólito es que ese «bache europeo» específico desaparece enseguida y es estadísticamente insignificante en las muestras de ADN del estudio recuperadas del cementerio de Ascalón solo unos siglos después de las tumbas infantiles. Las tumbas filisteas posteriores tienen firmas genéticas muy similares a las poblaciones locales que vivían en la región antes de la aparición de los filisteos.

«Conseguimos captar este movimiento de personas que llegaban a Ascalón desde el sur de Europa», afirma Michael Feldman, arqueogenetista del Instituto Max Planck y coautor del estudio. «Después desaparece enseguida, en 200 años, probablemente porque [los filisteos] celebraron matrimonios mixtos y este tipo de firma genética se diluyó dentro de la población local».

«Durante más de un siglo, hemos debatido la incógnita de la procedencia de los filisteos», escribe el arqueólogo Eric Cline en un email desde su excavación en el yacimiento cananeo de Tel Kabri (Cline no participó en la presente investigación). «Ahora tenemos una respuesta: del sur de Europa y es probable que, más específicamente, de Grecia continental, Creta o Cerdeña. Encaja con la que antes parecía la respuesta más probable, sobre todo a juzgar por [los restos arqueológicos], así que este parece un hallazgo lógico».

Sin embargo, Aren Maeir, arqueólogo que dirige excavaciones en la ciudad filistea de Tell-es-Safi/Gath y que tampoco participó en la investigación actual, advierte de que no se debe simplificar demasiado la historia de los filisteos describiendo a estos villanos bíblicos como «un grupo “entrelazado” o “transcultural” compuesto por gentes de orígenes diversos».

«Aunque estoy totalmente de acuerdo en que existía un importante componente [extranjero] entre los filisteos a principios de la Edad del Hierro, estos componentes extranjeros no eran de un origen y, lo que no es menos importante, se mezclaron con las poblaciones levantinas locales desde principios de la Edad del Hierro en adelante», escribe Maeir por email.

Para Master, lo más interesante es el hecho de que —pese a la rápida asimilación genética que atravesaron los filisteos— siguieron siendo un grupo cultural distinto que fue claramente identificable frente a sus vecinos durante más de cinco siglos, hasta que fueron conquistados por los babilonios en el 604 a.C.

«En cierto modo, es interesante ver el rápido cambio de [la mezcla genética filistea]», observó el arqueólogo. «Porque, si solo contáramos con los textos hebreos, uno pensaría que nadie quería mezclarse con los filisteos, ¿no?».

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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