Así se convirtió la Compañía de las Indias Orientales en la empresa más poderosa del mundo

La empresa comercial asumió el mando de un subcontinente entero y dejó a su paso un legado que aún es palpable en la vida moderna.

Por Erin Blakemore
Publicado 18 feb 2020, 13:53 CET
Reina Isabel I
Tras supervisar la derrota de la Armada española, la reina Isabel I emitió una cédula real que autorizaba a los mercaderes británicos a comerciar con las Indias Orientales en nombre de la corona.
Fotografía de Leemage, Corbis, Getty

¿Crees que Google o Apple son poderosas? Entonces nunca has oído hablar de la Compañía de las Indias Orientales, una empresa lucrativa tan poderosa que en su día gobernó casi todo el subcontinente indio. Entre 1600 y 1874, construyó la empresa más potente que ha conocido el mundo. Tenía su propio ejército, su propio territorio y un poder casi absoluto del comercio de un producto que ahora se considera británico por excelencia: el té.

A comienzos del siglo XVII, llamaban al subcontinente indio las «Indias Orientales» y, como albergaba especias, telas y bienes de lujo muy preciados por los europeos ricos, se consideraba una tierra con un potencial aparentemente infinito. Debido a su destreza marítima, España y Portugal habían monopolizado el comercio en el Lejano Oriente. Pero Gran Bretaña lo ansiaba y, cuando tomó los barcos de la Armada española tras derrotarla en 1588, allanó el camino para que la monarquía se convirtiera en una potencia naval.

Un cuadro de un oficial de la Compañía Británica de las Indias Orientales a lomos de un elefante a finales del siglo XVIII.
Fotografía de Heritage Image Partnership Ltd, Alamy

En 1600, un grupo de empresarios ingleses solicitó a Isabel I una cédula real que les permitiera viajar a las Indias Orientales en nombre de la corona a cambio de tener el monopolio del comercio. Los mercaderes pusieron casi 70 000 libras de su propio bolsillo para financiar el proyecto y así nació la Compañía de las Indias Orientales.

La empresa se basó en un sistema de «factorías», que consistía en dejar representantes llamados «factores» para que establecieran puestos comerciales y adquirieran y negociaran los bienes. Gracias a un tratado de 1613 con el emperador mogol Jahangir, estableció su primera factoría en Surat, en la actual India occidental. Con el paso de los años, la compañía pasó de centrarse en la pimienta y otras especias al calicó y la seda y, finalmente, al té y se expandió al golfo Pérsico, China y otras partes de Asia.

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    El emperador mogol Alam II concede a Robert Clive, líder del ejército de la Compañía de las Indias Orientales, el poder de recaudar impuestos en Bengala.
    Fotografía de Hulton Archive, Getty

    La cédula real de la Compañía de las Indias Orientales le proporcionó el poder de «guerrear» e inicialmente usó la fuerza militar para protegerse y luchar contra los comerciantes rivales. Sin embargo, en 1757 tomó el control de todo el estado mogol de Bengala. Robert Clive, que dirigió el ejército de 3000 soldados de la compañía, se convirtió en gobernador de Bengala y empezó a recaudar impuestos y aranceles que se usaban para comprar bienes indios y exportarlos a Inglaterra. Aprovechando su victoria, la compañía expulsó a los franceses y los holandeses del subcontinente indio.

    En los años posteriores, la Compañía de las Indias Orientales se anexionó por la fuerza otras regiones del subcontinente y estableció alianzas con los gobernantes de los territorios que no podían conquistar. En su apogeo, su ejército contaba con 260 000 efectivos (el doble que el ejército permanente británico) y era responsable de casi la mitad del comercio británico. El subcontinente estaba dominado por los accionistas de la Compañía de las Indias Orientales, quienes cada año elegían a «mercaderes/gobernadores» para que dictaran las políticas en sus territorios.

    Pero los problemas financieros y la toma de conciencia generalizada de los abusos de poder hizo que Gran Bretaña tratara de obtener el control total de la Compañía de las Indias Orientales. En 1858, tras un prolongado periodo cuesta abajo, el gobierno británico puso fin al gobierno de la compañía en India. Para 1874, la compañía era solo una sombra de lo que era y acabó disolviéndose.

    Por aquel entonces, la Compañía de las Indias Orientales ya había enganchado a China al opio (cultivaba opio en la India y lo exportaba ilegalmente a China a cambio de los codiciados bienes chinos) y se había dedicado al tráfico internacional de esclavos (llevó a cabo expediciones esclavistas, transportó esclavos y usó mano de obra esclava en los siglos XVII y XVIII). Puede que el capitalismo haya eclipsado a la Compañía de las Indias Orientales, pero su legado aún es palpable en todo el mundo.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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