Algunas piedras de Stonehenge podrían haber sido transportadas desde un monumento más antiguo

Años de investigación arqueológica sugieren que los británicos del Neolítico cargaron algunos de los elementos de este monumento icónico desde Gales.

Por Robin George Andrews
Publicado 12 feb 2021, 12:12 CET
Fotografía de Stonehenge

Stonehenge, completado hace unos 4600 años, podría haberse construido en parte con elementos de monumentos megalíticos más antiguos erigidos a cientos de kilómetros.

Fotografía de Kenneth Geiger, Nat Geo Image Collection

No es difícil ver por qué Stonehenge es uno de los sitios arqueológicos más icónicos del mundo. El círculo de piedra de 4600 años, ubicado en Salisbury Plain, Inglaterra, fue construido por personas que no dejaron pistas claras sobre su propósito ni pruebas de su identidad. Estos misterios han fascinado durante años a arqueólogos, druidas modernos, escritores de ciencia ficción y turistas.

Ahora, un nuevo estudio publicado en la revista Antiquity ofrece otro giro argumental en la saga de Stonehenge: este lugar Patrimonio de la Humanidad podría no ser una creación original. Un equipo de investigadores ha descubierto un posible precursor de Stonehenge en los restos de un monumento más antiguo ubicado en Gales.

El círculo megalítico del yacimiento galés de Waun Mawn tiene dimensiones comparables a las de Stonehenge, también está alineado con el sol y parece estar compuesto de algunos de los mismos materiales de construcción. Pero a diferencia de Stonehenge, pocas piedras han sobrevivido hasta la actualidad. El equipo de investigación especula que los constructores de Waun Mawn lo desmantelaron hace cinco milenios y transportaron algunas de sus piedras de arenisca de tres toneladas 280 kilómetros al este, hasta Salisbury Plain, una tarea extremadamente ardua (y, a nivel práctico, innecesaria). Entonces ¿por qué lo hicieron?

El arco de antiguos menhires de Waun Mawn, en Gales, durante las excavaciones de prueba del 2017. El perfil de un zócalo de piedra descubierto en el lugar coincide con el de una roca de arenisca hallada en Stonehenge, lo que sugiere que fue transportada deliberadamente al lugar Patrimonio de la Humanidad de Inglaterra desde una distancia de 280 kilómetros.

Fotografía de A. Stanford

Los antiguos britanos «debieron de haber considerado [las rocas de arenisca] no solo algo valioso, sino la esencia misma de quiénes eran», afirma Michael Parker Pearson, experto en prehistoria británica en el University College London y autor principal del estudio. Pearson, cuyo trabajo ha sido apoyado en parte por la National Geographic Society, sospecha que el descubrimiento en Waun Mawn podría reforzar una hipótesis especialmente evocadora: las «piedras azules» de Stonehenge (que se llaman así por su color) eran las representaciones físicas de los antepasados de los migrantes o de sus recuerdos ancestrales. Los britanos neolíticos estaban literalmente transportando el peso de sus ancestros a lo largo del mundo.

Sin embargo, en esta fase de la investigación es imposible llegar a conclusiones firmes, algo que reconocen tanto los autores del estudio como los expertos externos. «Una de las cosas que siempre me han gustado sobre Stonehenge es que hay muchas preguntas que probablemente nunca podrán responderse», afirma Kate Fielden, vicepresidenta de Rescue—The British Archaeological Trust, que no participó en la investigación. «Me gusta la idea de que haya un misterio».

Pistas en las leyendas antiguas

Los avances revolucionarios en la ciencia arqueológica en las últimas décadas han reducido poco a poco las posibles historias sobre el origen de Stonehenge. Su alineación con los solsticios de verano e invierno entraña una conexión astronómica y la multitud de restos humanos incinerados del lugar sugiere un vínculo con los difuntos o con la veneración de los ancestros.

 

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    Imagen de Waun Mawn desde el norte durante una excavación del 2018. El círculo de piedra se encuentra en la ladera de una colina conocida como «Hillock of the Deer», con vistas distantes de Irlanda al oeste.

    Fotografía de A. Stanford

    Stonehenge está compuesto de piedras sarsen de arenisca alrededor de un anillo exterior y una herradura interior, con piedras azules más pequeñas procedentes de Gales dentro del círculo.

    Fotografía de Bruce Dale, Nat Geo Image Collection

    Stonehenge no se erigió de la noche a la mañana. La construcción comenzó hace 5000 años y el monumento adoptó varias formas con el paso de los siglos. Finalmente, constó de dos tipos de piedra: sarsen —unos bloques de arenisca de 20 toneladas que componen le herradura central y el círculo de menhires exterior— y el arco interno de piedras azules de tres toneladas. El análisis geoquímico indica que las piedras sarsen de arenisca se extrajeron en West Woods, a un tiro de piedra de Stonehenge.

    En cambio, se cree que las piedras azules se arrastraron por tierra a lo largo de más de 300 kilómetros desde las colinas de Preseli, en el oeste de Gales. Recientemente, Parker Pearson y otros investigadores descubrieron coincidencias perfectas para las piedras azules de Stonehenge en dos canteras galesas.

    Los arqueólogos señalan que el viaje de dichas piedras azules se refleja en una antigua leyenda. En el tomo del siglo XII de la Historia de los reyes de Bretaña, Godofredo de Monmouth narra la historia de cómo el mago Merlín destrozó la Danza de los Gigantes, un antiguo círculo de piedra en Irlanda, y utilizó a 15 000 hombres para reconstruirlo en Salisbury Plain.

    Aunque este curioso cuento sobre los caprichos de un hechicero tiene poco que ver con la realidad, el hecho de que las piedras azules de Stonehenge procedieran de Gales, justo al otro lado del mar desde Irlanda, ha hecho que algunos se pregunten si el mito podría contener algo de verdad. ¿Existió el precursor de Stonehenge en un lugar al oeste del monumento? Tentado por este reto, el equipo de Pearson —un grupo que incluía a arqueólogos, geólogos, expertos en fotogrametría aérea y especialistas en datación por carbono radioactivo y cristales— ha pasado gran parte de la última década intentando hallar la respuesta.

    La búsqueda de precursores

    Waun Mawn, identificado como lugar de interés por su relación con Stonehenge en el 2010, no es gran cosa en la actualidad: solo consta de cuatro piedras azules dispuestas en un posible arco. En el 2011, los arqueólogos emplearon tecnología de teledetección para echar un vistazo bajo la superficie del yacimiento, pero no encontraron nada de interés.

    Debido a una corazonada, el equipo regresó a Waun Mawn en el 2017 y excavó pequeñas trincheras a cada extremo del arco y descubrieron dos fosas donde en el pasado hubo dos menhires. «Aquel fue un momento en el que pensamos que quizá íbamos por el buen camino», cuenta Parker Pearson.

    Sin embargo, una vez más, los reconocimientos geofísicos no revelaron más fosas donde habría habido menhires. Las técnicas de teledetección han sido fundamentales para ver bajo la superficie en Stonehenge. Que esos métodos fracasaran en Waun Mawn, incluso después de hallar evidencias tan prometedoras en las trincheras excavadas, resultó irónico y frustrante.

    «No hay nada más difícil que intentar encontrar un círculo de piedra que ya no está ahí», explica Parker Pearson.

    Finalmente, el equipo de investigación se percató de que ese tramo de tierra galesa carecía de los minerales magnéticos, o de cualquier tipo de roca conductora de electricidad, necesarios para que el equipo de teledetección funcionara de forma correcta. «La alta tecnología moderna no estaba funcionando», afirma Parker Pearson. «Íbamos a tener que hacerlo a la antigua, todo a mano».

    Las piezas perfectas del puzle

    Tras meses de excavación y exámenes del suelo en busca del más mínimo cambio de textura, color y topografía, los arqueólogos descubrieron más fosas. Estos «zócalos de piedra» componían un segmento que originalmente era un círculo de 110 metros de diámetro, el mismo que el de la zanja de Stonehenge. Si todas las piedras de Waun Mawn todavía estuvieran sobre sus zócalos, el monumento se alinearía con el amanecer del solsticio de verano, como Stonehenge.

    A continuación, el equipo de investigación recurrió a la datación por carbono radiactivo del carbón vegetal del yacimiento, así como a la luminiscencia ópticamente estimulada, que revela la última vez que los sedimentos abundantes en cuarzo de los zócalos de piedra se habían expuesto a la luz solar. En conjunto, sugerían que Waun Mawn se había construido hace 5000 a 5600 años, anterior a la construcción de Stonehenge.

    Un zócalo de piedra excavado en Waun Mawn. Los arqueólogos buscaron diferencias mínimas en el color, la textura y la topografía del suelo para identificar agujeros donde en el pasado se situaron los menhires del antiguo monumento.

    Fotografía de M. Parker Pearson

    Pero ¿a dónde fueron las piedras de Waun Mawn? Una de las piedras azules de Stonehenge proporcionó una pista: una sección transversal muy específica que encaja en uno de los zócalos de piedra de Waun Mawn. Asimismo, las astillas de roca en el fondo de uno de los zócalos de Waun Mawn coincidían geológicamente con el tipo específico de piedras azules de Stonehenge, una roca que se denomina dolerita manchada.

    Los análisis anteriores de los restos óseos humanos de Stonehenge revelaron evidencias químicas de que algunos de los difuntos procedían del oeste de Gales. En conjunto, los datos contaban una historia espectacular e inesperada: el círculo de piedra de Waun Mawn fue desmantelado por sus creadores y trasladado a Salisbury Plain, donde los constructores imitaron su diseño y emplearon algunas de sus piedras azules para erigir Stonehenge.

    Los autores del estudio creen que esta es una teoría sólida pero provisional y algunos expertos independientes están de acuerdo. Richard Madgwick, arqueólogo de la Universidad de Cardiff en Gales, dice que la idea de que Stonehenge tenga al menos un precursor galés «es muy convincente».

    Sin embargo, otros expertos no creen que haya pruebas suficientes.

    «Buscar pruebas para respaldar las tradiciones orales del relato de Godofredo de Monmouth es un enfoque interesante, pero por ahora los restos hallados en Waun Mawn no se ajustan a lo que cabría esperar de un círculo de piedra de este periodo», afirma Timothy Darvill, arqueólogo de la Universidad de Bournemouth. «Claramente, es necesario investigar más para sustanciar las alegaciones».

    ¿Cuál es el significado de Stonehenge?

    Como solo una de las 44 piedras azules supervivientes de Stonehenge encaja (por ahora) con certeza en Waun Mawn, el equipo de investigación sugiere que podrían haberse obtenido en varios lugares de la región. De ser así, eso sugiere que Stonehenge era de especial importancia para sus constructores migratorios, pero ¿por qué?

    Varios estudios de ADN antiguo revelan que las personas enterradas en Salisbury Plain hace 5000 años tenían orígenes ancestrales diferentes. Algunos procedían del oeste de Gales e Irlanda, donde se construían tumbas de piedra, mientras que otros llegaron del este de Inglaterra, donde las tumbas se creaban en forma de túmulos alargados. «Estas también eran zonas que tradicionalmente tenían estilos de vida y, por así decirlo, estilos de muerte diferentes», afirma Paker Pearson.

    Stonehenge se encuentra justo entre estas zonas y Pearson cree que el monumento podría haber sido una especie de «terreno neutral» unificador donde diferentes grupos neolíticos podían reconciliar sus diferencias culturales.

    Una reciente investigación dirigida por Madgwick respalda esta idea. Su equipo descubrió una gran cantidad de huesos de cerdo en Durrington Walls, un yacimiento neolítico cerca de Stonehenge. Los análisis químicos de los restos porcinos revelaron que procedían de toda Bretaña y que se consumieron en grandes festines. El yacimiento podría haber sido el «[Festival de] Glastombury de la época», dice Madgwick, donde personas de las islas británicas se congregaban para compartir sus identidades y experiencias.

    Este nuevo estudio respalda la idea de que aquellos que participaron en Stonehenge no eran estáticos ni aislacionistas, señala Vincent Gaffney, arqueólogo de la Universidad de Bradford, en Inglaterra, que no participó en la investigación. Estos antiguos britanos, vivían en «una sociedad que no era monolítica, que no era estática, sino flexible, interactiva. Había movimiento de bienes y parece que había movimiento de partes considerables de la cultura material», afirma.

    Recuerdos grabados en piedra

    No está tan claro por qué esas piedras azules específicas fueron transportadas desde Gales hasta Salisbury Plain. Pero los monolitos de otro lugar del mundo podrían revelar la respuesta.

    En los años noventa, Parker Pearson estaba trabajando con un arqueólogo malgache que estudiaba las obras megalíticas de Madagascar, que todavía se construyen en la actualidad. Su colega le explicó que las piedras eran para los ancestros. La madera se pudre, pero la piedra dura para siempre. Los megalitos representaban a los difuntos y básicamente mantienen viva su memoria eternamente.

    Los mismo se aplica a esas piedras azules migratorias de Gales. Las colocaron en Stonehenge y, como muchas «tumbas de corredor» construidas durante esa época, se dispusieron de forma que se alinearan con los movimientos del sol, otra entidad eterna. Entonces, Stonehenge podría no haber sido solo un punto de reunión multicultural, sino también un monumento conmemorativo.

    Puede que cinco milenios nos separen de estas personas, pero es fácil empatizar con su deseo de inmortalizar a sus predecesores. Estas piedras azules eran versiones de tres toneladas de los pequeños recuerdos —fotografías, cartas, baratijas— que nos han dejado nuestros seres queridos.

    Y al igual que aquellos britanos, cuando nos mudamos nos llevamos esos símbolos tan queridos.

    «Te llevas aquello que representa quién eres, debido a quiénes son tus ancestros», afirma Parker Pearson.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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