Representación de la vida en el siglo XVII en Nueva Ámsterdam

¿Realmente se vendió Manhattan a los holandeses por sólo 24 dólares?

La historia del encuentro entre colonos europeos e indígenas americanos es fundamental en la historia de Nueva York, pero ¿cuánto hay de cierto en ella?

Una representación de la vida en el siglo XVII en Nueva Ámsterdam, el asentamiento holandés en la isla de Manhattan que acabó convirtiéndose en la ciudad de Nueva York. Aunque abundan las leyendas sobre la compra de la isla, la verdad es mucho más turbia.

Fotografía de Illustration by Stock Montage, Contributor, Getty Images
Por Erin Blakemore
Publicado 6 mar 2024, 10:45 CET, Actualizado 15 mar 2024, 14:24 CET

La historia está llena de ventas emprendedoras y gangas a precios de locura. Una de las más notorias, según cuenta la leyenda, tuvo lugar en Manhattan, cuando los nativos de la isla la vendieron a los holandeses por un puñado de cuentas y el equivalente a 24 dólares en efectivo.

Pero, ¿de verdad fue así? He aquí cómo acabó Manhattan en manos de los colonos europeos y por qué la transacción en sí sigue siendo un misterio histórico.

(Relacionado: La calle de Nueva York donde se hablan más de 300 idiomas)

Los nativos de Manhattan

Cuando los colonos europeos llegaron a la región del río Hudson, la zona ya estaba habitada por los lenape, que llamaron a la verde isla del Hudson Manahatta, o "isla montañosa". Los lenape, que hablaban una lengua algonquina y comerciaban con otros indígenas americanos, vivían una vida estacional en la isla, con ricos recursos naturales y abundantes animales.

Estos animales, sobre todo los castores, atrajeron la atención de los primeros europeos que se encontraron con los lenape y Manhatta a partir del siglo XVI. De hecho, gran parte del atractivo de Norteamérica para los primeros europeos tenía que ver con las pieles de animales, que se utilizaban para fabricar sombreros de moda y artículos de lujo para los consumidores europeos, sobre todo porque los europeos habían cazado animales de peletería en su propio continente hasta casi extinguirlos.

Atraídos por las abundantes pieles de castor de la región, los mercaderes holandeses empezaron a comerciar con los lenape y pronto reclamaron tierras desde lo que hoy es Delaware hasta Rhode Island en nombre de la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales, que se hizo con el monopolio del comercio atlántico. La compañía fundó Nueva Holanda en 1621, extendiendo el dominio holandés a la región del río Hudson. En 1624, los holandeses vivían en Manhatta, que acabó llamándose Manhattan, en un asentamiento llamado Nueva Amsterdam.

Los estatutos de la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales permitían a sus miembros firmar contratos con "príncipes y nativos" de la región, intercambiando bienes y dinero para "poblar estas fructíferas y despobladas tierras", lugares que ya habían servido como tierras ancestrales. De este modo, la corporación no se limitó a colonizar la tierra en cuestión, sino que compró todo lo posible a sus habitantes nativos.

En 1626, los holandeses hicieron precisamente eso: una compra a lo grande. En un informe a la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales, el colono Peter Schagen escribió una carta en la que afirmaba que los holandeses "han comprado la isla de Manhattes a los indios por valor de 60 florines". Aunque los registros también afirman que los holandeses compraron la isla a los lenape, nunca se encontró ninguna escritura u otra correspondencia relacionada con la venta. Y la cantidad pagada (y la propia naturaleza de la transacción) ha sido objeto de disputa durante casi 400 años.

La leyenda del siglo XIX parece ser la responsable de parte de la confusión. En la década de 1840, el historiador Edmund Bailey O'Callaghan empezó a descubrir documentos del pasado holandés de Nueva York, escribió la primera historia académica del estado y llegó a ser archivero del estado. Entre los descubrimientos de O'Callaghan estaba la carta de Schagen de 1626. O'Callaghan escribió que los nativos americanos "recibieron por ese espléndido tratado la insignificante suma de sesenta florines, o veinticuatro dólares".

Los lectores se aferraron a la cifra de 24 dólares, junto con otros relatos de O'Callaghan sobre el intercambio de abalorios por productos valiosos en toda la región, y así nació una leyenda. Pero sigue sin estar claro si se trataba de dinero, mercancías o ambas cosas. Los historiadores modernos señalan que 60 florines valían mucho más que 24 dólares en aquella época: equivalían a unos 1000 dólares actuales. Y si el dinero cambiaba de manos, lo más probable es que fuera acompañado de valiosas pieles, abalorios y otros bienes comerciales.

Transacciones similares apoyan esta interpretación. La escritura final de 1670 por la que los holandeses adquirieron Staten Island a los munsee demuestra un intenso regateo. Al final, los holandeses intercambiaron más de 100 000 cuentas de wampum, junto con grandes cantidades de ropa, herramientas, armas y municiones, por el futuro municipio, y prometieron reconocer la escritura anualmente como un acto de amistad mutua.

Pero no existe tal escritura para Manhattan. El historiador Paul Otto escribe que, independientemente de si en la transacción se intercambiaron dinero, bienes o ambas cosas, los lenape consideraron el intercambio como un "asunto importante".

Sin embargo, ese "asunto importante" no fue necesariamente una venta: Otto señala que los lenape y otros nativos americanos probablemente desconocían las formas europeas de propiedad y no reconocían en absoluto derechos individuales sobre la tierra; más bien, los habitantes indígenas de la zona probablemente pensaban que estaban acordando compartir la tierra con los holandeses o alquilársela. La historiadora Jean Soderlund escribe que, aunque los lenape tenían fama de nación pacífica, "no eran ni pusilánimes ni débiles", y que sus acciones siempre reflejaron tanto su compromiso con su propia soberanía como su deseo de proteger sus derechos comerciales.

Los holandeses, por su parte, creyeron haber comprado la tierra y procedieron a colonizarla con la ayuda de sus colonos, africanos esclavizados, comerciantes de varias naciones y personas que huían de la persecución religiosa. El comercio del castor floreció hasta el punto de que las pieles de castor se convirtieron en una moneda aceptada en toda Nueva Holanda. En 1664, Nueva Amsterdam contaba con 1500 habitantes y se hablaban 18 idiomas en todo el asentamiento. La ciudad era conocida por el muro o muralla (en inglés, "wall") que la rodeaba: construida por esclavos, sus vestigios acabaron convirtiéndose en la famosa Wall Street de Nueva York.

Carta de 1626 del colono holandés Peter Schagen en la que se describe la compra de Manhatta por 60 florines.

Fotografía de Peter Newark American Pictures, Bridgeman Images

Otro comercio histórico

Pero el muro no bastó para proteger a los holandeses de su propia toma forzosa: en agosto de 1664, soldados británicos asaltaron Nueva Ámsterdam; un mes después, Peter Stuyvesant, su gobernador holandés, rindió la colonia multicultural, que pasó a llamarse Nueva York.

Mientras tanto, holandeses e ingleses se disputaban el poder en otras partes del mundo en el marco de la Segunda Guerra Anglo-Holandesa, y en 1667 los holandeses invadieron la colonia inglesa de Surinam, en Sudamérica. Ese mismo año, los países beligerantes firmaron un tratado que intercambiaba oficialmente Nueva Holanda/Nueva York por una serie de posesiones coloniales, entre ellas la actual colonia de Surinam y la minúscula isla de Pulau Rhun, productora de nuez moscada, en Indonesia.

Mientras tanto, los habitantes que consideraban Manhattan su tierra ancestral fueron expulsados. Siguieron guerras, tratados y traslados forzosos, y en la década de 1860 la mayoría de los lenape habían sido expulsados a lo que hoy es Oklahoma. En la actualidad, tres tribus lenape están reconocidas federalmente por Estados Unidos, y otros pueblos lenape siguen luchando por su reconocimiento.

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    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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