Es oficial: 2016 fue el año más caluroso registrado en los últimos 137 años

Además, el informe también registra las concentraciones de gases de efecto invernadero más altas hasta la fecha.

Por Michael Greshko
Publicado 9 nov 2017, 4:21 CET
Ola de calor en Moscú
En esta fotografía del 9 de agosto de 2010, la gente descansa en la plaza Manezhaya justo frente al Kremlin, en Moscú, Rusia. En 2010, la capital rusa se vio inmersa en nubes de humo tóxico procedente de incendios incontrolados y una ola de calor sofocante que mató a unas 55.000 personas en toda Rusia occidental.
Fotografía de Ivan Sekretarev, Assoiated Press

Desde 1998, la actividad humana ha dejado atrapado el calor equivalente a 2.000 millones de bombas atómicas en el sistema climático de nuestro planeta, principalmente aumentando las concentraciones de gases de efecto invernadero a sus cifras más altas en 800.000 años, al ritmo más rápido que ha presenciado la Tierra desde la era de los dinosaurios.

Ese calor adicional no puede aumentar sin consecuencias. Dos nuevos informes confirman que 2016 fue el año más caluroso registrado y demuestran que la actividad humana ha incrementado las probabilidades de calor extremo.

El 10 de agosto, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica estadounidense (NOAA) publicó su informe anual sobre el estado del clima, en colaboración con la Sociedad Americana de Meteorología.  El informe de 298 páginas, elaborado por un equipo de científicos dirigido por los Centros Nacionales para la Información Medioambiental de la NOAA, afirma que 2016 fue el año más caluroso en 137 años de registros.

El informe revisado por expertos establece que, con una concentración anual media de CO2 de 402,9 partes por millón, las concentraciones de gases de efecto invernadero son las más altas registradas hasta la fecha. Además, es el primer año en más de 800.000 años en que los niveles de CO2 exceden las 400 partes por millón.

También afirma que en 2016, las medias globales de la temperatura superficial del océano, el nivel del mar y la temperatura de la parte inferior de la atmósfera llegaron a niveles máximos sin precedentes, mientras que la extensión de hielo del Ártico alcanzó un nivel mínimo récord. Las temperaturas en superficie también llegaron a una calidez récord, a lo que ha contribuido el intenso fenómeno de El Niño a principios de 2016.

Una nota de prensa que acompaña al informe señala que estos «importantes indicadores del cambio climático siguen reflejando tendencias coherentes con un planeta que se está calentando».

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El Niño 101

Consecuencias de la actividad humana

Aunque 2016 —y 2015 y 2014, los dos titulares anteriores del récord de año más caluroso— podría haber sido un año inusual, vale la pena preguntarse: ¿cómo de probable o improbable sería esta meteorología extrema sin la influencia de los humanos sobre el clima?

Un nuevo estudio publicado en Geophysical Review Letters el 10 de agosto concluye que los recientes niveles récord de calor serían extremadamente improbables sin los humanos jugando a los «dados del clima», añadiendo calor de forma artificial.

El estudio ha descubierto que la racha de calor sin precedentes 2014-2016 tenía menos de una probabilidad entre 3.000 de ocurrir en ausencia del calentamiento provocado por la acción humana. La influencia humana ha incrementado las probabilidades a favor de los periodos de calor, convirtiéndolos en un fenómeno con una probabilidad entre 100 de ocurrir.

Específicamente, el calor sin precedentes de 2016 habría sido un fenómeno con una probabilidad de uno entre un millón de ocurrir en un mundo sin calentamiento causado por los humanos. Sin embargo, debido a la actividad humana, el riesgo de tener temperaturas como las de 2016 ha aumentado hasta el 27 por ciento.

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