La capa de ozono podría recuperarse por completo en 2060

Un exitoso primer paso que pone de manifiesto la urgente necesidad de que los acuerdos internacionales se sumen al campo de batalla ante todos los retos medioambientales que nos apremian.

Por Cristina Crespo Garay
Publicado 8 nov 2018, 15:13 CET
Agujero de la capa de ozono
El agujero de la capa de ozono sobre la Antártida está cerrándose, según nuevas pruebas científicas.
Fotografía de Paul Nicklen, National Geographic Creative

Una buena noticia resurge de entre los retales del caos medioambiental. El agujero de la capa de ozono podría cerrarse por completo para 2060, según la última evaluación científica de la ONU. Cuando menos podemos evitar cuestionarnos si tenemos la capacidad de revertir nuestro impacto en el medio ambiente, este informe nos reafirma en la esperanza: cumplir los tratados internacionales surte un efecto liberador inmediato en la naturaleza.

Las medidas adoptadas al poner en marcha el Protocolo de Montreal han dado lugar a una disminución de la abundancia atmosférica de las sustancias que afectan al ozono, posibilitando el inicio de su recuperación. El informe Evaluación científica de la reducción del ozono 2018 pone de manifiesto que los daños del hemisferio norte de la capa podrían verse sanados para 2030, mientras que para verla recuperada por completo en el hemisferio sur habrá que esperar 30 años más.

El mayor agujero de ozono antártico registrado en septiembre de 2010.
Fotografía de NASA, Wikimédia Commons

Las sustancias que disminuyen el ozono (ODS, por sus siglas del  inglés Ozone-Depleting Substances) liberan átomos de cloro y bromo que destruyen la capa que nos protege de los rayos ultravioleta. Desde la última evaluación en 2014, estas sustancias han continuado su tendencia positiva, permitiendo que el agujero situado en la Antártida disminuya. “Como resultado del Protocolo de Montreal, se ha evitado un agotamiento del ozono mucho más grave en las regiones polares”, afirma la ONU.

Esperanza en la Enmienda de Kigali

El acuerdo medioambiental multilateral reflejado en el Protocolo de Montreal se firmó en la Conferencia de Viena de 1985 y entró en vigor el 1 de enero de 1989. Gracias a que la comunidad internacional dio ese decisivo paso a tiempo, el agujero de la estratosfera desaparece «a una tasa de entre el 1% y el 3% por década desde el año 2000».

En la 28ª reunión de las Partes del Protocolo de Montreal celebrada en Kigali en 2016, las Partes en el Protocolo de Montreal llegaron a un nuevo acuerdo para reducir el consumo y la producción de hidrofluorocarbonos (HFC) y aprobaron la conocida como Enmienda de Kigali.

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    Nuestro planeta: la capa de ozono

    Esta es la quinta de una serie de enmiendas del Protocolo, aprobada para eliminar los HFC en más del 80 % durante los próximos 30 años. A menudo utilizados para sustituir las sustancias que afectan al ozono, los hidrofluorocarbonos son gases de efecto invernadero que calientan nuestra atmósfera empeorando el cambio climático. “Se proyecta que la Enmienda Kigali reduzca el calentamiento global a causa de los HFC de una base de 0’3 a 0’5 °C, a menos de 0'1 °C en el año 2100”, declara la ONU, por lo que “se podría evitar un aumento de 0,5°C de la temperatura del planeta para finales del siglo”.

    Un aumento inesperado de los gases CFC

    La evaluación científica también ha revelado un aumento de la presencia en la atmósfera de las emisiones CFC-11, empleados principalmente en la industria de la refrigeración y los aerosoles. Capaces de permanecer desde 50 a 200 años en la atmósfera, estas emisiones son las responsables de haber frenado la disminución esperada en anteriores evaluaciones. “Si bien las emisiones de CFC-11 de Asia oriental aumentaron desde 2012, la contribución de esta región al aumento global de las emisiones no se conoce aun bien”, afirma el nuevo estudio.

    Que el éxito del Protocolo de Montreal continúe depende ahora de la fidelidad en su cumplimiento. Los expertos aseguran que las medidas más significativas ya se han tomado, por lo que las opciones nuevas son limitadas. El control de las futuras emisiones de las sustancias nocivas será extremadamente importante para vigilar sus efectos en el clima y la atmósfera.  

    Debido al alto grado de cooperación logrado por este tratado y al gran éxito obtenido en su implementación, el protocolo ha sido considerado un admirable ejemplo de una cooperación internacional sin la que no es posible lograr los importantes compromisos medioambientales a los que nos enfrentamos. “Si todos nos reunimos y trabajamos juntos, no hay límite para lo que podemos lograr en el planeta Tierra”, afirma Erik Solheim, director del programa medioambiental de la ONU. Recientemente, manifestaba en su cuenta de twitter que “hay potencial para reducir el calentamiento global. Es hora de una acción climática más ambiciosa”.

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