El último lustro ha sido el periodo más cálido registrado, según la NASA y la NOAA

No se aprecian señales de que el calentamiento del planeta vaya a detenerse.

Por Alejandra Borunda
Publicado 7 feb 2019, 12:02 CET
Incendio en Deepwater
Un incendio arrasa el parque nacional de Deepwater en Queensland el 28 de noviembre de 2018. Miles de personas fueron evacuadas de sus hogares en el noreste de Australia cuando los incendios arrasaron Queensland durante una ola de calor abrasadora.
Fotografía de Rob Griffith, AFP/Getty Images

Es oficial: según el informe anual de los científicos de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica estadounidense (NOAA) y la NASA, publicado ayer miércoles, 2018 fue el cuarto año más cálido registrado.

Las temperaturas del aire globales han aumentado de forma constante a lo largo de las últimas décadas, con cambios ascendentes y descendentes de un año a otro dependiendo de oscilaciones climáticas como El Niño, pero siguiendo un patrón ascendente constante. El último lustro —de 2014 a 2018— fue el periodo más cálido en los 139 años que la NOAA lleva supervisando el calentamiento mundial. Según el informe, las temperaturas en tierra eran aproximadamente 1,1 grados Celsius más cálidas que la media del siglo XX.

«Es un viaje ascendente a largo plazo en el ascensor del calentamiento», afirma Deke Arndt, director de la división de supervisión global de los Centros Nacionales de Información Medioambiental de la NOAA en Carolina del Norte.

El calentamiento del clima no solo hace que los veranos sean más cálidos o evita que los inviernos sean tan fríos como antes: también puede alterar los patrones meteorológicos, e intensificar las tormentas y las precipitaciones. Puede cambiar el lugar y la forma en que cae la nieve o en que se congelan los lagos. Además, podría reprogramar las diversas formas de circulación oceánica.

«2018 fue un signo de exclamación en una tendencia hacia más precipitaciones», afirma Arndt.

Pero el aumento del calor también supone un reto para los humanos y los seres vivos del planeta. El año pasado, las olas de calor de Europa y Australia agitaron el planeta y batieron récords de temperatura que alimentaron incendios forestales devastadores. Se descubrió que las olas de calor europeas fueron cinco veces más probables por el cambio climático antropogénico. Los expertos también han determinado que los incendios forestales que arrasaron el oeste de los Estados Unidos se vieron intensificados por el cambio climático, ya que el calor y la sequía absorbieron la humedad de la vegetación, dejándola seca e inflamable.

El aumento de las temperaturas también contribuyó al inventario creciente de desastres meteorológicos. En 2018, según la NOAA, se produjeron 14 fenómenos meteorológicos y climáticos que pasaron factura al país, cobrándose cientos de vidas, así como más de 1.000 millones de dólares (un total de al menos 247 muertes y 91.000 millones de dólares en daños). Los huracanes Florence y Michael, que devastaron las comunidades por las que pasaron, fueron los más destructivos, y los incendios forestales del oeste les siguieron de cerca.

La previsión para los próximos años es más de lo mismo. El Servicio Meteorológico Nacional del Reino Unido predice que 2019 será más cálido que 2018, una consecuencia parcial del fenómeno El Niño, que casi siempre provoca un aumento de las temperaturas globales. Pero los científicos insisten en que las emisiones de gases de efecto invernadero son el principal factor causante del aumento de las temperaturas, tanto en las décadas pasadas como en el futuro.

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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