¿Qué pasaría si desaparecen las abejas?

Hoy, Día Mundial de las Abejas, las cifras sobre el desplome de estos polinizadores que mantienen en equilibrio los ecosistemas continúan siendo críticas.

Por Cristina Crespo Garay
Publicado 20 may 2019, 15:57 CEST
Un lobo de las abejas
Un lobo de las abejas transporta una abeja paralizada a su nido, donde pondrá huevos en su víctima.
Fotografía de Gudrun Herzner

En nuestro planeta existen 1.400 millones de insectos por cada persona y, según afirma David MacNeal en su libro Bugged, necesitamos a todos y cada uno de estos «impulsores del mundo» para mantener el equilibrio de los ecosistemas. Sin embargo, más de un tercio de todas las especies de insectos que habitan en nuestro planeta están en peligro de extinción, según afirma el informe de la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES).

De las especies terrestres, los himenópteros - entre los que se encuentran las abejas - es uno de los grupos más afectados, según el estudio Declive mundial de la entomofauna: una revisión de sus impulsores, publicado en la revista Science. El desplome de sus poblaciones es crítico debido a su papel fundamental en los ecosistemas, que podrían derrumbarse ante la falta de estos pequeños seres vivos.

El equilibrio de la vida, tal y como la conocemos, depende de estos insectos polinizadores. Sin embargo, casi la mitad de las abejas están amenazadas, según un estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences.

Adiós a la seguridad alimentaria

En el planeta existen al menos 20.000 especies de abejas silvestres y, si nos acercamos a Europa, cerca de 2.500. La polinización que realizan estos insectos es el proceso natural que permite que las flores sean fecundadas para dar semillas y frutos; es decir, la piedra angular de la biodiversidad. Pero también de nuestra seguridad alimentaria: a nivel mundial, una tercera parte de los alimentos dependen de las abejas, así como un 90% de las plantas silvestres con flor, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO).

A nivel europeo, el 37% de las poblaciones de abejas están en declive y hasta un 70% de los cultivos producidos en España dependen también de la polinización, según datos de Greenpeace.

Entre las principales amenazas se encuentra la degradación de sus hábitats, el cambio climático, las prácticas agrarias, el cambio en el uso de los suelos o las especies invasoras. Las causas agrarias toman forma en el uso de prácticas de la agricultura industrializada, como los monocultivos, que se traducen en una menor disponibilidad y diversidad de alimento, así como plaguicidas tóxicos para estos seres vivos.

“Se ha calculado que el valor económico de la labor de polinización de las abejas y otros polinizadores para la agricultura es de unos 265.000 millones de euros anuales en todo el mundo, 22.000 millones para Europa y más de 2.400 millones de euros para España”, afirmaba Greenpeace en su informe sobre los polinizadores Alimentos bajo amenaza (2014).

El impacto en la reproducción de las abejas

Uno de los motivos por los que atajar este problema se vuelve tan difícil es porque no se tiene un único causante. El cambio del uso de los suelos para plantaciones agrícolas, que dejan cada vez menos alimento para estos polinizadores, así como el uso de plaguicidas, fungicidas y herbicidas que se asocian también al descenso de estos y otros insectos.

La urbanización de los terrenos e incluso la contaminación electromagnética derivada de la actividad humana son también causantes del declive de las abejas, que además ven afectada también su reproducción.

Si de por sí las abejas melíferas tienen probabilidades muy bajas de éxito en su apareamiento, con menos de un 1% de posibilidades de éxito y un cien de que el macho muera, en 2016 un estudio revelaba además que diversos plaguicidas utilizados en la actividad agraria pueden actuar como anticonceptivos para las abejas.

El impacto de la desaparición de los insectos, en especial de las abejas, sería por tanto dramático, ya no solo a causa de su función como polinizadores. Como base de la cadena trófica, los insectos son el alimento de miles de especies de pequeños mamíferos, que a su vez son el alimento de otros mamíferos, y así hasta completar una cadena alimenticia que se derrumbará si no actuamos ya.

“A corto plazo, el primer paso es prohibir los productos tóxicos para las abejas”, exigen desde Greenpeace en su informe. “Y la solución definitiva es la adopción de la agricultura ecológica como única vía para una producción de alimentos respetuosa con todos los habitantes del planeta”.

La biodiversidad, la agricultura y nuestra alimentación dependen en gran medida de los insectos polinizadores. “Su salvaguarda es un reto importante para la humanidad que se debe afrontar sin más demora”.

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