Los glaciares de Alaska se derriten cien veces más rápido de lo previsto

Dando un uso nuevo a una tecnología antigua, se ha analizado el deshielo de los glaciares de marea bajo el agua, con resultados desconcertantes.

Por Jenny Howard
Publicado 26 jul 2019, 11:40 CEST
Glaciar de marea
El deshielo submarino de los glaciares de marea, como este de Alaska, es 100 veces más rápido de lo que habían estimado los científicos a partir de modelos teóricos.
Fotografía de Jim Mone, Ap

Una nueva forma de medir el deshielo de algunos glaciares bajo el agua ha desvelado algo sorprendente: algunos glaciares se derriten 100 veces más rápido de lo que creían los científicos.

En un nuevo estudio publicado en Science, un equipo de oceanógrafos y glaciólogos ha desvelado información novedosa sobre los glaciares de marea —aquellos que acaban en el mar— y sus procesos dinámicos.

«Han descubierto que el deshielo que se está produciendo difiere bastante de algunas de nuestras hipótesis previas», afirma Twila Moon, glacióloga del Centro Nacional de Datos de Hielo y Nieve en la Universidad de Colorado-Boulder que no participó en el estudio.

Parte de este desprendimiento y deshielo glaciar son procesos normales que experimentan durante transiciones estacionales del verano al invierno e incluso durante el verano. Pero el calentamiento del clima acelera el deshielo glaciar en todo el mundo, posiblemente mediante el deshielo en la superficie del glaciar, pero también mediante el deshielo submarino.

Ellyn Enderlin, glacióloga de la Universidad Estatal de Boise que no participó en el estudio, explica que los glaciares pueden extenderse decenas de metros bajo la superficie. Descubrir ritmos superiores de deshielo submarino nos indica que «los glaciares son mucho más sensibles de lo que creíamos a los cambios del océano». Comprender los procesos de derretimiento y calcular la cantidad de deshielo con precisión es fundamental para la planificación ante el aumento del nivel del mar.

Clima 101: Glaciares
Los glaciares están presentes en casi todos los continentes. Sin embargo, se derriten a gran velocidad por el calentamiento. Descubre cómo se forman los glaciares y otros datos interesantes sobre ellos.

«Nos sorprende poder hacer esto siquiera», afirma el autor principal David Shuterland, oceanógrafo de la Universidad de Oregón. «No estábamos seguros al cien por cien de que fuera a funcionar».

La supervisión de glaciares específicos a largo plazo puede hacer que los investigadores —y los alumnos de instituto— se hagan una idea del deshielo inducido por el cambio climático. Los estudiantes del Instituto Petersburg, cerca de la bahía LeConte, empezaron a recopilar datos sobre la posición del término glaciar. Hace varios años, sus anotaciones de la retirada del glaciar alertaron a los científicos de la Universidad del Sudeste de Alaska, que se interesaron por comprender mejor el deshielo del glaciar.

Medir las masas de hielo que se derriten

Según Sutherland, LeConte era un glaciar ideal que estudiar, por su accesibilidad pese a ser un glaciar de marea. En un entorno complejo, el proyecto exigía tantas líneas de datos que los equipos de oceanógrafos y glaciólogos recopilaron datos simultáneamente en el glaciar.

Calcular la velocidad del deshielo glaciar no es tan simple como medir un cubito de hielo que se derrite en un vaso de agua. En el caso de un glaciar debe saberse la velocidad a la que se desplaza el hielo por el fiordo, así como la proporción que se derrite y la proporción que se desprende.

«En mi cabeza era bastante sencillo y sonaba bien sobre el papel», afirma Sutherland. Pero navegar por el fiordo, donde el glaciar LeConte desemboca en el mar, ya es difícil con buen tiempo. Los científicos pasaron semanas a bordo del barco, trabajando las 24 horas del día en turnos de 12 horas cada uno.

Las cabras blancas se desplazaban por las cornisas sobre sus cabezas, las ballenas frecuentaban el fiordo y las aves marinas se zambullían en el agua. «Cuando no estás rezando por que mejore el tiempo, es un lugar bastante asombroso», afirma Sutherland.

Desde el MV Stellar de 24 metros, los oceanógrafos llevaron a cabo estudios con sónar bajo el agua, como los que se utilizan para medir las profundidades marinas. Pero en lugar de dirigir el sónar hacia el fondo marino, lo inclinaron para captar la parte submarina del frente glaciar en 3D.

A continuación, los oceanógrafos intentaron averiguar la velocidad a la que se desplazaba el sónar por el agua del fiordo para tomar cálculos precisos. Sutherland explica que necesitaron más mediciones «básicas» de las propiedades del agua, como la salinidad y la temperatura. A veces, colgar un instrumental carísimo de un lado del barco puede resultar tenso.

Los científicos repitieron las observaciones durante dos veranos y obtuvieron varios escáneres en cada viaje.

«Poder escanear toda la superficie glaciar varias veces durante el verano no es tarea fácil», afirma Eric Rignot, glaciólogo de la Universidad de California, Irvine, que no participó en el estudio.

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    “No estábamos seguros al cien por cien de que fuera a funcionar.”

    por DAVID SUTHERLAND, UNIVERSIDAD DE OREGÓN

    El exceso de hielo frente al glaciar implica que «el barco no puede atravesar el hielo», afirma Rignot. A veces, eso significaba que el barco debía retirarse repentinamente del frente glaciar, mientras los científicos cruzaban los dedos por que el equipo no se cayera al agua.

    Al mismo tiempo, un equipo de glaciólogos acampó en un saliente con vistas al glaciar. Llevaban consigo un delicado radar para medir el movimiento natural del glaciar. Jason Amundson, glaciólogo y coautor del estudio de la Universidad del Sudeste de Alaska, explica que utilizaron imágenes a cámara rápida para medir el flujo glaciar y deducir a qué velocidad se desplaza el hielo hacia el mar.

    Según Moon, el hielo del glaciar se acelera conforme se acerca al frente glaciar, donde desemboca en el océano. Compara el movimiento del hielo con exprimir un tubo de pasta de dientes: cuando la pasta de dientes llega al final, no hay más pasta de dientes que bloquee su avance, de forma que se mueve más rápido. El hielo cerca del frente glaciar puede desplazarse casi 23 metros al día y conocer su velocidad es fundamental para calcular el deshielo.

    A partir de las bases de datos, los investigadores fueron capaces de calcular la tasa de deshielo glaciar de la parte submarina del glaciar: dos órdenes de magnitud más de lo esperado. Rignot afirmó que uno de los modelos teóricos, empleado durante 20 o 30 años, era una versión simplificada que no funcionaba a la perfección.

    En un glaciar de marea se producen varios procesos de deshielo, por eso los científicos abordaron el misterio del deshielo desde varios ángulos. Si hay un enorme bloque de hielo en una bañera y no ocurre nada más, se derretirá a nivel basal.

    Cuando una columna de agua dulce derretida en la superficie penetra el fiordo, desemboca en el fiordo cerca del frente del glaciar. El agua dulce, que tiene más flotabilidad, sube a la superficie y socava o erosiona el frente glaciar.

    Y después está el deshielo submarino que ocurre allí donde el océano toca la superficie del glaciar. Según Sutherland, la parte más interesante del nuevo método es que pueden detectar la ubicación exacta donde se produce más deshielo.

    «Una cantidad considerable de hielo que sale empujado al mar se derrite allí donde entra en contacto con este, así que el glaciar pierde una gran cantidad de masa debido a ese deshielo», afirma Enderlin.

    «El agua marina caliente derrite un gran porcentaje del hielo que desemboca en el mar», afirma Amundson.

    Calcularon que el glaciar se derretía bajo el agua a un ritmo de casi 1,5 metros al día en mayo y hasta cinco metros al día en agosto. En una época posterior de la estación, el agua más caliente incrementó el deshielo submarino. El agua de la bahía LeConte, que suele estar a menos de 6 grados centígrados, está caliente frente al hielo y a otros fiordos del mundo.

    ¿Y otros glaciares?

    El éxito del nuevo método «abre la puerta a que los investigadores hagan esto en otras partes del mundo», afirma Sutherland. La información del glaciar LeConte de Alaska podría aplicarse específicamente para estudiar los glaciares de Groenlandia y la Antártida. «El deshielo submarino podría ser importante en otras partes», afirma Enderlin.

    Solo 50 de los casi 100 000 glaciares de Alaska son glaciares de marea, pero son unos de los más grandes. Estos «glaciares pueden cambiar mucho más rápido que los glaciares de valle por los procesos que ocurren justo en el punto donde el glaciar desemboca en el mar», afirma Amundson.

    Groenlandia, que es principalmente una enorme capa de hielo, tiene unos 200 glaciares de salida, pero el agua de esa zona está mucho más fría si se compara con la temperatura de la bahía LeConte.

    Según Rignot, los glaciares de Alaska experimentan principalmente deshielo en superficie, ya que pocos acaban en el mar. Groenlandia sufre deshielo en superficie, así como deshielo por glaciares de marea. Pero en la Antártida, este deshielo submarino es el único tipo de deshielo, de ahí la importancia de comprender los procesos fuera de Alaska.

    Según Sutherland, si aumenta la temperatura del agua y del aire, como ocurre con el cambio climático, no cabe duda de que habrá más deshielo. Sin embargo, puede ser difícil deducirlo a partir del deshielo natural.

    «Estas observaciones nos muestran con bastante claridad que nos faltan cosas», afirma Moon. «Es un llamamiento a la acción» para comprender mejor el funcionamiento de estos sistemas.

    Por suerte, a los científicos les queda algo de tiempo para averiguarlo.

    «No estamos perdiendo estos glaciares tan rápidamente, seguirán aquí en las próximas décadas», afirma Sutherland.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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