Las reservas árticas prístinas beneficiarán a la fauna y a las comunidades inuits

Se prevé que esta nueva área marina protegida de Canadá será un refugio para la fauna silvestre mientras otras partes del Ártico se enfrentan a la inestabilidad.

Por Sarah Gibbens
Publicado 5 ago 2019, 13:34 CEST
Narvales
Los narvales nadan por la orilla septentrional de la isla Baffin, donde se encuentra el área de conservación del estrecho de Lancaster.
Fotografía de Enric Sala

En Tuvaijuittuq, el hielo nunca se derrite.

«Cuando estás allí, es muy tranquilo. Es precioso. Cuando estás en el hielo, es sólido como el hormigón», afirma Paul Okalik, asesor de conservación ártica en el World Wildlife Fund y ex primer ministro de la provincia canadiense de Nunavut.

Según él, Tuvaijuittuq es «un lugar único en la Tierra».

Ahora, el extremo norte de la región ártica canadiense conservará su estado prístino gracias al acuerdo al que han llegado el gobierno canadiense y la Qikiqtani Inuit Assocation (QIA).

«Detener cualquier nueva actividad humana ayudará a garantizar que el hielo que nunca se derrita siga siendo fiel a su nombre», declaró Justin Trudeau, primer ministro canadiense, el jueves pasado en una conferencia de prensa en la ciudad de Iqaluit, en Nunavut.

Las definiciones de Área Marina Protegida (AMP) varían según el país. En Canadá, este nombramiento impedirá la minería, la extracción de gas y petróleo, los vertidos y la pesca de arrastre en estas aguas. La normativa de las MPA canadienses es nueva y se publicó el pasado abril tras recibir recomendaciones oficiales de un grupo de expertos.

Los medioambientalistas afirman que proteger esta región de las actividades industriales la convertirá en un refugio para morsas, osos polares, focas y narvales ante la creciente inestabilidad del hielo ártico.

El gobierno canadiense crea estas AMP sometiendo a la región escogida a un periodo de protección provisional mientras finaliza las condiciones del espacio protegido. Además del plan para conservar Tuvaijuittuq, Trudeau también anunció oficialmente la fundación del área de conservación marina nacional Tallurutiup Imanga.

La implicación inuit

El paisaje del litoral septentrional de la isla Baffin, donde se encuentra el área de conservación del estrecho de Lancaster.
Fotografía de Enric Sala

Según PJ Akeeagok, presidente de QIA, la asociación quiere que esta nueva zona de conservación marina sirva de modelo de inclusión de los grupos indígenas.

Además de mantener a la industria fuera de las aguas prístinas, el gobierno canadiense creará empleos en áreas como investigación y recopilación de datos y construirá infraestructuras muy necesarias, como muelles.

«Cuando empezaron las negociaciones, yo asistí con un espíritu de reconciliación», afirma Akeeagok.

Akeeagok creció en Grise Fiord, una localidad a la que el gobierno canadiense trasladó por la fuerza a los grupos inuits nativos. Según él, con su inversión en la economía de la región, el gobierno está devolviendo por fin lo que había arrebatado a la comunidad.

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    «Aunque hay una historia oscura en nuestro capítulo, nuestro trabajo consiste en crear un futuro esperanzador para los inuits. Queremos una economía autosuficiente», afirma Akeeagok.

    Okalik afirma que contar con una comunidad concienciada con la idea de proteger la región será de gran ayuda para garantizar la aplicación de sus normas.

    «Supondrá un gran apoyo para las economías locales y la conservación, que es nuestra meta», afirma Okalik. «Intentamos mantener una economía viable, basada en la conservación».

    Planificación de resiliencia

    El cambio climático está provocando más calentamiento en el Ártico que en ningún otro lugar del planeta y el hielo antaño estable está desprendiéndose. Se ha desprendido tanto hielo que ha generado preocupación por que se avecine una nueva Guerra Fría en la punta del planeta, pero esta vez por el control de las aguas antaño intransitables para grandes buques.

    «Los inuits están en la primera línea de quienes presencian y sienten el cambio climático. Existe una previsibilidad que ya no existe en términos de condiciones meteorológicas y del hielo, lo sabemos directamente por los cazadores», afirma Akeeagok.

    Tanto Akeeagok como Okalik se muestran optimistas ante la posibilidad de que la inversión del gobierno en el ecosistema natural y el pueblo inuit preserve la región a largo plazo.

    «Me siento muy animado por cuánto ha progresado el gobierno para trabajar con las poblaciones indígenas locales», afirma Okalik. «Espero que esto continúe, porque es algo que ha faltado en el pasado».

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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