Todo el combustible nuclear gastado de Estados Unidos acabará en este lugar

Los peligros del almacenamiento de residuos nucleares en una zona remota de 400 hectáreas en Nuevo México preocupan a las autoridades y los habitantes, pero los planes siguen adelante para 2020.

Por Sammy Feldblum
Publicado 1 ago 2019, 16:18 CEST
Centro de almacenamiento nuclear
La ubicación del futuro centro de almacenamiento nuclear de Holtec, a unos 56 kilómetros a las afueras de Carlsbad, Nuevo México.
Fotografía de Sammy Feldblum

 

A veces, la energía nuclear se considera la solución a la inminente catástrofe climática: es fiable en días nublados o poco ventosos y produce electricidad sin liberar dióxido de carbono, un gas de efecto invernadero, al menos una vez las centrales están operativas. Mientras el mundo pretende cambiar los combustibles fósiles por fuentes de energía más limpias, la demanda global de energía sigue aumentando.

Actualmente, la fisión nuclear genera el 11 por ciento de la electricidad mundial cada año y un 20 por ciento de la electricidad de Estados Unidos. Los partidarios de la nuclear creen que tiene la capacidad de escalarse de una forma lo bastante rápida y fiable como para desplazar a los combustibles fósiles y abastecer la creciente demanda energética mundial.

Pero la energía nuclear implica residuos nucleares, un problema para el que se llevan buscando soluciones durante décadas y que sigue siendo tan engorroso como siempre. Las instalaciones nucleares en Estados Unidos —60 centrales en 30 estados en diciembre de 2018— suelen almacenar los elementos combustibles agotados in situ, distribuyendo el riesgo de contaminación y filtración por todo el país. En 1987, el gobierno federal propuso crear un depósito permanente centralizado de dichos residuos nucleares Yucca Mountain, a unos 160 kilómetros al norte de Las Vegas, en Nevada. Pero la resistencia del estado provocó retrasos en la construcción del depósito y el gobierno de Obama dejó aparcado el proyecto en 2009.

Ahora ha surgido otra ubicación posible para el depósito de los elementos combustibles agotados de las centrales estadounidenses. Holtec International, una empresa especializada en la gestión de residuos nucleares, ha comprado más de 400 hectáreas de desierto en el sudeste de Nuevo México para «un centro de almacenamiento provisional consolidado» que pretende albergar 120 000 toneladas métricas de residuos nucleares a lo largo de 40 años, al menos en un principio.

Crece la oposición

Las pequeñas ciudades y pueblos del llano sudeste de Nuevo México, el «corredor nuclear» del estado, están acostumbrados a la industria de la energía nuclear. A 64 kilómetros de la única central de enriquecimiento de uranio del país, a 19 kilómetros del lugar propuesto por Holtec, un depósito alberga los residuos de la investigación y el desarrollo de armamento nuclear de todo Estados Unidos. Un depósito de residuos al otro lado de la frontera con Texas almacena materiales que se han vuelto radiactivos por su proximidad a los materiales nucleares; el lugar también quiere expandirse para gestionar categorías superiores de residuos radiactivos.

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Pero, como ocurrió con Yucca Mountain, la oposición local a las instalaciones aumenta. La gobernadora de Nuevo México, Michelle Lujan-Grisham, se pronunció en su contra a principios de junio; la congresista Deb Haaland siguió sus pasos y citó los riesgos que supone para la «seguridad y la salud de los nuevomexicanos, nuestra economía y nuestro medio ambiente».

Stephanie García Richard, comisaria de tierras estatales, acusó a Holtec de haber engañado a la Comisión Reguladora Nuclear (NRC, por sus siglas en inglés) respecto a los acuerdos a los que había llegado con los prospectores de petróleo y gas natural para garantizar que las operaciones de perforación no afectarían al depósito. Este medio ha pedido a Holtec que comente al respecto, sin respuesta.

A Stephen Aldridge, alcalde de la localidad de Jal, a unos 80 kilómetros al sur del lugar, le preocupa el transporte de residuos a las nuevas instalaciones. El ayuntamiento de Jal aprobó una resolución en contra del proyecto en 2018 basándose en los problemas de salud y seguridad. Miles de trabajadores, algunos con sus familias, se han mudado a Jal por los pujantes campos de petróleo y gas natural, y Aldridge espera que algunos se queden. Le preocupa que el riesgo de accidentes en las nuevas instalaciones aleje a la gente.

«No es como si necesitásemos varios ejemplos. Uno basta», afirma. «Si al venir hacia aquí por la autopista algo sale disparado, se abre, ya está. Estamos acabados. La comunidad estará acabada».

Don Hancock, director del programa de residuos nucleares del Centro de Información e Investigación del Sudoeste en Albuquerque, también expresa su preocupación por trasladar los residuos a largas distancias.

«¿Es seguro? Y si intentamos prevenir la exposición, ¿se podrá hacer?», pregunta.

Hancock, como muchos de los que se oponen a Holtec, propone el «almacenamiento in situ reforzado», para minimizar el transporte y tomar precauciones allí donde ya están los residuos.

Sam Cobb, alcalde de Hobbs —a 56 kilómetros del emplazamiento propuesto—, forma parte de la junta de la Eddy-Lea Energy Alliance (ELEA), un consorcio de gobiernos locales que vendieron a Holtec los terrenos de las instalaciones. Cobb declaró que cree que los riesgos de la amplia distribución de los residuos son uno de los motivos propuestos para la construcción de una instalación centralizada.

«Aunque nunca construyéramos otra central nuclear, aún quedará el final del ciclo del combustible y tendremos que gestionarlo», afirma. «Creemos que dejarlo en centros de población de todo el país no es una buena estrategia nacional».

John Heaton, vicepresidente de la ELEA, citó las exhaustivas pruebas de resistencia de los contenedores que albergarán los residuos y sugirió que la oposición a Holtec procede de un razonamiento emocional, no técnico.

«Hay gente que tiene una opinión radical sobre todo lo nuclear», dice sobre los opositores. «En mi opinión, ven la devastación de Nagasaki, lo que ocurrió aquí, y no la quieren. Pese a todas las ventajas de la nuclear, no la quieren».

¿Temporal o permanente?

Algunos nuevomexicanos temen que un lugar centralizado en la zona se convierta en un compromiso duradero. Leona Morgan es la codirectora del Grupo de Estudio de Temas Nucleares (NISG, por sus siglas en inglés), que organiza la oposición estatal a Holtec. Morgan y el NISG hacen campaña en contra de los materiales nucleares en todo el estado y defienden la liquidación de la energía nuclear a un nivel más generalizado.

«La idea de Holtec es solo temporal», afirma Morgan. «Ahora mismo, a nivel nacional, no existe un lugar permanente para nada. La idea inicial era Yucca, pero eso no iba a pasar. Estamos luchando contra un posible depósito permanente».

Según ella, seguir por esta vía no es ni de lejos un plan suficiente para los residuos nucleares, ya que la Agencia de Protección Medioambiental estadounidense estipula que el tipo de residuos nucleares que albergará Holtec deben permanecer aislados durante 10 000 años.

Cobb cree que el temor por que las instalaciones se vuelvan permanentes es exagerado. Si la NRC decide que las instalaciones no pueden albergar los residuos durante más de 40 años, tendrá ese tiempo para decidir su próximo paso. Comprende la incomodidad que puede suscitar el proyecto, «pero no debemos ignorar el hecho de que lleva formando parte de nuestro país durante décadas y debe hacerse algo con el flujo de residuos».

Este es quizá el punto en el que todos están de acuerdo. «No hay ningún lugar donde poner los residuos y el problema crecerá», afirma Morgan. «Este es un momento difícil. Los reactores son antiguos y, conforme se clausuren más, habrá más gente que diga “fuera de aquí”».

«Pero eso es estúpido», afirma. «No es seguro para vosotros, pero ¿es seguro para nosotros?».

Por ahora, el gobierno federal ha decidido que es lo bastante seguro y, según Holtec, las instalaciones van encaminadas hacia la concesión de licencias el año que viene. Lo que ocurra podría afectar a la zona durante las próximas decenas de miles de años.

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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