«Escuchadnos y ayudadnos»: niños de todo el mundo se declaran en huelga por el clima

Niños y jóvenes de más de 200 países instan a que los adultos actúen y dejen de arruinar el futuro del planeta.

Por Laura Parker
Publicado 5 nov 2020, 6:56 CET
Sídney, Australia
Miles de estudiantes y manifestantes se congregan en Sídney, Australia, en una manifestación por el clima. Las protestas organizadas por todo el mundo forman parte de un día internacional para demandar acción ante la crisis climática.
Fotografía de Jenny Evans, Getty Images

Adultos del mundo, escuchad: nos habéis fallado.

Este es el mensaje que millones de jóvenes de Sídney, Varsovia, Londres y muchos lugares más trasladaron a las calles el pasado viernes, cuando se saltaron las clases para acudir a la huelga y demandar acciones urgentes ante el cambio climático.

Esta huelga internacional es la tercera del año, en el que se han celebrado más de 3000 protestas según Fridays for Future, el grupo organizador. La huelga en Nueva York, donde 1,1 millones de estudiantes fueron eximidos de asistir a clase, se produjo justo antes de dos reuniones de Naciones Unidas: la primera Cumbre de la Juventud, celebrada el sábado, y la Cumbre del Clima, celebrada en la Asamblea General hoy lunes.

Huelga por el clima

La protesta de Nueva York fue encabezada por Greta Thunberg, la adolescente sueca de 16 años que se ha convertido en la cara del creciente movimiento juvenil que ha arraigado deprisa en más de 200 países. Su mensaje a los líderes mundiales es contundente y directo: escuchen a la ciencia.

«Estamos unidos y respaldados por la ciencia y nada nos detendrá a la hora de impedir que esta crisis empeore», declaró Thunberg desde el escenario de Battery Park, en el extremo sur de Manhattan, mientras la multitud coreaba «Greta, Greta, Greta».

El creciente movimiento juvenil ha arraigado rápidamente en más de 200 países. Los estudiantes demandan la ayuda de los adultos para detener el cambio climático.
Fotografía de Jenny Evans, Getty Images

No solo ha condenado a los líderes políticos por sus «promesas vacías, mentiras e inacción», sino que ha regañado a los adultos que la apoyan por sacarse selfis con ella y sus compañeros activistas y decirles «cuánto admiran lo que hacemos».

Añadió que ese no es el motivo por el que la gente ha salido a las calles. «Lo hacemos para que los líderes abran los ojos», declaró. «Nos merecemos un futuro seguro. ¿Es tanto pedir?».

Thunberg transmitió un mensaje similar al Congreso estadounidense cuando declaró a principios de la semana. En lugar de un discurso preparado, presentó el informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático del pasado octubre, que advierte que el aumento de las temperaturas globales se está acelerando de forma alarmante. Para impedir un calentamiento de 1,5 grados centígrados —que proocaría una escasez de alimentos catastrófica, muertes de arrecifes de coral, un empeoramiento de las inundaciones, incendios forestales y fenómenos meteorológicos extremos—, los científicos han recomendado reducir un 45 por ciento las emisiones de gases de efecto invernadero para 2030 y un cien por cien para 2050.

Además de su comparecencia ante el Congreso estadounidense, Thunberg se reunió con la presidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi y el expresidente Barack Obama, y participó en una protesta frente al Tribunal Supremo junto a 21 jóvenes que han demandado al gobierno para forzar por orden judicial la toma de acciones contra el cambio climático. También participó en una protesta frente a la Casa Blanca, donde los manifestantes se tumbaron durante 11 minutos en reconocimiento a los 11 años que quedan hasta la fecha límite de 2030.

Thunberg llegó a Nueva York el mes pasado tras dos semanas de travesía en barco por el Atlántico. Se niega a volar por la huella de carbono de los aviones.

La pequeña pero intrépida adolescente parece la líder más improbable de un movimiento global. Cuando celebró su primera huelga escolar un viernes frente al parlamento sueco en agosto del año pasado, estaba sola. Más adelante, se sumaron más alumnos. El pasado diciembre, habló en una reunión de la ONU en Polonia —a donde viajó en tren— y en primavera había puesto en marcha un movimiento internacional.

«La inacción de nuestros líderes ha colocado el peso de la crisis climática sobre nuestros hombros», afirma Alexandria Villasenor, la fundadora de 14 años de Earth Uprising, uno de los muchos grupos de activistas que se ha organizado.

Villasenor vive a una hora de Paradise, California, que ardió el pasado otoño en uno de los peores incendios forestales en la peor temporada de incendios de la historia de California. Recordando el fuego y el humo tóxico que se propagó por su hogar, Villasenor contó que su mayor miedo es que para cuando tenga 18 años y pueda votar, «sea demasiado tarde para resolver la crisis climática».

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    Los niños instan a los adultos a actuar para salvar el futuro del planeta, por ellos y por sus hijos. Aquí, los jóvenes manifestantes juegan con una Tierra en Sídney.
    Fotografía de Brook Mitchell, Getty Images

    Es personal

    El movimiento se ha comparado con movimientos sociales anteriores, como el sufragio femenino, los derechos civiles, los derechos del colectivo LGTB y las protestas antibélicas durante la guerra de Vietnam, entre otros. Que este movimiento logre persuadir a los líderes internacionales para que actúen con más rapidez y reformen el sistema energético del planeta parece difícil. Algunos activistas adolescentes temen que el movimiento sea incapaz de sostenerse más allá de las huelgas escolares.

    Unos cuantos adolescentes que comenzaron como activistas fervientes han abandonado debido a la depresión, la ansiedad y el miedo de que los líderes mundiales no actúen a tiempo para impedir que el cambio climático altere sus vidas —y las vidas de sus hijos— de forma irreparable.

    Kathleen Rogers, presidenta de Earth Day Network, que se autodenomina el «mayor reclutador del mundo en el movimiento medioambiental», confía en que los jóvenes activistas prevalecerán. Uno de los distintivos de los movimientos sociales que consiguieron cambiar la historia, según ella, es que son muy personales para sus líderes.

    «Vietnam fue una causa personal porque muchos jóvenes estaban siendo reclutados», explica. «Para estos niños, esto es personal. Se han hecho una idea de lo que va a pasar en este mundo. Lo ven en las noticias. Este movimiento ha ido creciendo de forma constante».

    En Washington, donde un grupo de activistas se presentó antes de los eventos de la semana y donde les preguntaron cómo pueden ayudar los adultos, las respuestas resultaron obvias para muchos jóvenes de la sala.

    Kallan Benson, coordinadora de Fridays for Future en Estados Unidos, recomendó preguntar a los jóvenes activistas cómo podían contribuir.

    «Somos un movimiento dirigido por jóvenes», declaró. «Necesitamos que nos ayudéis».

    «Todos podéis votar», declaró Jerome Foster, explorador estudiantil de National Geographic que ayuda en las campañas de registro de votantes.

    Xiuhtezcatl Martinez, uno de los 21 demandantes en el caso contra el gobierno estadounidense y director de Earth Guardians, resumió la actitud de los activistas en la forma sucinta y directa que ha caracterizado a los líderes del movimiento.

    «Aún estáis aquí», afirmó. «Aún no os habéis librado».

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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