Bali lucha por limpiar el plástico de sus hermosas playas

Bali intenta mantener su reputación prístina y salvar su industria turística con medidas como la prohibición del plástico de un solo uso o la concienciación comunitaria.

Por Amanda Tazkia Siddharta
fotografías de Nyimas Laula
Publicado 14 oct 2019, 16:08 CEST
Playa de Kedonganan
Los turistas van a caballo en la playa de Kedonganan, Bali, el 27 de enero de 2019. Cada año, durante la estación lluviosa entre noviembre y marzo, la basura se acumula en las orillas, por eso la llaman la estación de la basura.
Fotografía de Nyimas Lalua, National Geographic
Artículo creado en colaboración con la National Geographic Society.

¿Cuál es la primera imagen que se te ocurre al pensar en Bali? Probablemente unas playas hermosas y prístinas. Pero las playas de esta isla paradisíaca del archipiélago indonesio albergan cada vez más restos de plástico que conchas.

Los residuos plásticos se acumulan en Bali debido a la falta de infraestructura —o planes oficiales— para tratarlos. Otros factores que también contribuyen a la plaga de botellas y bolsas en las playas son el aumento del turismo, las prácticas culturales arraigadas y la falta de concienciación sobre el ciclo de vida del plástico desde que se tira hasta que aparece en la naturaleza en forma de basura.

En 2015, se publicó un estudio en la revista Science de los 20 países que peor gestionan los residuos plásticos. Indonesia figuraba en segundo puesto. En 2010, el país generó 3,2 millones de toneladas de plástico y casi la mitad acabaron en el mar. China figuraba en primer puesto y Estados Unidos en el vigésimo. El gobierno indonesio envió cifras a National Geographic que eran algo inferiores a las del estudio, pero la conclusión es la misma: en Indonesia, la mayor parte de los residuos plásticos se gestionan de forma inadecuada.

A menudo, los visitantes traen comida a la playa de Tegal Wangi para disfrutar del atardecer, pero tiran la basura al suelo.
Fotografía de Nyimas Lalua, National Geographic

Bali trata de abordar el problema del plástico y hay algunos puntos brillantes en sus iniciativas. A finales de 2018, el gobernador balinés Wayan Koster anunció que se prohibirían las bolsas de plástico, el poliestireno y las pajitas de plástico. El gobierno indonesio se ha comprometido a reducir los residuos plásticos marinos un 70 por ciento para 2050. Y el gobierno balinés está convirtiendo el mayor vertedero de la isla —el vertedero de Suwung de 320 metros cuadrados en Denpasar, la capital— en un parque ecológico y central eléctrica que funcione con residuos.

Cambiando mentalidades

Los turistas ayudan a limpiar la playa de Batu Bolong.
Fotografía de Nyimas Lalua, National Geographic

Algunos balineses están empezando a actuar, entre ellos Melati e Isabel Wijsen. Estas hermanas adolescentes fundaron Bye Bye Plastic Bags hace seis años, cuando tenían 12 y 10 años. La organización se ha convertido en una de las mayores ONG medioambientales de Bali.

«Cambiar la mentalidad de la gente siempre ha estado en nuestra esencia. Queremos ayudar a la gente a comprender la importancia de por qué deben decir no al plástico», afirma Melati, que tiene 18 años.

Afirma que desde el comienzo de Bye Bye Plastic Bags muchos jóvenes han empezado a concienciarse sobre el problema de los residuos plásticos.

«Hace seis años, cuando asistimos a una presentación en una escuela primaria con 150 estudiantes, todos estaban entusiasmados. Pero cuando les preguntamos si el plástico era bueno o malo, todos dijeron lo mismo: que el plástico era bueno», cuenta Melati.

Pero ahora, en cada clase que visitan, casi todos los niños dicen no a las bolsas de plástico. «Se ha convertido en un tema incorporado a las vidas cotidianas de los jóvenes», añade. «Ahí creemos que se encuentra el impacto».

Soluciones creativas

Los manglares prístinos están contaminados con desechos plásticos cerca de Tahura Ngurah Rai.
Fotografía de Nyimas Lalua, National Geographic
I. Gede Hendrawan, científico marino de la Universidad de Udayana, afirma que los manglares se han convertido en trampas de residuos plásticos en los últimos años.
Fotografía de Nyimas Lalua, National Geographic

La reciente prohibición gubernamental de las bolsas de plástico de un solo uso se ha enfrentado a la objeción de los productores de plástico indonesios, a quienes les preocupa que la decisión arruine la industria del plástico. Los productores insisten en que debe mejorarse la gestión de residuos, además de reducir el uso. La INAPLAS, la asociación indonesia del plástico, la olefina y los compuestos aromáticos, ha declarado que la prohibición obstaculizará las iniciativas para idear soluciones creativas para la gestión de residuos plásticos.

EcoBali es una empresa que ofrece dicha solución. La separación de residuos es casi inexistente en Bali. Los recolectores de basura de la isla solo recogen residuos domésticos y van directamente a los vertederos.

Paola Cannucciari, que lleva más de dos décadas viviendo en Indonesia, fundó EcoBali en 2006. «Somos unos de los pioneros de la separación de residuos y solo recogemos residuos no orgánicos. Respecto a los orgánicos, esperamos que la gente empiece a compostar y pueden utilizar nuestro sistema de compostaje», explica.

EcoBali recoge residuos no orgánicos separados y los trae a un centro de clasificación en Canggu. Envía el plástico reciclable a centros de Java.

Los trabajadores cargan plástico que será lavado y destruido en el centro de reciclaje Re>Pal en Pasuruan, Java Oriental. Las instalaciones reciclan bolsas de plástico, envoltorios de plástico y algunos envases alimentarios y los convierten en palés que pueden sostener hasta una tonelada.
Fotografía de Nyimas Lalua, National Geographic
Un palé de plástico recién hecho es inspeccionado en el centro de reciclaje Re>Pal. Re>Pal gestiona 10 000 toneladas de plástico al año, 240 de las cuales proceden de Bali.
Fotografía de Nyimas Lalua, National Geographic

Avani Eco introduce la naturaleza en el panorama. Su fundador, Kevin Kumala, ha desarrollado envases de alimentos, bolsas de plástico biodegradable y una pajita hecha de mandioca, un arbusto con almidón que puede convertirse en una alternativa al plástico. Kumala sostiene que su producto se disuelve en agua, no es tóxico y es compostable.

«Creo que hay más erres que reducir, reutilizar y reciclar», afirma. «También están reacondicionar y remplazar. No es suficiente ceñirse a la idea de las tres erres».

«Para que este país se recupere de su epidemia de plástico, necesitamos ofrecer soluciones más creativas», añade Kumala.

Esta historia forma parte de ¿Planeta o plástico?, una iniciativa plurianual para crear conciencia sobre la crisis global de desechos plásticos. Ayúdanos a evitar que mil millones de objetos de plástico de un solo uso lleguen al mar para finales de 2020. Elige al planeta. Comprométete en www.planetaoplastico.es.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.
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