La generación naturaleza, un retrato de los jóvenes del mundo que alzan su voz por la emergencia climática

A través de un potente reportaje fotográfico sobre los jóvenes que exigen acción frente al cambio climático, la fotoperiodista y exploradora de National Geographic Ana María Arévalo Gosen da forma al proyecto La generación naturaleza.

Por Cristina Crespo Garay
Publicado 18 ene 2021, 15:25 CET, Actualizado 26 ene 2021, 18:27 CET
Paula, de 24 años, posa para un retrato en su casa de Donostia. Es miembro de ...

Paula, de 24 años, posa para un retrato en su casa de Donostia. Es miembro de Friday's for Future. "Los seres humanos que viven en los países no industrializados están sufriendo los daños causados por la contaminación de los industrializados". 

Fotografía de Ana María Arévalo, exploradora National Geographic

“Incluso si la mayoría de nosotros nos sentimos abrumados por la intensidad de la exposición visual en nuestra vida diaria, el poder de la fotografía no se ha desvanecido”, narra la fotoperiodista y exploradora de National Geographic Ana María Arévalo. “Por el contrario, se puede aprovechar para revelar la cruda realidad, sensibilizar y activar la reflexión por el bien común y la mejora de la humanidad”.

Ana María Arévalo, fotoperiodista y exploradora de National Geographic. 

Fotografía de Ana María Arévalo

Inmerso en este objetivo se encuentra uno de los últimos trabajos de la fotógrafa, una potente serie de retratos de la generación de jóvenes del mundo que ha unido su voz para exigir lo mismo: una acción global implacable frente a la emergencia climática. A través de las instantáneas tomadas durante la pandemia, Arévalo da forma al proyecto La generación naturaleza, Natura Belaunaldia en euskera, con el apoyo de National Geographic Society.

Nacida en Caracas, Venezuela, y residente en Bilbao, Ana María Arévalo ha trabajado a lo largo y ancho del mundo en defensa de los derechos humanos y la igualdad de la mujer. A través de su lente retrata historias como la íntima lucha contra el cáncer o la vida en las cárceles de mujeres en Venezuela. Sus trabajos han sido reconocidos con el POY Latam en la categoría “la fuerza de la mujer”, el Premio Lucas Dolega y el Premio de fotografía LUMIX.

En el año 2020, su  proyecto sobre la generación de activistas que lucha contra el cambio climático fue becado con el Emergency Covid Fund de National Geographic Society. «Decidimos aplicar a esta beca tras mucho tiempo investigando sobre el impacto de los humanos en la naturaleza y cómo eso ha llevado a tener incidencia en la pandemia», explica Ana María Arévalo a National Geographic España.

Tras quedar atrapada en Venezuela las primeras semanas de confinamiento, Arévalo se organizó a distancia con otras dos fotógrafas y exploradoras de National Geographic, Tamara Merino (Chile) y Andrea Hernández (Venezuela), para unir su trabajo con el objetivo de documentar un movimiento global histórico de los jóvenes del mundo entero.

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    Mencia, de 18 años y miembro de Friday's for Future Donostia y Extinction Rebelion Álava., da conferencias de ecología y calentamiento global, pero cuenta que la gente de su edad no escucha ese mensaje. Su manera de protestar a través de actuaciones. "Llama más la atención", afirma. 

    Fotografía de Ana María Arévalo, exploradora National Geographic

    Esta potente serie de retratos refleja la fuerza y la pasión de una generación que decidió anclarse ante la falta de ambición política y poner el medio ambiente en primera línea para reescribir el rumbo del cambio climático. "Tras el inicio de este movimiento surgió esta pandemia, fue una señal de que tenemos que empezar a escuchar al planeta", explica. "Mi intención con el trabajo es dirigirlo hacia una narrativa más positivista y esperanzadora".

    El proyecto, llevado a cabo en marzo, muestra las dos caras que el confinamiento trajo a las  vidas de estos jóvenes, la reclusión en la intimidad de nuestros hogares y la proyección, a menudo frustrada por el encierro, de todo aquello que habitaba nuestra mente más allá de las paredes. Por ello, Natura Belaunaldia se centra en retratos tomados en los hogares de estos activistas, el lugar donde pasaron la mayor parte del tiempo durante la primera pandemia del siglo XXI, acompañados de una imagen que representa la proyección hacia la transformación: detener la deforestación, aguas sin plásticos o reducir las emisiones de CO2.

    “Somos aquellos a los que hemos estado esperando”, decía una de las pancartas de Youth for Climate y Fridays For Future  cuando el jaque al cambio climático comenzó a desbordar las capitales españolas en febrero de 2019, en un movimiento inspirado por Greta Thunberg. “El mundo necesita liderazgo sobre el cambio climático y los jóvenes están asumiendo el reto”, rezaba la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático.  

    “Tendremos que llevar máscaras todo el tiempo si llegamos al punto de no retorno”, declara Anne, de 16 años y miembro de Fridays for Future. Desde pequeña a menudo visitaba un pueblo donde estaba en estrecho contacto con la naturaleza. Cuando se dio cuenta de que en el colegio no le dan la importancia que merece, se unió al movimiento para crear el mundo en el que quiere que viva su sobrino. “Si seguimos así, él no podrá vivir sin mascarilla, ver especies de animales o algunos paisajes que ya no existirán. Donosti se va a inundar si seguimos así”.

     

    “Tendremos que llevar máscaras todo el tiempo si llegamos al punto de no retorno”, declara Anne, de 16 años y miembro de Fridays for Future.

     

    Fotografía de Ana María Arévalo, exploradora National Geographic

    Aiora, de 19 años y miembro de FFF Bilbao relata cómo es el bosque encantado que acompaña su retrato. “Mi infancia la he pasado allí, he crecido entre esos árboles. Gracias a los activistas que han usado su voz para protestar y concienciar a la gente me he dado cuenta de la gravedad de la situación que estamos viviendo. Por desgracia, muchos otros bosques están quemándose o los están destruyendo, y lo peor es que eso solo es la punta del iceberg".

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      Aiora (19) posa para un retrato el 26 de julio de 2020 en su casa de Donostia. "Son tiempos de reflexionar, alzar la voz y actuar, porque nos estamos quedando sin tiempo".

      Fotografía de Ana María Arévalo, exploradora National Geographic

      "Además", continúa, "con la pandemia del COVID-19 queda claro que aquellos colectivos más vulnerables son los que más sufren cuando hay cambios, y la brecha se hace más grave. En época de cuarentena me hubiera gustado salir a protestar en favor a la justicia social, porque sin esta no alcanzaremos la justicia climática. Son tiempos de reflexionar, alzar la voz y actuar, porque nos estamos quedando sin tiempo".

      Desde Vitoria, Dylan, de 21 años, es miembro de Extintion Rebelion y de FFF, le gusta hacer estrategias para las próximas reivindicaciones.  

      Fotografía de Ana María Arévalo, exploradora National Geographic

      “Miro al futuro y pienso: estamos destruyendo el planeta”, afirma Gin, de 21 años. "Nos hemos acostumbrado a no cuestionar y actuar por inercia, por imitación, sin ser conscientes del impacto medioambiental y social que generan nuestras acciones. Los tiempos están cambiando. Yo no voy a mirar para otro lado cuando veo a alguien que duerme en la calle".

      Sarah, activista desde hace dos años y medio, estudió biotenología y oceanografía. Cuenta que la cuarentena fue una montaña rusa: momentos de descanso y ataques de pánico, ansiedad por la falta de contacto con la naturaleza y la apatía del ser humano. Los desechos en el agua de su fotografía representan nuestra desconexión con la naturaleza. “Somos la generación de los desechos”.

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        Sarah posa para un retrato el 17 de julio de 2020 en el barco Mater, en Bilbao. Es miembro de la tripulación del eco-museo Mater, que está en un barco de madera renovado. 

         

        Fotografía de Ana María Arévalo, exploradora National Geographic

        La tripulación del eco-barco Mater recupera el plástico del océano alrededor de la bahía de Vizcaya. A Sara le preocupa que los desechos médicos de la pandemia son un problema de contaminación. 

        Fotografía de Ana María Arévalo, exploradora National Geographic

        “Mientras daban datos sobre el numero de las camas en los hospitales, la cantidad de mascarillas necesarias, las medidas de seguridad, etc, vimos como la naturaleza resurgía", explica Nerea, de 24 años. "Se escuchaban los pajaritos desde mi casa, el cielo estaba más bonito que nunca, contemplaba el monte y la belleza de sus frondosos árboles. Entonces hubiese gritado en la calle para que entendiésemos que no hay mejor vacuna para las pandemia que unos ecosistemas sanos”.

        "Sin embargo, buques llenos de soja para ganado siguen llegando a Europa, fruto de tierras que han sido intencionalmente quemadas y deforestadas para las plantaciones de monocultivos como la soja. Quisiera haber salido a la calle y decirle a todo el mundo que no podemos seguir así. Debemos cambiar los valores y, para ello, necesitamos tiempo para parar de verdad y reflexionar. Replantearnos de dónde viene lo que compramos, cómo ha sido producido, qué impacto ecológico tienen las actividades del sistema... Estamos en un sistema que mata lo que nos protege y que nos esta condenando al colapso climático".

        “Mi camino me trajo al medio ambientalismo", afirma Aitor, de 24 años. “El cambio es necesario para no vivir con preocupaciones, que las próximas generaciones puedan vivir tranquilos. Yo amo vivir.”

        Fotografía de Ana María Arévalo, exploradora National Geographic

        Sus estudios en fisioterapia le hicieron poner atención a su dieta, según cuenta Aitor, de 24 años. Tras viajar por Centroamérica y Asia vivió un fuerte shock cultural al ver las diferencias entre cómo comemos: se hizo vegetariano viajando y posteriormente vegano. Cuando regresó a España se dio cuenta que el camino para el cambio en el país era muy largo y quiso ser partícipe de ese camino al cambio. 

        Y como la de Aitor, cada una de las historias que refleja este proyecto continúa en movimiento, en crecimiento. “Es un bonito proceso colaborativo que continuará en el tiempo”, afirma Arévalo. “Todos son los líderes de estos movimientos y están organizándose para cuando puedan salir de nuevo a la calle. Esto es solo un comienzo de todo lo que queda por venir”.

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