La temporada de alergias primaverales va a ser cada vez más larga y peor

Ciertas plantas productoras de polen tendrán temporadas de crecimiento más largas debido al clima más cálido que está causando el cambio climático, según un nuevo estudio.

Por Connie Chang
Publicado 16 mar 2022, 11:17 CET
Un aliso italiano desprendiendo polen.

Un aliso italiano desprendiendo polen. La temporada de alergias ya se ha alargado debido al cambio climático, y los afectados pueden esperar que su  duración se duplique para finales de siglo, según los científicos.

Fotografía de FLPA, Alamy Stock Photo

La llegada de la primavera trae consigo la temporada de alergias para millones de personas en todo el mundo, ya que los árboles y las plantas en flor liberan pólenes que provocan alergias. Ahora, debido al cambio climático, la temporada de alergias está a punto de empeorar: el calentamiento del planeta está alargando la temporada de floración, y con ella los riesgos de alergia para la salud humana.

Para 2100, la cantidad de polen producida durante la temporada de floración podría aumentar en un 40%, según una nueva investigación publicada el martes en Nature Communications, lo que plantea la necesidad urgente de comprender mejor los factores que impulsan ese aumento. Aunque la sequía y el calor dañan los bosques y las praderas, algunas hierbas, malezas y árboles que producen polen alergénico prosperan con el aumento tanto de las temperaturas como de las concentraciones de dióxido de carbono, creciendo y produciendo más hojas.

Trabajos anteriores que examinaban las tendencias históricas estiman que, por término medio, la estación del polen en Norteamérica llega 20 días antes y dura ocho días más, y libera un 20 por ciento más de polen en el aire que hace 30 años.

La nueva investigación amplía este panorama hasta finales de siglo, atribuyendo un aumento del 40 por ciento del polen producido a una estación polínica que comenzará hasta 40 días antes y se extenderá 19 días más.

En España, la falta de precipitaciones y la contaminación ya ha provocado un invierno más duro de lo habitual para los alérgicos, con síntomas más intensos e índices de polinosis cuya concentración, en febrero de 2022, se ha cuadruplicado en la Comunidad de Madrid. De igual manera que sucede en Estados Unidos, la estación polínica en España también se ha adelantado.

Un prado bávaro en plena producción de polen. Muchas plantas productoras de polen prosperarán con el clima más cálido que trae el cambio climático.

Fotografía de Armin Weigel, picture alliance, Getty Images

"El polen tiene un enorme impacto en la salud pública", afirma Allison Steiner, científica atmosférica de la Universidad de Michigan y autora principal del trabajo. "Hay tanta gente afectada por las alergias estacionales que los modelos de predicción del polen no son realmente buenos".

Mejorando las perspectivas

Para llenar este vacío, el equipo de Steiner desarrolló modelos (basados en datos históricos) que predicen las emisiones de polen en respuesta a factores como la temperatura y las precipitaciones para 15 de los taxones o variedades de plantas más comunes que provocan alergias. Los modelos también tienen en cuenta el aumento del dióxido de carbono atmosférico, causado por el cambio climático, así como los cambios en la distribución de los tipos de plantas a lo largo del tiempo. La expansión de las hierbas o los árboles, por ejemplo, podría producirse a expensas de la ambrosía, un importante alérgeno que, según las proyecciones, disminuiría hasta un 80 por ciento en el este de Estados Unidos en ese escenario.

"Nuestra simulación analiza las emisiones de polen día a día", dice Steiner; "y se puede ver la progresión: empieza en el sureste y luego, a medida que las temperaturas se calientan, la línea de producción de polen se desplaza hacia el norte".

Aunque se espera que muchas plantas productoras de polen florezcan, algunos tipos de árboles productores de polen, como el abedul, no se comportarán tan bien en un entorno cálido y rico en dióxido de carbono, un efecto que se recoge en este estudio.

A partir de estos modelos, Steiner y sus colegas compararon la cantidad de polen liberado en el territorio continental de Estados Unidos durante un período histórico (1995-2014) y dos escenarios climáticos proyectados (2081-2100): un futuro de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) intermedio y otro más extremo, impulsado por los combustibles fósiles, que representa un aumento de 2-3 °C y 4-6 °C, respectivamente. El escenario más extremo, en el que las concentraciones de dióxido de carbono alcanzan más de 2,5 veces su nivel actual, da lugar a una temporada de polen más prolongada e intensa, duplicando las tendencias históricas de los últimos 30 años.

Sin embargo, quizá sea más importante el futuro que predice el escenario más moderado, dice William Anderegg, profesor asociado de la Universidad de Utah que no participó en la investigación. "Básicamente, los impactos del polen se redujeron a la mitad en comparación con el escenario de altas emisiones, por lo que los investigadores realmente destacan hasta qué punto abordar el cambio climático tendrá beneficios críticos para nuestra salud respiratoria", señala Anderegg, que estudia los efectos del cambio climático en los ecosistemas forestales.

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    La ambrosía (que provoca importantes alergias en algunas personas) se ha convertido en una plaga en algunas zonas de Brandeburgo, en Alemania, por lo que se está arrancando a mano para frenar su propagación.

    Fotografía de Patrick Pleul, picture alliance, Getty Images

    Impacto del polen en la salud

    El nuevo estudio coincide con los datos que el alergólogo John James ha observado de primera mano. Cuando James se trasladó a Colorado hace 25 años, la temporada de alergias se limitaba en gran medida a marzo y abril. Desde entonces, ese patrón ha cambiado. "Los pacientes empezaron a venir antes y a preguntar: '¿Por qué mis síntomas duran tanto? Parece que no puedo descansar'", dice James, que es consultor de la Fundación Americana de Asma y Alergia.

    Las temporadas de polen, cada vez más duras, son una amenaza para la salud pública mundial, según muestran múltiples estudios. Los estudiantes alérgicos rinden peor que sus compañeros en la escuela; la productividad de los adultos en el trabajo se resiente cuando les ataca la fiebre del heno. Al mismo tiempo, los días en que las concentraciones de polen son más elevadas se han relacionado con un aumento de las visitas a los servicios de urgencias por asma, con los consiguientes costes tanto para las personas como para los sistemas sanitarios.

    La Organización Mundial de la Salud estima que para 2050 la mitad de la población del planeta será víctima de al menos un trastorno alérgico. En la actualidad, las alergias afectan a entre el 10% y el 30% de los adultos y hasta el 40% de los niños. Este aumento se debe no sólo al incremento de las concentraciones de polen, sino también a las múltiples formas en que las sustancias químicas de los contaminantes interactúan con el polen.

    Los contaminantes destruyen las paredes celulares del polen, "rompiendo los granos de polen relativamente grandes en partículas submicrónicas que pueden penetrar más profundamente en los pulmones y son más peligrosas para los pacientes", afirma Isabella Annesi-Maesano, epidemióloga medioambiental de la Universidad de Montpellier (Francia). Y los contaminantes pueden hacer que el propio polen sea más capaz de provocar una reacción alérgica. Los estudios realizados en el laboratorio demuestran que un aumento del dióxido de carbono atmosférico hace que el polen contenga más proteínas alergénicas, que provocan la producción de anticuerpos responsables de los síntomas físicos de una reacción alérgica.

    Posibles pasos a seguir

    Steiner afirma que el nuevo trabajo "representa un primer paso hacia el desarrollo de mejores herramientas para entender cómo podría cambiar el polen en el futuro y ayudar a la gente a prepararse mejor para los impactos en la salud". Pero aún quedan retos y trabajos adicionales. Por ejemplo, los datos son escasos; hay menos de 100 estaciones de recuento de polen en todo EE.UU. El seguimiento del polen también requiere una gran cantidad de trabajo, ya que se necesita una persona capacitada para contar e identificar manualmente los granos de polen.

    "Medimos y controlamos el polen mucho menos que casi todos los demás contaminantes del aire, pero necesitamos estos datos para poder captar las tendencias a largo plazo del polen", afirma Anderegg. Pero también hay buenas noticias: puede haber soluciones en el horizonte. Varias empresas están desarrollando técnicas de IA para automatizar el recuento, haciéndolo más eficiente. Además, una posibilidad que puede surgir de esta investigación podría ser la realización de proyecciones semanales de recuentos de polen similares a las previsiones de calidad del aire que ya son la norma en muchas regiones del país.

    Esto, según Anderegg, podría "aumentar la capacidad local y regional para hacer frente a los cambios en el polen y minimizar el daño a la salud de las personas".

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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