¿Por qué el desplome del bitcoin es bueno para el medio ambiente?

La reciente bajada de precio de las criptomonedas ha empujado a muchos 'mineros' a poner a la venta sus tarjetas gráficas y 'rigs' de minería lo que ha reducido sus emisiones de CO2

Por Anthony Coyle
Publicado 1 jul 2022, 11:32 CEST
Cinco representaciones físicas de bitcoin, una criptomoneda que, como tal, sólo existe en la cadena de ...

Cinco representaciones físicas de bitcoin, una criptomoneda que, como tal, sólo existe en la cadena de bloques digital.

Fotografía de Jorge Franganillo Flickr, Creative Commons

Sólo existen dos formas de hacer dinero con criptomonedas: comprándolas a un precio bajo para luego venderlas por más, o bien generándolas (o, como se dice en el argot, minándolas). La minería de criptomonedas consiste en poner tu ordenador a trabajar para resolver, de forma automática, los problemas matemáticos escritos en el código genético de una criptomoneda y así obtener como recompensa fracciones de dicha divisa digital. Dicho de otro modo, el minero no compra criptomonedas, sino que descifra cálculos para generarlas. Y descifrar estos cálculos no sale gratis, aunque solo sea por el gran consumo de energía que require y la consiguiente huella de carbono que deja.

La reciente caída de precio del bitcoin a mínimos de diciembre de 2020 no ha afectado sólo a traders y holders (inversores a corto plazo y a largo plazo). La gráfica que mide la energía que gasta la criptomoneda número uno ha experimentado un desplome mayúsculo (de 204 teravatios-hora al año a 131), creando una línea vertical en el consumo energético jamás vista antes. ¿Por qué? Los mineros tienen la respuesta.

¿Qué significa minar bitcoin y qué ha cambiado?

Todas las criptomonedas tienen un suministro limitado. El creador de bitcoin, por ejemplo, (una misteriosa identidad que responde al pseudónimo de Satoshi Nakamoto) estipuló que sólo podrían existir 21 millones de bitcoins. Cuantos más bitcoins hay en circulación, menores son las recompensas y mayores los cálculos y el gasto energético necesarios. Por eso, hace tiempo que minar bitcoins con un ordenador convencional dejó de tener sentido: demasiado trabajo para tan poca recompensa. “Desde hace años, se usan procesadores porque son mas eficientes. Al principio eran procesadores, y ahora se ha pasado directamente a usar tarjetas gráficas y equipos diseñados exclusivamente para minería”, comenta por teléfono Alex Sleiman, asesor fiscal y experto en criptos y blockchain de LABE abogados. Se da la circunstancia de que, en la actualidad, una tarjeta gráfica convencional ya no basta para crear bitcoins (pagarías más electricidad de lo que recibirías en bitcoin), aunque sí Ethereum y otras monedas secundarias.

Ejemplo de rig de minería casero formado por cinco tarjetas gráficas conectadas a una CPU que, por lo general, se mantiene encendida y funcionando las 24 horas del día.

Fotografía de cryptocurrency360.com Flickr, Creative Commons

En 2017, el consumo energético anual generado por la minería de bitcoin fue de 6,60 teravatios por hora, y en 2022 llegó a ser de 204 TWh, según. Según el Índice de Consumo Eléctrico de Bitcoin de la Universidad de Cambridge, antes de la reciente caída, el minado de Bitcoin ya superaba el consumo energético de países como Noruega o Ucrania. La minería de llegó a suponer casi el 0,5% mundial de gasto energético. Con reciente caída de Bitcoin de junio de 2022 (del máximo de 63 000 dólares a los actuales 20 000) los cripto mineros han dejado de emitir miles de toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera. Cambridge, que monitoriza diariamente el consumo de los bitcoins, asegura que el consumo a principios de julio de 2022 ha bajado a al nivel de países como Kazajistán y Filipinas, mientras que pocos días antes estaba en el nivel de Bangladesh o Malasia. Pero, ¿por qué los mineros han dejado de trabajar?

Alex Sleiman asegura que existen mineros que “están endeudados” (sobre todo los que cuentan con cientos de equipos) y que tienen que responder económicamente como empresas. “Si fuera previsible que bitcoin fuese a hacer otro máximo histórico en dos meses, incluso refinanciarían la deuda”, asegura. Pero no es el caso. Con la reciente subida de los tipos de interés de la Reserva Federal (con dos más previstas para antes de que acabe el año) y una guerra librándose en Europa, la incertidumbre asola la economía global. Y esto ya se ha trasladado a las tiendas de segunda mano y con suerte seguirá dando un respiro al consumo energético y por tanto a las emisiones de CO2 que provoca esta actividad.

A finales de junio, un titular copó todos los medios centrados en hardware y gaming: “Por fin vuelve a ser posible comprarse una tarjeta gráfica” (las tarjetas gráficas convencionales, pensadas para videojuegos y edición de vídeo, habían pasado usarse, sobre todo, para minar Ethereum la segunda criptomoneda más importante). La incertidumbre ante la posible recesión económica, sumado a la caída del precio de Bitcoin (que ha arrastrado al resto de monedas) y a la subida de la factura de la luz “ha creado de forma indirecta un caldo de cultivo perfecto para que los mineros se hayan dado este batacazo”, comenta Alex sleiman.

Esto se traduce en que la oferta de tarjetas gráficas (o GPUs) en el mercado de primera y segunda mano haya regresado a niveles de hace dos años, cuando comenzaron a escasear los superconductores debido al impulso del teletrabajo (que aumentó la demanda de equipos informáticos) y al inicio del periodo alcista de bitcoin. La noticia hoy es cómo muchos mineros, desesperados por recuperar algo de su inversión, han decidido deshacerse de sus rigs de minería (algunos incluso en subastas emitidas online).

Contaminación colateral: chatarra informática

Además del consumo energético, hay otra fuente de contaminación menos evidente: la obsolescencia de los equipos informáticos usados para crear criptomonedas. Bitcoin’s growing e-waste problem, un estudio publicado el año pasado en Resources, Conservation and Recycling, afirma que, de media, un equipo de minería deja de ser rentable al cabo de unos 1,3 años. Con 39,7 kilotoneladas de residuos electrónicos generados al año, el nivel de generación de basura de bitcoin “es comparable a los residuos de pequeños equipos informáticos que produce un país como Holanda”, se lee. El mismo estudio estima que la cifra de chatarra electrónica podría subir a 64,4 kilotoneladas a medio plazo.

“La mayoría de los rigs de minería profesionales usan GPUs cuyo único cometido es el minado de bitcoin, es decir, no se podrían usar para ninguna otra tarea”, me comenta Alex de Vries, coautor del estudio, y sigue: “tenerlos sin funcionar, acumulando polvo en la estantería, resulta en una pérdida de valor, pues continuamente aparece nuevo hardware con mejores prestaciones y, por tanto, mayor capacidad de minado”. De Vries establece una relación causa-consecuencia directa entre el precio del bitcoin y el medio ambiente: “es un mercado bastante básico pero único, con apenas dos variables: cuanto más suba el precio de bitcoin, mayor capacidad de los mineros para comprar equipamiento y mayor es la contaminación, y viceversa.

Alternativas renovables para minado de criptomonedas

“Los mineros no sólo necesitan una fuente de energía barata, sino estable, ya que los mineros tienen los equipos conectados 24 horas al día siete días a la semana”, me comenta Alex de Vries por teléfono, quien asegura que las renovables lo tienen difícil para satisfacer las demandas de los mineros. Aunque existen casos aislados.

En Cataluña opera desde hace unos años “la única empresa minera de bitcoin con certificados de emisiones negativas de CO2”, según afirma su responsable, Jesús Royo. Green Data Chain opera sus equipos de minería con una combinación de energía fotovoltaica y purines y estiércol de granjas. “Nos basamos en la primera ley de la termodinámica, la energía ni se crea ni se destruye. Consumimos excedentes de energía renovable en origen mediante autoconsumo allí donde se generan dichos excedentes, la energía nunca viene a nosotros, somos nosotros los que vamos a la energía”, comenta, sobre su sistema no contaminante basado en el traslado de los rigs de minería a granjas de toda Cataluña. Según la empresa auditora OCA Global, por cada bitcoin minado, esta empresa compensa 94,11 toneladas de CO2, el equivalente de plantar alrededor de 560 árboles.

De forma ocasional, los medios de comunicación informan sobre detenciones y desmantelamientos de rigs de minería. Regresamos a Alex Sleiman, de LABE abogados, y nos lo aclara: “Para un particular, minar es tan legal como conectar una lavadora. No hay ninguna ley que regule o prohíba esta actividad económica, y minar con tu electricidad y tus equipos es perfectamente legal. Lo que sucede es que hay situaciones en las que cometen delitos: lo que vemos en las noticias se corresponde al delito 255, fraude eléctrico. Le pinchan la luz a un vecino de forma que todo lo que se obtiene es beneficio neto”.

Caso distinto es lo sucedido el año pasado en China, donde la minería de criptomonedas fue declarada una actividad ilegal. Tras la prohibición de poder generar tu propia economía sumergida libre del control del Banco Central chino se ha saldado con la creación de su propio Yuan digital. La persecución hacia los mineros chinos ha propiciado la creación de nuevas superpotencias mineras como Estados Unidos, Rusia, Tailandia o Kazajistán, donde el éxodo ha sido tal que, según el ministro de Desarrollo Digital, Bagdat Musin, los mineros “están dañando gravemente” el sistema energético del país.

¿Y qué pasa con Europa?

En la Unión Europea el escenario pinta similar. Pero diferente. Tras años de desconcierto e incógnitas hacia su postura futura, la UE ha empezado a mover ficha en el mundo blockchain con el anuncio de la creación del euro digital. En abril, el Comité de Asuntos Económicos y Monetarios votó favorablemente para avanzar en la creación de un “marco legal uniforme” para las criptomonedas en la UE. Lo más importante (y llamativo) de la propuesta es que esta no propondrá medidas que restrinjan el consumo energético y actividad contaminante de las criptomonedas menos eficientes (y a la vez más lucrativas). De lo contrario, impulsar restricciones en el consumo energético habría supuesto la virtual prohibición del minado de estas monedas. Por otro lado, la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, no desaprovecha ninguna ocasión para mostrarse crítica con las criptomonedas. Hace pocos días afirmó que “las criptomonedas no son monedas, punto”.

"Cuánto más crezca y más visible sea este mercado, mayores serán las posibilidades de que alguien trate de frenarlo", dice De Vries, en relación a la decisión de China de prohibir el minado en 2021, y a las creciente supervisión de la Unión Europea. “Hay un límite sobre lo que puedes regular y lo que no. Sí, puedes subir el precio de los GPUs o, directamente, prohibir la minería a nivel global, pero entonces los mineros volverían a usar tarjetas gráficas convencionales en sus casas, ¿cómo vas a perseguir eso?, se pregunta el autor del estudio sobre el consumo energético de bitcoin; "la situación recuerda a una de esas máquinas recreativas en las que un topo brota de un agujero, lo golpeas con tu martillo, y enseguida aparece otro topo desde otro agujero. Es complicado".

Este artículo se ha actualizando para puntualizar unas declaraciones de Alex Sleiman sobre el endeudamiento de los criptomineros y el uso de los procesadores en la minera de criptomonedas.

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