¿Qué son las placas tectónicas y qué ocasiona sus movimientos?

Estos fragmentos de la litosfera se mueven y colisionan bajo la superficie de la Tierra, ocasionando que la corteza se «combe» y nazcan cordilleras como el Himalaya, formado cuando India y Asia impactaron hace 55 millones de años.

Por Redacción National Geographic
Montañas Bighorn
La cadena montañosa se formó durante un período de actividad intensa de las placas tectónicas, hace unos 70- 40 millones de años. Anticlinales son pliegues que se arquean hacia arriba, con las rocas más antiguas en el centro y las más jóvenes en el exterior.
Fotografía de Louis Maher

Este artículo se publicó el 5 de septiembre de 2010 y ha sido actualizado y ampliado el 24 de febrero de 2023.

Existe un puñado de placas tectónicas principales y docenas secundarias. Seis de las principales reciben el nombre del continente en el que se encuentran, como la placa norteamericana, la placa africana, la placa sudamericana, la placa euroasiática (que alberga la mayor parte de Asia y Europa), placa australiana (donde estaría el conitinente de Oceanía) y la Placa Antártica. Las placas secundarias son más pequeñas, pero no menos importantes en cuanto a su influencia sobre la estructura del planeta. La pequeña placa Juan de Fuca, por ejemplo, es responsable de los volcanes que salpican la región del Pacífico Noroeste de Estados Unidos. En nuestro caso, la placa ibérica es la responsable de nuestra geografía y está situada al norte de la Placa Africana y soldada a la Placa Europea.  

Todas las placas conforman la litosfera, la capa superficial de la Tierra (incluye la corteza y la parte superior del manto). Las corrientes de las rocas más blandas que tienen debajo las impulsan como si se tratara de una cinta transportadora en mal estado. La actividad geológica proviene de la interacción de las placas cuando éstas se acercan o separan.

El movimiento de las placas crea tres tipos de límites tectónicos: límites convergentes, donde las placas se acercan unas a otras, límites divergentes, donde se separan, y límites transformantes, donde las placas se mueven de lado en relación unas con otras.

Cuando las placas colisionan, la corteza se «comba» formando las cordilleras. India y Asia impactaron hace 55 millones de años, provocando la lenta formación del Himalaya, el sistema montañoso más alto del planeta. Mientras el choque continúa, las montañas se elevan cada vez más. Por ejemplo, el monte Everest, el pico más alto de la Tierra, podría ser mañana un poquito más alto que hoy.

Si pudiéramos retroceder mil millones de años y explorar la superficie de la Tierra, puede que lo más destacado fuera la falta de elementos destacables. No habría habido árboles, insectos ni aves. La única vida era simple y pequeña, una sopa oceánica pegajosa. Un estudio publicado en Science en 2021 señala otro aspecto que podría haber faltado: montañas imponentes.

Las placas tectónicas de la Tierra moderna se mueven continuamente en una danza a cámara lenta que redefine la superficie de nuestro planeta. Las colisiones entre continentes engrosan la corteza y levantan las montañas, como el Himalaya, que cada vez crecen más.

Galería relacionada: Placas tectónicas

Estos límites convergentes también tienen lugar cuando una placa oceánica se hunde bajo la placa continental en un proceso llamado subducción. Cuando la placa superior se eleva, también se forman sistemas montañosos. Además, la placa inferior se derrite y a menudo sale a borbotones a través de erupciones volcánicas como las que formaron algunas de las montañas de los Andes en Sudamérica.

Al hundirse una placa bajo otra, se suelen formar zanjas como la Fosa de las Marianas, en el océano Pacífico Norte, el punto más profundo de la Tierra. Este tipo de colisiones también provocan la formación de volcanes submarinos que pueden transformarse en arcos insulares como Japón.

En febrero de 2023 se publicó un estudio en Earth and Planetary Science Letters que demostró experimentalmente que los aportes de magma originados en eventos posteriores a la subducción, proceden del manto de la Tierra y no de reciclar la corteza. La investigación el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC), el Instituto de Andaluz de Ciencias de la Tierra (IACT-CSIC-UGR) -ambos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)-, y la Universidad de Salamanca.

La corteza terrestre ha ido aumentando su tamaño lenta pero constantemente desde su formación, hace alrededor de 3500 millones de años. Hasta ahora el paradigma científico atribuía esa aportación de material nuevo a los procesos ligados al hundimiento de corteza oceánica debajo de corteza continental o procesos tectónicos de subducción, como ocurre en Los Andes. “Cuando esto ocurre hay aporte de material nuevo a la corteza, pero también se pierde la parte que se hunde en el manto. Esto conduce a un déficit de masa porque, al final, en las zonas de subducción se gana, aproximadamente, la misma corteza que se pierde. Entonces, ¿de dónde proviene la corteza nueva?”, es la pregunta que se hacía el investigador del MNCN-CSIC Daniel Gómez Frutos, en la nota de prensa difundida por el CSIC.

Límites divergentes y transformantes

En los límites divergentes de los océanos el magma surge en la superficie desde las profundidades del manto de la Tierra, separando dos o más placas y renovando el fondo oceánico. Así, montañas y volcanes se elevan por esta grieta. Una única dorsal oceánica (elevación submarina) conecta los océanos, convirtiéndola en el sistema montañoso más largo del mundo.

Profundas depresiones como el Gran Valle del Rift se forman en tierra donde se separan las placas. Si éstas continúan dividiéndose, en millones de años la región oriental de África se separará del continente formando una nueva masa continental. Así, una dorsal marcaría la separación entre las placas.

Por otro lado, la Falla de San Andrés es un ejemplo de límite transformante, en el que dos placas friccionan la una con la otra a lo largo de fallas de desgarre. Estos límites no crean espectaculares fenómenos como montañas u océanos, sin embargo, pueden provocar terremotos como el de 1906 que asoló la ciudad de San Francisco.

Nuestra península ibérica es la parte emergida de una antigua placa tectónica, la Placa Ibérica. Su configuración geológica, según un trabajo de la Sociedad Geológica de España y el Instituto Geológico y Minero de España, es el resultado de las interacciones entre dos placas mayores, la Placa Africana y la Placa Europea, durante el llamado ciclo Alpino. Los Pirineos son el resultado de la colisión entre las placas continentales de Iberia y de Europa y la Cadena Costera Catalana y la Cordillera Ibérica reflejan el acercamiento entre la Placa Africana y la Ibérica.

Por su parte, la Cuenca del Ebro es la depresión que se extiende entre la Cordillera Pirenaica, la Cadena Costera y la Cordillera Ibérica y almacenó en sus sedimentos el registro de los principales acontecimientos que tuvieron lugar durante la formación de las cadenas montañosas que la rodean, según datos del Instituto Geográfico de Cataluña.

Hacia nuestro levante, el Sistema Mediterráneo ha registrado la apertura del Surco de Valencia y del Golfo del León. Este contexto particular ha determinado en el pasado, y continúa determinando en el presente, la extraordinaria diversidad geológica que caracteriza la península ibérica, su situación geográfica actual y la que tendrá en el futuro.

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