La Torre Eiffel cumple 125 años
Publicado 9 mar 2022, 11:47 CET

Mucho después de la muerte de Gustave, el arquitecto Le
Corbusier se mostró un gran admirador de
su obra: «La Torre está en el corazón de todos nosotros, símbolo de nuestro
amado París, amado símbolo de París».
Fotografía de Keystone View Co, National GeographicDurante las primeras décadas de existencia de la torre, que fue concebida
como temporal para la Exposición Universal, estuvo a punto de ser demolida. Hoy
en día, sin embargo, no se concibe París sin ella, que te observa cada vez que doblas
una esquina de la maravillosa ciudad.
Fotografía de W. Robert Moore, National GeographicLa torre surgió a partir de cálculos de ingeniería. Se trataba
de un nuevo tipo de belleza, precursora del «la forma sigue a la función», que
escandalizó en el París de 1889.
Guy de Maupassant, el famoso escritor, llegó a decir que se tuvo
que marchar de Francia porque no soportaba la torre.
Fotografía de Maynard Owen Williams, National GeographicEl objetivo, como especificaba el contrato, era construir la
mayor torre hasta el momento, de 300 metros de altura, para lo que el mayor
reto era mantenerla contra el viento. Se temía que se repitiera la tragedia de 1879,
cuando una tormenta derribó un puente ferroviario en Escocia.
Fotografía de W. Robert Moore, National GeographicEmpresario e ingeniero, Eiffel ya había diseñado varios puentes
para la red francesa de ferrocarriles cuando los organizadores de la Exposición
Universal de 1889 de París quisieron un monumento para el Champ de Mars parisino.
Un asistente de Eiffel (él era un pésimo dibujante) dibujó lo
que parecía una torre de alta tensión o
de perforación de petróleo. Según Eiffel, su diseño fue dictado por el viento.
Fotografía de Underwood And Underwood, National GeographicAl leer la biografía de Alexandre
Gustave Eiffel uno se pregunta cómo algo tan hermoso y atrevido pudo ser
construido por una persona, al parecer, con tan poca gracia.
Con 125 años recién cumplidos, la Torre Eiffel sigue siendo un
icono para su país y un monumento de gran belleza, además de un símbolo de
romanticismo que ha visto ya incontables peticiones de matrimonio y lunas de
miel.
Sin embargo, su «padre» no fue muy afortunado en el amor.
Después de varios intentos, acabó pidiéndole a su madre que encontrara una
mujer adecuada para él, es decir, «una buena ama de casa que no me moleste
demasiado, me engañe lo menos posible y me dé hijos sanos que sean realmente
míos». Material suficiente, junto con la forma de su obra maestra, para ocupar
el tiempo de los mejores psiquiatras.
Fotografía de William Albert Allard, National Geographic