
Abarcando dos estados y 754 kilómetros sin una señal de stop o un semáforo, la carretera serpenteante de Blue Ridge Parkway se extiende a lo largo de cumbres, valles fértiles, pasando el por el pico más alto al este del Mississsippi (el monte Mitchell) para finalmente enlazar Waynesboro (Virginia) en las montañas Shenandoah con Cherokee (Carolina del Norte) en las Great Smoky Mountains. “Si tu vejiga pudiese aguantar, y tuvieses suficiente gasolina, podrías conducir a lo largo de toda la carretera sin tener que parar”, explica Dan Brown, un superintendente retirado de la conocida carretera.
Por supuesto hay granjas, campos y pequeñas ciudades que ofrecen un sinfín de distracciones por las que merece la pena parar, y por las que la mayoría de la gente se queda al menos un día. Sube a la montaña Sharp Top en Virginia, como hizo una vez Tomas Jefferson, come tortas de maíz en el histórico molino Mabry, o camina bajo los robles blancos, los arces rojos, los magnolios de montaña, los cerezos negros y los tulíperos de Virgina de la mansión Flat Top, mientras te hartas de música americana y bluegrass.
Contexto: El nombre de esta sierra viene de la suave neblina azul que parece envolver las montañas desde la distancia.
Dentro del camino: Conocido por los espectaculares colores de su follaje otoñal, la ruta no inspira menos admiración durante el resto del año, insiste Brown. Desde los mantos de flores al jengibre salvaje, los lirios, las flores salvajes y los árboles incipientes en primavera, pasando por el “paisaje lujoso del sur de los Apalaches” de color verde en verano así como el precioso “sombrío” del invierno.
Fotografía de Harrison Shull, Aurora PhotosComo verás por los escalofríos que te bajan por la columna vertebral, las curvas y las bajadas de la carretera Transfãgărăşan de Rumanía hacen que resulte más terrorífica que el habitante más famoso y temido de los Alpes de Transilvania, Vlad III el Empalador, el príncipe de Valaquia que inspiró el Drácula de Bram Stocker. “Se ven crucifijos a los lados de la carretera, y da miedo pensar que el conductor debe de haber tenido un accidente ahí, porque es una caída en picado”, dice Paul White, un expatriado británico que vive en el campo y que escribe un blog llamado Wild Transilvania (“Transilvania Salvaje”).
Serpenteando de norte a sur entre los dos picos más altos de Rumanía y alcanzando más de 1600 metros de altitud, la Transfãgărăşan sigue el río Arges, bordea en forma de media luna la presa Vidraru y pasa por las orillas verde esmeralda del lago del mismo nombre. A lo largo de una carretera de dos carriles (con un límite de velocidad de 40 kilómetros por hora), los conductores cruzarán 27 puentes y acueductos y atravesarán un túnel 800 metros de largo sin iluminar, esquivando también a los pastores con sus rebaños que interrumpen el tráfico. Los turistas se paran en el castillo Poenari de 700 años de antigüedad, una vez hogar de Drácula, en lo alto de unas escaleras con 1480 escalones, en la comunidad de Arefu.
Contexto: En lo alto de las montañas Făgăraş, en los Cárpatos Merdionales (otro de los nombres de los Alpes de Transilvania), la carretera se construyó en la década de 1970 como una ruta militar estratégica de 160 kilómetros.
Dentro del camino: Las condiciones climáticas a menudo muy peligrosas quieren decir que la carretera se abre de manera fiable desde finales de junio a mediados de octubre; durante los meses fríos, el camino más allá de la cascada de Bâlea (una cadena de 20 pisos de cascadas) es inaccesible. A partir de ahí, un teleférico rojo lleva a los viajeros hasta el lago Bâlea, en el que hay dos albergues abiertos durante todo el año y un hotel de hielo que se construye desde cero cada invierno.
Fotografía de Andrei Pop, ShutterstockLos BMW clásicos y turismos que pasan zumbando por unas de las 36 curvas -que ascienden hasta cerca de 914 metros con una vista impresionante de 2,5 kilómetros en poco menos de 48 kilómetros- en la carretera alpina de Grossglockner entre los estados austríacos de Salzburgo y Carintia. Sobre sus cabezas, el buitre leonado y el águila real circundan los picos de los Alpes, donde las poco comunes cabras montesas, gamuzas y marmotas regordetas se escabullen de las poblaciones de los osos pardos y lobos que están resurgiendo.
"Si encuentras el cielo azul, es algo de otro mundo", dice Johannes P. Hofer, un nativo de Austria que ha vivido en Nueva York durante décadas, pero vuelve a Zell am See cada año. “No hay ninguna visita en la que no suba por esta carretera", si lo puede organizar, detrás del volante de un descapotable prestado. Un paseo en coche lleva a los conductores al agreste Parque Nacional Hohe Tauern, la mayor reserva natural en los Alpes y un imán para los excursionistas, ciclistas y caminantes.
Contexto: Se llama así por los 3,8 kilómetros del Grossglockner, el pico más alto de los Alpes austriacos, la carretera serpenteante se terminó en 1935 y se construyó sobre los restos de caminos de herradura y antiguos senderos celtas y romanos.
Dentro del camino: El Grossglockner cobra un peaje (alrededor de 40 euros). Entre mayo y noviembre, la carretera tiene acceso al centro de visitantes Kaiser-Franz-Josefs-Höhe, donde un funicular lleva a los pasajeros a un mirador del glaciar colosal Pasterzen.
Fotografía de Buero Monaco, GETTY IMAGESEn 1972, después de siglos de aislamiento, los aldeanos de Guoliang decidieron cavar su propia ruta hacia el mundo exterior. En el interior de las montañas Taihang en el noreste de China, durante mucho tiempo habían dependido de un escarpado sendero de montaña al que a veces se refieren como una “escalera al cielo”. Entonces, 12 hombres del lugar tallaron a mano un hueco a través de la montaña. El túnel de carretera Guoliang (oficialmente conocido como el Largo Pasillo del Precipicio), supone una maravilla de la voluntad humana. Para conducir a través del corredor se necesita un nivel de resolución similar. Escondido en un rincón remoto del país al oeste de Pekín, el pasaje es difícil de encontrar. Pero los que han hecho el viaje lo describen como una vista excepcional. Con sólo 5,8 metros de ancho y 4 de alto, el túnel está en curva y tiene "ventanas" abiertas que dan hacia afuera en la cara de la roca lisa del acantilado y tienen cientos de metros de precipicio en caída vertical.
Contexto: Según una placa situada a su entrada, tardaron seis años en excavar el túnel de casi 1600 metros de largo, siendo los martillos de 3 kilos y barras de perforación de acero las únicas herramientas.
Dentro del camino: "Mientras atravesaba el túnel tenía la incómoda sensación de que se podría derrumbar", dice Darren Crawford, un viajero de Nottingham, Inglaterra. Las paredes de roca están muy agrietadas, y hay malla metálica en la entrada. Los conductores son lo suficientemente listos como para encender sus faros y tocar sus bocinas a medida que pasan a través del túnel.
Fotografía de View Stock Rf, AGE FotostockRodeada por una interestatal desde hace mucho tiempo, la estrecha carretera Historic Columbia River Highway de dos carriles, suspendida sobre un lado de la garganta del río, ha visto pocos cambios desde que se terminó en 1922. Viajando de una pequeña ciudad de Oregón (Corbett) a otra a tan sólo 24 kilómetros de distancia (Dodson), la parte más popular que queda de la carretera abarca seis parques estatales, siete cascadas, y en días claros, las vistas de cinco picos montañosos, incluyendo al explosivo monte de Santa Helena. "Recorrer esa vieja carretera es como retroceder en el tiempo", dice Darren White, un fotógrafo local. Durante el invierno, sus famosas cascadas se congelan y los carámbanos, tan gruesos como las ramas de los árboles cuelgan de unos elegantes puentes arqueados de la carretera. La primavera y el inicio del verano explotan con el florecimiento de flores silvestres endémicas, incluyendo la estrella fucsia y la margarita Gorge Columbia de pétalos blancos, y los árboles como el fresno de Oregón y el álamo crecen verdes y frondosos. En el otoño, la carretera se desliza debajo de un manto naranja, rojo y amarillo.
Contexto: Es la primera carretera panorámica planificada en Estados Unidos y sigue protocolos de diseño estrictos (por ejemplo, no hay pendientes de más del 5 por ciento) inspirados en Axenstrasse, el desvío suizo del siglo XIX.
Dentro del camino: En Crown Point, los conductores se detienen en Vista House, un elegante observatorio art nouveau a 223 metros por encima del río Columbia. Samuel Lancaster, el ingeniero del Condado de Multnomah que supervisó el desarrollo de la carretera, dijo que a partir de aquí el río “se podría ver en una comunión silenciosa con el infinito”.
Fotografía de Thomas Boyd, The OregonianComo un circuito de fórmula 1 sin las medidas de seguridad, las carreteras de las montañas del Atlas en Marruecos ponen a prueba el coraje de los conductores. Excavadas en la espina dorsal del noroeste de África, la ruta de 188 kilómetros puede llevar varias horas, con dos carriles estrechos desprovistos de guardarraíles, con demasiadas curvas ciegas como para contarlas. “Pasas volando curvas que giran 200 o 250 grados”, dice David Wisner, antiguo profesor en Tánger. Aquí el premio son los paisajes de otro mundo que avistamos de las montañas del Alto Atlas, más tarde de nuevo en el oasis del desierto en Ouarzazate ( el “Holliwood del Magreb”, lugar de rodaje de Lawrence de Arabia hace medio siglo). A lo largo del camino, los obstáculos van desde las condiciones impredecibles del terreno hasta cabras, camellos y mulas que bloquean la carretera.
Contexto: La legión extranjera francesa construyó esta carretera en 1936 sobre el camino que el explorador reconvertido en sacerdote Charles de Foucauld documentó en la década de 1880.
Dentro del camino: Telouet, la decadente capital de lo que fue el sur del Marruecos francés, posee la tiempo atrás grandiosa casbah de T’ahami el Glaoui, quien gobernó la región a principios del siglo XX.
Fotografía de Alessandro Saffo, SimeLa esquina suroeste de la isla sur de Nueva Zelanda posee el mejor tipo de dilema para los conductores: carreteras abiertas, como la conocida Milford Road (Highway 94), que suplica velocidad pero también demanda que aminores velocidad constantemente para echar un vistazo. Desde Queenstown, en el lago Wakatipu, un circuito por las autopistas estatales es un preludio a Milford Sound, excavado por un glaciar. Como un redoble de tambor, las últimas 120 kilómetros en la 94 transcurren por bosques alrededor de las perpetuamente nevadas montañas de Alisa, a lo largo de las costas del lago Te Anau, hasta las aguas que parecen un espejo, del color de té, del fiordo. Allí, unos 150 residentes viven entre las reservas marinas para pingüinos, delfines y los lobos marinos de Nueva Zelanda. Pero pese a todos los atractivos de la región que te dejarán boquiabierto, es difícil no dejarte arrastrar por el piloto de carreras que llevas dentro. Es tentador saltarse el límite de velocidad (algo más de 90 kilómetros por hora), dice Melissa Antonelli, originaria de Seattle que ha vivido en Nueva Zelanda y lo ha descubierto de primera mano. “Estábamos solo yo, las montañas y el precioso río”, dice Antonelli sobre la despoblada región rural de Fiordland. “Después aparecieron los policías y me multaron por exceso de velocidad, y pensé: ¿Dónde estaban? Allí no había nadie más”.
Contexto: Rudyard Kippling describió una vez Milford Sound como la “octava maravilla del mundo”. Los maoríes la bautizaron en honor al píopío, un pájaro autóctono que ahora está extinto.
Dentro del camino: La carretera de Milford llega a un punto donde se une a la avenida de la Montaña que Desaparece, donde una ilusión óptica hace que la montaña parezca que se encoje a medida que la gente se acerca a ella. Los conductores se detienen en el lago Gunn para una pequeña ruta en la naturaleza.
Fotografía de COOLBIERE PHOTOGRAPH, GETTY IMAGESDurante unos 104 kilómetros en las altiplanicies de Bolivia, poco más de un carril separa a los conductores de los paracaidistas. El norte de la carretera Yungas (que incluye un tramo de 40 kilómetros señalado con cruces conmemorativas conocido como la carretera de la muerte) nos lleva desde las afueras de La Paz, la capital más alta del mundo, hasta el pequeño pueblo de Coroico. Un camino secundario pavimentado terminado hace pocos años proporciona una alternativa más segura, pero los aficionados a la bicicleta de montaña y otros que se atreven a tomas la carretera de la muerte empiezan su aventura aterradora en el paso de La Cumbre en una cresta polvorienta a 4650 metros de altura. Las vistas sobre el valle nos recuerdan claramente su posición precaria sobre un muro vertical. Finalmente, el camino desciende hacia una húmeda masa de frondosos helechos y arbustos de coca, insectos pululantes y granjas donde se cultivan café y cítricos.
Contexto: A mediados de los años 90, los precipicios sin protección eran conocidos como la carretera más peligrosa del mundo.
Dentro del camino: “Es extremadamente estrecha”, dice Dan Grec, un viajero canadiense que recientemente viajó por carretera desde Alaska hasta Argentina. “Hay un montón de lugares donde, si te encuentras con un coche en la otra dirección, tendrás que dar la vuelta e intentar adivinar cuanto recular hasta encontrar un sitio donde quepan los dos coches”.
Fotografía de Spencer Platt, GETTY IMAGESA lo largo de 230 kilómetros, la carretera de los Campos de Hielo (“Icefields Parkway”) que conecta los Parques Nacionales de Banff y Jasper, la tranquilidad de las Montañas Rocosas de Canadá fluye tan profundamente como muchos lagos de la región que se alimentan del agua de los glaciares. Sin embargo, la soledad tiene pocas oportunidades. Aquí, los titanes del Gran Norte Blanco -los muflones, los renos, los alces, los osos pardos y los osos negros- encarnan las bestias de las fantasías infantiles. Entonces, de vez en cuando, en una escena de vals una criatura parece directamente sacada de un libro del Dr. Seuss. La agente local de viajes Mirit Posnansky recorre la carretera con regularidad, pero el reciente avistamiento de un tímido lince canadiense, un gato salvaje con unos mechones peculiares en las orejas, hizo que se detuviese en seco. El paisaje de ensueño está lleno de esos momentos de “pellízcame”, tal vez ninguno más surrealista que los paisajes cristalinos invertidos trazados en el reflejo en los lagos de la carretera, cada uno famoso por tener un color distintivo, tales como el color turquesa del lago Bow y el esmeralda del lago Louise.
Contexto: Construido durante la Gran Depresión, el desvío se abrió en 1940 como un solo carril de grava, y fue mejorado en las décadas posteriores. Más o menos a la mitad de la carretera, una gran extensión de glaciares interconectados llamado el Campo de Hielo Columbia (“Columbia Icefield”) se asienta en una triple división. El derretimiento de su nieve alimenta los océanos Pacífico, Atlántico y Ártico.
Dentro del camino: "La única vez que se produce un atasco de tráfico es cuando hay un oso al lado de la carretera," dice Posnansky. “Los llamamos ‘atascos de oso’”.
Fotografía de Andreas Hub, ReduxLa autopista Transandina ofrece más emoción que un parque temático, extendiéndose a lo largo de 363 kilómetros por la montaña pasa entre la próspera capital chilena de Santiago y la región vinícola de Mendoza, en las estribaciones del oeste de Argentina. Una línea ferroviaria desaparecida que representa parte de la ruta añade sensación de montaña rusa. Como una de las principales arterias de Cono Sur del continente, la carretera es tan seductora para los turistas como crucial para el comercio, con pequeños camiones y autobuses internacionales que recorren rápidamente las 29 curvas mientras ascienden a unos 3,5 kilómetros por el lado chileno de los Andes.
En Paso Internacional del Cristo Redentor -llamado así por una estatua de cuatro toneladas que se colocó allí en 1904- tiene un túnel de casi dos millas de largo a través de las montañas escarpadas que termina en un paso fronterizo famoso por las largas caravanas y los retrasos de varias horas. El túnel también señala una división sorprendente. "En un solo viaje, hay dos ecosistemas totalmente distintos", dice Cary Gilbert, expatriado estadounidense que gestiona un restaurante en Mendoza. El lado argentino, "es desértico, con formaciones rocosas bonitas de colores diferentes. Después sales al lado chileno, y es todo verde".
Contexto: Los lugareños llaman el cruce a través de los Andes el "Paso de los Caracoles”.
Dentro del camino: Desde el lado argentino del túnel, los conductores pueden vislumbrar el monte Aconcagua, el pico más alto del hemisferio occidental, de 6400 metros de altura.
Fotografía de Walter Bibikow, GETTY IMAGES