La vida a bordo del Vivek Express, por Mathieu Paley
Publicado 9 mar 2022, 11:48 CET

Los pasajeros miran por las ventanas del vagón de segunda clase. Estos asientos son los billetes más baratos del tren y suelen llenarse de trabajadores migrantes que regresan a su hogar en Assam tras haber trabajado como obreros en Tamil Nadu por un salario mejor.
Los hombres hacinados retuercen y doblan sus cuerpos para llenar cada hueco del vagón de tren.
Alguien sirve a los pasajeros su comida, unas samosas, a través de la ventana del vagón de segunda clase. Suele ser más fácil para los comerciantes vender su comida desde fuera del tren en vez de intentar atravesar el interior abarrotado.
Un revisor de billetes se asoma del último vagón del Vivek Express preparándose para salir al final de su turno.
Un montón de paquetes sobre el andén esperan a que los carguen en el vagón de equipaje.
Uno de los cocineros descansa junto a un montón de patatas peladas en el «compartimento despensa» de la cocina.
La pintura descascarillada enmarca la entrada de los baños del Vivek Express, una de las partes menos glamurosas del viaje.
El tren sale de Erode Junction, una de las 58 paradas en el trayecto del Vivek Express.
Un mandir o altar adorna el compartimento del jefe de cocina.
Cuando un tren se avería, los pasajeros en ocasiones aprovechan la oportunidad para salir, a diferencia de en otros países, donde las normativas son más estrictas y las puertas permanecen cerradas.
Entre vagones, uno de los empleados que se encarga de cambiar las sábanas descansa sobre la dura superficie de un banco.
Muchos de los hombres a bordo del Vivek Express son trabajadores de la construcción que regresan a sus hogares al noreste tras haber trabajado en India del Sur, donde hay mejores salarios.
Un vendedor de comida y los empleados del tren (con camisas rojas) intentan atravesar el abarrotado vagón de segunda clase.
Fotografía de Matthieu PaleyUn vendedor ofrece chana masala, un plato a base de garbanzos, para cualquiera que quiera pagar 20 rupias (26 céntimos de euro) por él.
Los vendedores ambulantes caminan de un lado a otro por los pasillos de los trenes durante las paradas, anunciando sus productos. «¡Mangos, mangos, mangos, mangos!»
Las ventanas abiertas proporcionan un ligero alivio ante el sofocante calor de mayo en el vagón cocina. Los thali, platos a base de arroz, daal y curry, se sirven a bordo del tren y se llevan directamente a los vagones de los pasajeros. Desafortunadamente, la mayoría de envases de plástico se tiran por las ventanas.
Los pasajeros se congregan en una de las muchas entradas al Vivek Express, donde las puertas están siempre abiertas y la gente puede saltar para bajarse o subirse.
Madre e hijo vestidos para una boda esperan en el andén.
Un grupo de gente espera a que pase el tren en su trayecto por Bengala Occidental.
La costa oriental de la India se ve borrosa desde el tren, como un remolino de polvo y color.
Bordeando Bangladesh, el Vivek Express serpentea por los campos exuberantes.
Una mujer que lleva un colorido shalwar kameez corre junto al vagón de segunda clase.
Las vías de tren atraviesan Dibrugarh, una región conocida por la producción de té.
Tras el trayecto de 85 horas, un empleado del tren disfruta de una ducha en la estación de Dibrugarh.
Dos hermanos miran por la ventana de su compartimento, una de las muchas formas de pasar el tiempo en el trayecto más largo en tren de la India. La gente escucha música, ve películas en sus teléfonos y habla con otros viajeros. «Siempre hay gente caminando por el pasillo», afirma Paley. «Hay un espectáculo dentro y fuera del tren».
La última tarde, antes de llegar, un hombre se cuelga de la puerta abierta del tren.
Durante la puesta de sol, el tren hace una parada de 10 minutos en Cuttack Junction.
El tren pasa frente a una plantación de té en Bengala Occidental.
Una monja cristiana de Assam regresa a casa.
Una niña pequeña se toma el biberón en un compartimento con su hermana y su madre.
Las mujeres lavan la ropa junto a un puente. En la distancia se encuentra Bután y las estribaciones del Himalaya.
Una mujer duerme plácidamente durante los momentos finales del trayecto, cuando el tren se encuentra menos abarrotado.
Los jóvenes trabajadores del estado de Assam se reúnen en el tren.
El tilaka, un símbolo religioso hindú, adorna la frente de una niña.
Una maraña de personas durmiendo y de extremidades dobladas abarrota el vagón de segunda clase, desde el suelo hasta el techo.
