
Hideo-san es uno de los líderes de la comunidad de Animatagi. Lleva vestimentas tradicionales y sostiene una lanza que lleva generaciones en su familia.
Fotografía de Javier CorsoEl capitán Sato saca su cuchillo matagi para empezar a desmembrar al animal. Su apellido está grabado en la hoja.
Fotografía de Javier CorsoLa cabeza del oso tibetano tras ser seccionada y despellejada por los cazadores matagi.
Fotografía de Javier CorsoComo parte del ritual de caza, los matagi desmiembran al animal a mano en el bosque y dejan parte de los intestinos como ofrenda a la diosa de la montaña. El resto se dividirá y se llevará de vuelta a la aldea.
Fotografía de Javier CorsoUn cazador matagi fuma al pie de la montaña tras haber terminado la cacería con éxito.
Fotografía de Javier CorsoAhora, los cazadores usan atuendos y rifles modernos combinados con utensilios tradicionales de su comunidad. Los matagi del siglo XXI son tiradores expertos. Los vívidos colores de sus chalecos sirven para distinguirlos del follaje y evitar accidentes.
Fotografía de Javier CorsoTras distribuir la presa, los cazadores matagi se reúnen en la cabaña del capitán Sato para dar comienzo al ritual. Endo-san, uno de los matagi más respetados en la comunidad, oficia el ritual de oración con un corazón de oso y una botella de saque.
Fotografía de Javier CorsoCuando se completa la cacería, todos los participantes comparten la tarea de dividir al animal en partes iguales. Todos tienen derecho a recibir la misma proporción de carne y piel.
Fotografía de Javier CorsoLa fuerza de los cortes realizados con un cuchillo matagi permiten separar la carne y los tendones del animar en un solo corte. Las zarpas del oso se separan del resto del cuerpo antes de despellejar el cadáver.
Fotografía de Javier Corso