Visitas ilegales a la zona de exclusión de Chernóbil
Publicado 23 ene 2018, 11:31 CET, Actualizado 23 ene 2018, 12:43 CET

Knyazev (a quien apodan JimmSide) descansa en un cobertizo abandonado durante su trayecto a Prípiat. «Me atrae la libertad de la Zona», afirma. «Es un área gigantesca de 2.500 kilómetros cuadrados y prácticamente sin gente. Puedes entrar en cualquier casa, cualquier apartamento, vivir allí, sentir la historia».
Fotografía de Pierpaolo Mittica, ParallelozeroKnyazev enciende una hoguera en un cobertizo abandonado. Ha hecho más de 50 viajes a la zona de exclusión, inspirado por el videojuego S.T.A.L.K.E.R. y los recuerdos de su tío, que trabajó en el cementerio de vehículos radiactivos conocido como Rassokha.
Fotografía de Pierpaolo Mittica, Parallelozero«Creo que lo más hermoso es el amanecer de la naturaleza en esta zona desde que el hombre se ha ido», afirma Knyazev. «Cuando fui a Prípiat, eran casi las 5 de la mañana y el sol se acercaba al horizonte. Estaba agotado tras una caminata de 50 kilómetros durante las últimas 24 horas y quería dormir. Y de repente apareció un zorro entre las sombras, a 10 metros a mi derecha. Un par de zorros, pequeños como gatitos, caminaban con cautela detrás [de su madre]... todavía recuerdo sus siluetas, pintadas con los rayos del sol».
Fotografía de Pierpaolo Mittica, ParallelozeroSherekh (apodado Freeman) duerme en el tejado de un edificio a menos de 3 kilómetros del reactor número 4. Tras la explosión, se asignó a cientos de miles de soldados, trabajadores de la central y voluntarios conocidos como «liquidadores» la tarea de descontaminar el lugar y contener 200 toneladas de material radiactivo dentro de un «sarcófago» de hormigón. Los padres de Sherekh, físico de profesión, trabajaban en la central y su padre fue un liquidador.
Fotografía de Pierpaolo Mittica, ParallelozeroKnyazev vaga por una piscina abandonada en Prípiat. «Te sientes como si fueras la última persona de la Tierra», dice sobre la Zona.
Fotografía de Pierpaolo Mittica, ParallelozeroSherekh llena su cantimplora en un sótano de Prípiat. «En el entorno de los stalkers hay una broma: sin dosímetro no hay radiación», dice. «Tengo que admitir que somos bastante poco racionales sobre nuestra salud y la presencia de altos niveles de radiación no evita que la visitemos. Hay muchas personas con educación e inteligentes que saben bien lo que es la radiación. La realidad es que la mayor parte del territorio de la Zona tiene un fondo bajo». Sin un dosímetro, la cantidad real de exposición a radiación es desconocida.
Fotografía de Pierpaolo Mittica, ParallelozeroSherekh camina por un bosque en camino hacia Prípiat.
Fotografía de Pierpaolo Mittica, ParallelozeroKnyazev prepara la cena en la aldea abandonada de Rudnya Veresnya.
Fotografía de Pierpaolo Mittica, ParallelozeroMaxim Rudyavsky y Knyazev frente al monumento conmemorativo de la Segunda Guerra Mundial en la aldea de Chistogolovka. La aldea estaba tan contaminada en los años siguientes al accidente que fue demolida y enterrada. Esta estatua, que en su día estuvo en la plaza principal, es el único recuerdo que queda de Chistogolovka.
Fotografía de Pierpaolo Mittica, ParallelozeroRudyavsky se lava los dientes en un apartamento con vistas a Prípiat. «Cuando llegas a la Zona, el tiempo se detiene. No sabes qué día de la semana es y te pierdes más en el tiempo», afirma.
Fotografía de Pierpaolo Mittica, ParallelozeroUn antiguo póster de la URSS decora la pared del apartamento de Knyazev en la Zona.
Fotografía de Pierpaolo Mittica, ParallelozeroUn stalker con una máscara de gas falsa.
Fotografía de Pierpaolo Mittica, ParallelozeroSherekh se prepara para dormir en una casa abandonada en Rudnya Veresnya. Los stalkers suelen dormir en áticos para evitar encontrarse con animales salvajes. Lobos, jabalíes, osos, alces, ratones y garrapatas vagan libremente por la Zona.
Fotografía de Pierpaolo Mittica, ParallelozeroUn grupo de stalkers disfruta de una fiesta con vodka en el apartamento de Knyazev en la Zona.
Fotografía de Pierpaolo Mittica, ParallelozeroRudyavsky descansa en un cobertizo tras una larga caminata por el bosque. «[En la Zona] estás a solas con la naturaleza, el silencio y una atmósfera posapocalíptica», explica. «Es como una droga».
Fotografía de Pierpaolo Mittica, ParallelozeroUn stalker baila en un tejado de Prípiat al atardecer.
Fotografía de Pierpaolo Mittica, Parallelozero