Los guerreros de Terracota
Publicado 21 feb 2018, 10:45 CET
Las estatuas de terracota de la tumba del emperador Qin Shi Huang.
Rostro de un guerrero de Terracota, uno de entre varias docenas de moldes. El escultor añadió detalles, escogiendo entre una gama de estilos de pelo, orejas, cejas, bigotes y barbas. El cuerpo se creó por separado y exhibía una combinación similar de elementos uniformes. Juntas, las figuras completas dan una impresión de variedad infinita, como si fuera un ejército real.
Los restos de pintura ofrecen pistas de los tonos azules que decoraban el ejército en el momento de su entierro hace más de 2.200 años. Este fragmento imita la armadura típica de la época: fragmentos de cuero cubiertos de laca que se ataban con cuerdas rojas. La mano se formó para sostener un arma.
Agachado entre un revoltijo de hallazgos recientes, Yang Jingyi quita el barro antes de las labores de restauración. A medida que sus excavaciones se acercan al túmulo funerario central, los arqueólogos esperan desvelar muchos más giros inusuales en la historia del ejército de terracota.
La piel solía pintarse de color ante, como aquí, o de un tono rosado, aunque un rostro exhibe un tinte verdoso desconcertante.
Las armaduras reales, como la representada en este fragmento de terracota, habría estado curvada como una teja sobre la parte superior del brazo. Por debajo, la mayoría de los hombres llevaban un abrigo de manga larga y que llegaba hasta las rodillas, atado a la cintura con un cinturón.
El blanco de los ojos y otros detalles ofrecen pistas sobre la personalidad que otorgaba la pintura a sus rostros.