
Las estatuas de terracota de la tumba del emperador Qin Shi Huang.
Fotografía de O. Louis Mazzatenta, National Geographic CreativeRostro de un guerrero de Terracota, uno de entre varias docenas de moldes. El escultor añadió detalles, escogiendo entre una gama de estilos de pelo, orejas, cejas, bigotes y barbas. El cuerpo se creó por separado y exhibía una combinación similar de elementos uniformes. Juntas, las figuras completas dan una impresión de variedad infinita, como si fuera un ejército real.
Fotografía de O. Louis Mazzatenta, National Geographic CreativeLos restos de pintura ofrecen pistas de los tonos azules que decoraban el ejército en el momento de su entierro hace más de 2.200 años. Este fragmento imita la armadura típica de la época: fragmentos de cuero cubiertos de laca que se ataban con cuerdas rojas. La mano se formó para sostener un arma.
Fotografía de O. Louis Mazzatenta, National Geographic CreativeAgachado entre un revoltijo de hallazgos recientes, Yang Jingyi quita el barro antes de las labores de restauración. A medida que sus excavaciones se acercan al túmulo funerario central, los arqueólogos esperan desvelar muchos más giros inusuales en la historia del ejército de terracota.
Fotografía de O. Louis Mazzatenta, National Geographic CreativeEn la vida real, la vestimenta de un soldado raso probablemente estaría hecha de cáñamo, mientras que los oficiales llevaban seda. El ejército no tenía uniformes; los guerreros proporcionaban su propia vestimenta.
Fotografía de O. Louis Mazzatenta, National Geographic CreativeLa piel solía pintarse de color ante, como aquí, o de un tono rosado, aunque un rostro exhibe un tinte verdoso desconcertante.
Fotografía de O. Louis Mazzatenta, National Geographic CreativeLas armaduras reales, como la representada en este fragmento de terracota, habría estado curvada como una teja sobre la parte superior del brazo. Por debajo, la mayoría de los hombres llevaban un abrigo de manga larga y que llegaba hasta las rodillas, atado a la cintura con un cinturón.
Fotografía de O. Louis Mazzatenta, National Geographic CreativeEl blanco de los ojos y otros detalles ofrecen pistas sobre la personalidad que otorgaba la pintura a sus rostros.
Fotografía de O. Louis Mazzatenta, National Geographic Creative