Amina, refugiada rohinyá, posa para una fotografía maquillada con pasta thanaka en el campo de Kutupalong, en Cox’s Bazaar, Bangladesh.
Fotografía de Clodagh Kilcoyne, ReutersRufia Begum, una refugiada rohinyá de nueve años, posa maquillada con thanaka en el campo de Balukhali, en Cox's Bazaar.
Fotografía de Clodagh Kilcoyne, ReutersRazina Begum, una refugiada rohinyá de 16 años, maquillada con thanaka en el campo de Jamtoli. «Uso el maquillaje para tener la cara limpia y fresca», afirma. «Lo llevo a diario».
Fotografía de Clodagh Kilcoyne, Reuters«Llevo maquillaje para mantener la cara limpia», afirma Zannat Ara, de nueve años, refugiada rohinyá del campo de Kutupalong. «Algunos insectos me pican en la cara y esto los repele, me protege».
Fotografía de Clodagh Kilcoyne, ReutersRomzida, una refugiada rohinyá de ocho años, maquillada con thanaka en el campo de refugiados de Shamlapur, en Cox’s Bazaar.
Fotografía de Clodagh Kilcoyne, ReutersLaila Begum, una refugiada rohinyá de 23 años, posa para una fotografía maquillada con thanaka en el campo de Balukhali.
Fotografía de Clodagh Kilcoyne, ReutersNur Kayas, de seis años, maquillada con thanaka en el campo de Kutupalong.
Fotografía de Clodagh Kilcoyne, ReutersMajuma, de 10 años, lleva el thanaka sobre la nariz y en círculos en las mejillas en el campo de Kutupalong.
Fotografía de Clodagh Kilcoyne, ReutersRozia, de 10 años, frunce el ceño ante la cámara maquillada con thanaka en el campo de Kutupalong. Su maquillaje se extiende desde la cara al cuello, proporcionándole más cobertura y protección.
Fotografía de Clodagh Kilcoyne, ReutersZannat Ara, refugiada rohinyá de 10 años, maquillada con círculos densos y trazos finos de thanaka en el campo de Balukhali.
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