
C-Boy devora una cebra en el parque nacional del Serengueti.
Fotografía de Michael Nichols, National Geographic CreativeC-Boy, a la izquierda, y su compañero Hildur sentados codo con codo durante un chaparrón.
Fotografía de Michael Nichols, National Geographic CreativeLas hembras de un grupo conocido como la manada de Vumbi, estresadas y muy protectoras con sus crías, se enfrentan a C-Boy, pese a ser uno de los padres residentes.
Fotografía de Michael Nichols, National Geographic CreativeC-Boy y una hembra de Vumbi tras aparearse. Durante el estro, una hembra podría ser monopolizada durante días por un solo macho.
Fotografía de Michael Nichols, National Geographic CreativeC-Boy usa un afloramiento rocoso o kopje como mirador para vigilar las llanuras del Serengueti.
Fotografía de Michael Nichols, National Geographic CreativeC-Boy se aparea con una hembra de la manada de Kibumbu. Las melenas oscuras se relacionan con la robustez y las hembras prefieren machos con melenas oscuras como C-Boy.
Fotografía de Michael Nichols, National Geographic CreativeC-Boy transporta un facóquero parcialmente devorado al amanecer.
Fotografía de Michael Nichols, National Geographic CreativeUn vehículo robot capta a C-Boy gruñéndole a una hembra de Vumbi.
Fotografía de Michael Nichols, National Geographic CreativeLos Killers, una coalición de cuatro machos, se ganaron este mote por sus ataques letales contra hembras y machos. Pero nunca pudieron matar a su rival C-Boy.
Fotografía de Michael Nichols, National Geographic Creative