
Los miembros de «Call Sign 9.2», una unidad anti caza furtiva, acuden al escenario de una cacería en Kalama Community Conservancy, en el norte de Kenia. Los integrantes se reclutan de varias tribus del norte de Kenia, permitiendo a los equipos acceso libre y sin restricciones a las comunidades sin miedo de instigar conflictos tribales.
Fotografía de David ChancellorUn equipo que pone rastreadores a los elefantes observa a un elefante que se recupera de un dardo tranquilizante en una de las áreas de conservación más septentrionales del Northern Rangeland Trust. El rastreador, colocado a un elefante macho solitario, dará a los científicos un plano detallado de su migración y supervisará su bienestar conforme viaje por las zonas repletas de cazadores furtivos.
Fotografía de David ChancellorUn guarda vigila a un rinoceronte negro asesinado por furtivos que huyeron en el Lewa Conservancy. Los cazadores furtivos suelen dejar a los animales muertos en lugares remotos durante días, ocultando el cadáver de los buitres con ramas, para después volver y retirar los cuernos y el marfil más fácilmente una vez el animal empieza a descomponerse.
Fotografía de David ChancellorUn cazador furtivo interrogado por miembros del Servicio de Fauna y Flora Silvestres de Kenia y la unidad comunitaria anti caza furtiva conocida como 9.2 en Isiolo, en el norte de Kenia. Los sabuesos del equipo lo encontraron respirando por una caña bajo el río.
Fotografía de David ChancellorLos guerreros samburu se lavan al borde de una presa antes de aplicarse ocre rojo en el cuerpo. Otras tribus guerreras los llaman «el pueblo mariposa» por los brillantes colores de sus vestimentas y sus llamativos adornos corporales.
Fotografía de David ChancellorUna «luna del cazador» en el Mpus Kutuk Community Conservancy, en el norte de Kenia. La caza furtiva aumenta significativamente durante la luna llena, cuando el brillo facilita la actividad.
Fotografía de David ChancellorTradicionalmente, un morán samburu transporta una lanza, un cuchillo y un recipiente plástico de cinco litros donde llevan agua y leche y en el que apoyan la cabeza cuando duermen sobre el suelo.
El cadáver de un agricultor pisoteado hasta la muerte por un elefante yace sobre una losa en la morgue de Nanyuki, en el norte de Kenia. La comunidad clamó venganza por la muerte del agricultor. El Servicio de Fauna y Flora Silvestres de Kenia sacrificó al elefante, le quitó los colmillos y los colocó en un lugar seguro en Nairobi para mantenerlos alejados de las manos de los comerciantes de marfil ilegal.
Un morán samburu va a construir una boma, o recinto, donde el ganado pasa la noche a salvo de los depredadores. Antes, permitían que el ganado vacuno pastara en cualquier lugar, degradando los pastizales. Con la gestión del Northern Rangelands Trust, los samburu están aprendiendo a regenerar sus tierras y vivir junto a los animales salvajes.