Lugares sagrados de los mayas

Un buzo explora un cenote cerca de las ruinas mayas de Tulum.
Fotografía de paulnicklen.com
En el parque temático de Xcaret, al sur de Cancún, un señor de la muerte maya se pasea entre los turistas antes de una recreación espectacular de las peregrinaciones antiguas. El evento anual —con viaje en canoa— es un homenaje a Ixchel, la diosa de la fertilidad. Dichos vínculos con el pasado atraen a los visitantes del resto de México y más allá a Yucatán.
Fotografía de Shaul Schwarz
Los niños de la aldea de Yaxuná se refrescan en un cenote. Una escalera de 20 metros les permite salir tras el chapuzón. La estatua es la versión de un artista local de un espíritu embaucador del folclore maya. Los aldeanos la colocaron allí para los turistas, con la esperanza de que hagan una parada cuando visiten los lugares arqueológicos de la zona.
Fotografía de Shaul Schwarz
Una pirámide de 27 metros de alto y una plataforma adornada con la cabeza de una serpiente emplumada son testigos de la antigua gloria de Chichén Itzá, ahora un destino turístico popular. Esta ciudad, antaño poderosa, se construyó en torno al siglo IX, probablemente alineada con cuatro cenotes sagrados y con los movimientos estacionales del sol.
Fotografía de Paul Nicklen
Un chamán reza en un altar rectangular, que simboliza la forma de cuatro esquinas del universo maya, pidiendo que llueva en la aldea de Yaxuná. Durante esta antigua ceremonia, los hombres caminan en círculos con ofrendas de comida, mientras los niños agachados imitan los sonidos que emiten las ranas cuando llueve.
Fotografía de Shaul Schwarz
El arqueólogo Guillermo de Anda desciende al cenote de Holtún minutos antes del momento en el que el sol se coloca justo encima, el 19 de julio. Cuando eso ocurre, dos veces al año, la luz cae verticalmente al agua. De Anda cree que los antiguos mayas construyeron una estructura en la superficie que captaba los rayos del mismo modo.
Fotografía de Paul Nicklen
Sobre la repisa de ofrendas en el cenote de Holtún, de Anda estudia un montón de huesos. “Este trabajo tiene que ver con los milímetros”, afirma el fotógrafo Paul Nicklen. “Estás justo encima de restos que no se han movido en siglos, así que debes tener habilidades de buceo impecables”.
Fotografía de Paul Nicklen
El guía Angel Canul es el último hombre que sale de la cueva de Las Calaveras, asegurándose de que todos los turistas han salido sanos y salvo por la entrada, a unos 18 metros sobre el agua. Mucha gente hace una parada para nadar cuando visitan la cercana pirámide de Cobá.
Fotografía de Paul Nicklen
En las aguas antaño sagradas de un cenote, Karla y Justin Petraitis posan tras una boda de temas mayas y New Age. El evento solo fue simbólico y la pareja se había casado antes en Tennessee. Su planificador de bodas organiza una docena de celebraciones como esta al año.
Fotografía de Shaul Schwarz
La familia Pech’ Puc despierta a las 5:30 a.m. Trece personas viven en esta casa de adobe con techo de paja, ubicada en una aldea de agricultores que cultivan lo mismo que sus ancestros: maíz, frijoles y calabaza. El estado, Quintana Roo, ingresó casi 9.000 millones de euros del turismo el año pasado, pero poco de ese dinero ha llegado hasta las comunidades mayas más pequeñas.
Fotografía de Shaul Schwarz
Un turista que practica esnórquel flota en un cenote llamado Las Calaveras, cerca de Tulum. Los mayas locales sacaban de aquí si agua potable hasta hace unos 30 años, cuando unos buzos encontraron huesos. Los arqueólogos han documentado los restos de más de cien personas, normalmente rodeados por la oscuridad primordial del agua.
Fotografía de Paul Nicklen
Días antes de que el sol llegue a su punto más elevado en el cielo, los rayos entran en el cenote de Holtún. Las luces resaltan los rasgos catedralicios mientras los arqueólogos bucean.
Fotografía de Paul Nicklen
En un cenote que alberga los restos de más de 30 personas, de Anda mide un cráneo. No saca nada durante sus inmersiones.
Fotografía de Paul Nicklen
Una flauta de cerámica muestra un rostro humano (a la izquierda) bajo el pico curvado de un ave. El arqueólogo Donald Slater y su colega Sabrina Simon encontraron la ofrenda cerca de un altar de piedra natural en las profundidades de una cueva.
Fotografía de Robert Clark&& con permiso del Central Yucatán Archaeological Cave Project of the Political Interaction Project of Central Yucatán
Iluminando su descubrimiento, de Anda muestra el único "sacbe", o sendero sagrado, conocido dentro de la cueva. En la columna de roca, este sendero de piedras gira al oeste, hacia la brillante piscina de un cenote. Los antiguos mayas creían que esta era la dirección al inframundo, una parada en el viaje al cielo.
Fotografía de Paul Nicklen
Huellas separadas, algunas de niños, marcan las paredes de una cueva junto a las sombras proyectadas por Dante García Sedano, ayudante de de Anda. Es probable que esta cueva formara parte de un entorno ritual que incluía cuatro cenotes, donde los mayas dejaron más huellas, huesos humanos y ofrendas de cerámica.
Fotografía de Paul Nicklen