Reese John juega con su tirachinas en el pilar de una casa demolida hace poco en Newtok. A pocos metros hay barrancos en ruinas de permafrost que se caen al río Ninglik.
Ante el derretimiento del permafrost, los cementerios de Alaska, como este de Newtok, se convierten en pantanos y destruyen los ataúdes de madera y los cuerpos que descansan en su interior. Algunos han quedado arrasados por completo.