Mallorca

En Son de Serra de Marina, los vecinos disfrutan de un día de playa tranquilo justo antes de que Mallorca volviera a recibir turistas a mediados de junio.
Lugares como Cala Llombards han disfrutado de la serenidad reciente, pero también se ven afectados por la falta de ingresos del turismo. El chiringuito y el servicio de alquiler de sombrillas generan ingresos para los vecinos.
Los barcos surcan la cala de Sa Calobra, que está al final del Torrent de Pareis, un torrente declarado Monumento Natural por el gobierno balear por su flora y fauna abundantes.
La zona turística de Camp de Mar alberga una playa de unos 180 metros, un campo de golf y un islote con un restaurante. En la distancia, las grúas apuntan a que la construcción prosigue pese a la pandemia.
El embalse artificial de Gorg Blau atrae a los visitantes que quieren acampar y pescar sin las multitudes de las playas.
La región de Cala Llombards muestra los efectos del auge de la construcción de los años sesenta y setenta en Mallorca, cuando el lema era «cuanto más cerca de la costa, mejor». Ahora, el nivel del mar está aumentando y los acantilados se derrumban.
En Son Serra de Marina, las familias caminan y acampan durante la noche. «Es una escena muy mallorquina», cuenta el fotógrafo Pep Bonet.
Durante la temporada baja del ciclismo, los ciclistas profesionales entrenan en las carreteras de la isla. En la foto, un ciclista solitario pedalea por la sierra de Tramontana.