Planificar un viaje puede ser beneficioso para la salud mental
Incluso durante una pandemia, pensar en el próximo destino que visitarás puede hacerte feliz.
Viajar se ha vinculado al aumento de la felicidad, la empatía y la creatividad. La ciencia sugiere que el mero hecho de pensar en un viaje puede estimular el cerebro.
Queda mucho para que termine la pandemia, así que este no es precisamente el momento ideal para los viajes de ocio. Con todo, esto no quiere decir que no puedas planificar viajes. Hay buenas noticias para las personas con espíritu viajero: según la ciencia, pensar en tu próxima aventura podría ser beneficioso para tu salud mental, aunque no estés seguro de cuándo la vivirás.
Algunos psicólogos promocionan los beneficios mentales de irse de vacaciones a un lugar nuevo. En 2013, una encuesta a 485 adultos de Estados Unidos vinculó los viajes a una mayor empatía, atención, energía y concentración. Otra investigación sugiere que el acto de adaptarse a culturas extranjeras también podría favorecer la creatividad. Pero ¿y el acto de planificar un viaje? ¿Podemos recibir un estímulo mental antes de salir de casa?
La ciencia de los viajes
La planificación y la previsión de un viaje puede disfrutarse casi tanto como el propio viaje, algo respaldado por investigaciones. Un estudio de 2014 de la Universidad de Cornell profundizó en cómo la expectativa de una experiencia (como un viaje) puede aumentar considerablemente la felicidad de una persona, mucho más que la expectativa de comprar bienes materiales. Un estudio anterior, publicado por la Universidad de Surrey en 2002, determinó que las personas son más felices cuando han planeado unas vacaciones.
Amit Kumar, uno de los coautores del estudio de Cornell, explica que los beneficios no están tan relacionados con la obsesión por los detalles de un itinerario, sino con conectar con otras personas. Uno de los motivos es que los viajeros «acaban hablando más sobre sus experiencias que sobre sus compras materiales», afirma. «Comparadas con las posesiones, las experiencias son un material narrativo mejor».
Uno de los muchos obstáculos de la pandemia es que las medidas de cuarentena reducen mucho nuestra capacidad de crear experiencias nuevas y conectar con otras personas. Y ahora ansiamos esas conexiones y sus beneficios sociales más que nunca.
En esta foto aparece el Loop de Chicago, el centro histórico, en el año 2000.
Las experiencias, no las posesiones, suelen hacer los viajes más enriquecedores porque nos ayudan a conectar con los demás.
Kumar, que ahora es profesor adjunto de la Universidad de Texas en Austin, afirma que el experimento de distanciamiento social que ha impuesto la pandemia ha destacado lo mucho que necesitamos estar juntos los humanos. Incluso sugiere remplazar la frase «distanciamiento social» por «distanciamiento físico», que describe mejor lo que hacemos ahora; al fin y al cabo, las medidas de cuarentena se han diseñado para proteger nuestro bienestar físico.
Gestionar el bienestar emocional es otro tema. Aunque muchos no estemos tan físicamente cerca de los demás como antes, aún podemos interactuar socialmente mediante las llamadas de voz y las videollamadas. Pero aún necesitamos algo de lo que hablar y los planes de futuro son temas de conversación perfectos para reforzar las relaciones sociales.
Matthew Killingsworth, coautor de Kumar e investigador de la Wharton School en la Universidad de Pensilvania, señala que planificar un viaje fomenta el optimismo.
«Como humanos, pasamos gran parte de nuestras vidas mentales viviendo en el futuro. Nuestra mentalidad futura puede alegrarnos cuando sabemos que van a llegar cosas buenas y los viajes son algo muy bueno que esperar», afirma Killingsworth, cuyo trabajo se centra en comprender la naturaleza y las causas de la felicidad humana.
Un motivo por el que Killingsworth cree que planificar un viaje puede ser una experiencia tan positiva es el hecho de que los viajes son temporales. «Como sabemos que un viaje tiene un comienzo y un final definidos, nuestras mentes tienden a disfrutarlo incluso antes de que empiece», afirma. «A veces, la gente prefiere retrasar las experiencias positivas, como un viaje, para poder extender el periodo de expectación».
Hay otro motivo por el que la planificación de viajes puede generar felicidad. Normalmente, sabemos lo suficiente sobre un destino como para imaginárnoslo y anhelarlo, pero también hay novedad e incertidumbre, lo que mantiene nuestra mente interesada.
«En cierto modo, empezamos a “consumir” un viaje en cuanto empezamos a pensar en él», afirma Killingsworth. «Cuando imaginamos que comemos helado en una plaza romana o que hacemos esquí acuático con nuestros amigos, no vemos todo lo que querríamos, sino que vivimos una versión de esos acontecimientos en nuestra mente».
Planificar durante una pandemia
El futuro de los viajes pospandémicos es un territorio inexplorado. Killingsworth recomienda planear un itinerario vago (a dónde ir, qué hacer) sin fijar una fecha en la que empezar el viaje. Después, cuando los expertos determinen que viajar vuelve a ser seguro, podremos empezar a reservar vuelos y hoteles. «Si la experiencia se vuelve más estresante y deprimente que divertida, mejor dejarla para otro momento», señala.
Alice Boyes, expsicóloga clínica convertida en escritora, está de acuerdo en que el enfoque general es lo mejor por ahora, «como informarse sobre un parque nacional que queramos visitar».
Galería: Parques nacionales de Estados Unidos
Aunque los viajes pueden generar ansiedad (sobre todo en la era de la COVID-19), Boyes sugiere que la planificación puede tranquilizar.
«Si eres de naturaleza nerviosa, planificar un viaje puede ser reconfortante y reducir la ansiedad», afirma. «Por ejemplo, a mí me gusta saber exactamente cómo voy a llegar del aeropuerto al hotel cuando llegue a un país extranjero. Me gusta saber las señas para caminar a determinados lugares y usar el Street View de Google Maps, todo con antelación, para hacerme una idea de qué esperar y sentirme segura».
«Este virus puede detener tus planes de viaje, pero no puede detener tus sueños de viaje», afirma el experto en viajes Rick Steves en una conversación con el New York Times. Planificar los viajes (pensar en ellos, hablar de ellos, imaginárselos) puede ser lo mejor que se puede hacer para conservar el optimismo y, cuando todo haya pasado, estar listos para embarcarnos en el viaje de nuestra vida.
Consejos y trucos
-Busca inspiración. No importa qué tipo de viaje quieras, existe todo un mundo de libros de viajes en los que inspirarte. Te sugerimos que empieces por los libros favoritos de nuestros editores de viajes.
-Pon al día tus habilidades de planificación. Seth Kugel, el autor de la columna «Frugal Traveler» del New York Times, visitó 50 países en seis años. Su libro, Rediscovering Travel: A Guide for the Globally Curious da consejos para canalizar la fantasía del trotamundismo. 50 States, 5,000 Ideas: Where to Go, When to Go, What to See, What to Do de National Geographic incluye las mejores experiencias en cada estado de Estados Unidos, de las obvias a las inesperadas.
-Pide ayuda. Sí, mucha gente sigue usando agencias de viajes, y por buenas razones: pueden encontrar las mejores ofertas, organizar itinerarios complejos y gestionar grupos grandes o vacaciones en familia.
-Hazte con mapas. Nada ilustra un lugar ni ayuda a planificar un viaje tanto como un buen mapa. National Geographic ha publicado cientos de mapas y atlas mundiales, continentales, nacionales y municipales.
Erica Jackson Curran es escritora autónoma en Richmond, Virginia, y fundadora de Parennial Travel, una página web de viajes para padres millenials.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.