Esta montaña suiza cambiará para siempre

El deshielo y una nueva telecabina cambiarán la experiencia en el Eiger.

Por Mike MacEacheran
Publicado 2 dic 2020, 13:33 CET
Eiger Express

El nuevo Eiger Express transporta a los visitantes desde la aldea de Grindelwald hasta una estación a 2327 metros de altitud en el Eiger, pasando frente a la legendaria cara norte de la montaña.

Fotografía de Jungfrau Railways

Desde la cima del Eiger, donde el aire está enrarecido, la gran revelación es una vista monumental de la región más legendaria de Suiza. Los vastos Alpes berneses se extienden por doquier, con glaciares colosales y cumbres que ponen los pelos de punta.

Muchos aventureros alcanzan este mirador a 3967 metros de altura a través de la traicionera cara norte del Eiger, un ascenso vertical imponente de piedra caliza y hielo negro. Es la mayor pared de roca de orientación norte de los Alpes y ha cambiado la historia de la escalada, inspirado thrillers como The Eiger Sanction y robado 64 vidas. Para los vecinos, el mote alemán de esta ladera es Mordwand, la «pared asesina».

Pero esta montaña icónica va a cambiar para siempre. El 5 de diciembre se inaugurará una polémica telecabina que acercará más que nunca a los visitantes no escaladores a la cara norte.

Bajo la cumbre del Eiger, las caminatas por el glaciar Aletsch —el más grande de los Alpes— son una excursión popular que ofrece una experiencia alpina de altura para principiantes.

Fotografía de Sinan Cakmak, Anzenberger, Redux

Aunque esto hará mella en la antigua relación entre montañeros y montaña, una segunda amenaza más preocupante —la crisis climática— también se refleja implacablemente en la cara norte del Eiger. La disminución del manto de nieve y el deshielo sin precedentes significan que las rutas de escalada por la cara norte ya no son lo que eran. Añadamos esto al riesgo de más avalanchas, el desmoronamiento de los contrafuertes y los desprendimientos de rocas explosivos.

Aunque muchos habrán aplazado sus viajes a Suiza por la COVID-19, el Eiger sigue ejerciendo su atracción gravitatoria como ninguna otra montaña de Europa. Incluso durante el punto álgido de la pandemia este verano, la aldea de Grindelwald recibió la friolera de 68 000 visitantes que pasaron la noche. Se prevé que la inauguración de una nueva telecabina —con una capacidad para 18 000 personas al día— incremente esas cifras.

El Eiger Express

Se mire por donde se mire, el sistema V-Cableway de 516 millones de dólares es un proyecto que definirá una era. En pocos lugares la transición de las faldas montañosas a picos de dientes afilados es tan drástica como en los Alpes berneses, y el desarrollo se ha concebido como impulsor económico para despertar un interés renovado por uno de los destinos alpinos por antonomasia en Suiza.

En los últimos años, la región de Jungfrau —compuesta por las cumbres cubiertas de chalés de Grindelwald, WengenLauterbrunnenMürren, que no tiene tráfico— se ha pasado por alto frente a zonas más de moda como St. MoritzVerbier y Zermatt, hogar del Matterhorn. Ahora todo eso va a cambiar.

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    Este punto de acceso construido para el histórico Ferrocarril de la Jungfrau se encuentra a un tercio de la altura del Eiger. En los días especiales, el tren se detiene para permitir que los pasajeros intrépidos salgan con cuerdas a una cornisa de la cara norte en la famosa Ruta Heckmair.

    Fotografía de Sinan Cakmak, Anzenberger, Redux

    La principal atracción es el vistoso Eiger Express. La telecabina tricable más pesada que se ha construido, cuya planificación comenzó en diciembre de 2012, transportará a los visitantes a lo largo de más de seis kilómetros sobre preciosos prados alpinos desde Grindelwald hasta la base de la Estación Eigergletscher a 2328 metros de altura, un viaje que solo era posible a bordo del lento Jungfraubahn, un ferrocarril histórico de vía estrecha inaugurado en 1898.

    Este nuevo transporte, que es casi 50 minutos más rápido que antes, pasará en 15 minutos con la precisión de un reloj suizo. Los viajes de un día desde Zúrich, Basilea y Ginebra, que antes parecían descabellados, ahora son totalmente factibles.

    «El viaje está evolucionando y esto revolucionará los plazos de los visitantes», afirma Kathrin Naegeli, portavoz de Jungfraubahnen, el desarrollador del proyecto. «Los turistas quieren un acceso más rápido a las montañas —ver más en menos tiempo— y el telecable garantizará el futuro éxito del turismo a largo plazo en la región. Además, es más rápido, más elegante y más cómodo».

    Además de la atracción todopoderosa del Eiger, el otro cebo para los visitantes es Jungfraujoch, la estación de ferrocarril más alta de Europa. Esta estación de ensueño ubicada a 3463 metros entre los picos Jungfrau y Mönch recibe a más de un millón de viajeros cada año, poniendo glaciares e inmensos contrafuertes de nieve dignos de Narnia al alcance de viajeros de todas las edades y con todo tipo de capacidades.

    La nueva estación del Eiger Express en Grindelwald incluye tiendas, bares y una oficina de esquí.

    Fotografía de Jungfrau Railways

    Para simplificar todavía más la experiencia de los visitantes, el Eiger Express servirá de atajo, conectando directamente a los pasajeros de la Estación Eigergletscher con la sección final en cremallera del Jungfraubahn. A continuación, se emprende un viaje en tren increíble que se adentra en el exterior arrugado de la cara norte mientras el ferrocarril histórico transporta a los visitantes hacia el cielo, hasta la estación final de Jungfraujoch. El más alto, frío, empinado y extremo: es un viaje de superlativos.

    ¿El fin de la escalada en el Eiger?

    Pero la trayectoria hasta este momento no ha estado exenta de polémica. Experimentar el inolvidable paisaje de montaña del Eiger significa recordar lo frágil que es la alianza entre los humanos y la montaña, y un tercio de los residentes de Grindelwald formularon objeciones a la construcción antes de que se le diera luz verde. Los medioambientalistas también han hecho campaña en su contra.

    «Para bien o para mal, la historia del Eiger está evolucionando», afirma Stephan Siegrist, un alpinista suizo de 47 años que ha escalado la montaña en 42 ocasiones, incluidos los tres primeros ascensos pioneros. «Esto podría convertir la zona en un parque temático y causar daños ambientales incalculables. ¿Es necesario traer a más gente al Eiger y a Jungfraujoch? Yo creo que no».

    También es un tema polémico para el legendario alpinista suizo Roger Schäli (41), que ha escalado el Eiger la friolera de 53 veces. «Este telecable tiene un fin: el turismo masivo y fomentar que venga gente de todo el mundo», afirma. «Pero quizá no sea la mejor solución a largo plazo para el Eiger».

    Los ascensos pioneros como los de Siegrist y Schäli han formado parte de la historia del Eiger, a pesar de ser inalcanzable para la mayoría de los viajeros. Con todo, lo que une a todo el mundo es hablar de cómo la crisis climática afecta de forma irreversible a la topografía de la montaña.

    Entre los ascensos célebres de la cara norte, los escaladores suizos Adolf Derungs y Lukas Albrecht llegaron a la cima en 1959 llevando solo unas chaquetas finas y utilizando equipo básico. Tres años después, Derungs pereció escalando la misma cara en solitario.

    Fotografía de ullstein bild/Getty Images

    En los últimos años, los glaciólogos han documentado las pérdidas por la fusión anual de la nieve de hasta un dos por ciento de la masa glaciar total de toda Suiza y las masas de hielo del Eiger están retrocediendo a la misma velocidad.

    «El Eiger siempre ha sido una montaña peligrosa, pero lo es aún más hoy en día», afirma el glaciólogo Matthias Huss, director de la red de vigilancia de los glaciares suizos GLAMOS. «Las acumulaciones de nieve y hielo pronunciadas y colgantes de la cara norte son muy sensibles al aumento de las temperaturas y están desapareciendo deprisa. Cuando se queda sin nieve, es más susceptible a los desprendimientos y la montaña es mucho menos predecible».

    El Eiger de 3967 metros (izquierda) y el Mönch de 4107, dos de los picos más imponentes de los Alpes berneses.

    Fotografía de Christian Heeb, Laif, Redux

    Esto plantea una incógnita: ¿han llegado a su fin los apasionantes días de alpinismo en el Eiger? Para Schäli, es tabú escalar a la cima en verano debido a la crisis climática, mientras que Huss cree que la escalada en hielo podría pasar a la historia. «El permafrost es la cuestión problemática, ya que une los fragmentos de roca del Eiger como si fuera pegamento», afirma. «Cuando desaparece, se disparan el nivel de peligro y los riesgos».

    A pesar de los peligros y en plena pandemia, en Grindelwald reina una sensación de expectación. Para los mochileros, las montañas son la utopía del senderista, mientras que para los escaladores con cuerda el Eiger sigue siendo un lugar donde pueden ser su yo más verdadero, traspasando los límites y perfeccionando sus destrezas en rutas forjadas por los pioneros del alpinismo. Las fotografías borrosas de temerarios colgando sobre precipicios nevados y abismos silenciosos en el Museo de Grindelwald nos permiten vislumbrar estos hitos históricos.

    Pero conforme el Eiger cambia, también lo hace el mundo que nos rodea. En la era de la COVID-19, el atractivo de las montañas nunca ha sido más fuerte. Ofrecen iluminación y evasión a cualquier tipo de viajero, capturan la imaginación y convierten la fantasía del alpinismo estimulante en algo completamente diferente: una posibilidad liberadora.

    Galería relacionada: Escenas alpinas de todo el planeta

    Desde Edimburgo, Mike MacEacheran escribe sobre viajes para The Guardian y The Times, entre otras publicaciones. Hace 50 años, su padre, Ian, fue el primero que escaló una ruta aparentemente inconquistable en la Cara Norte del Eiger. Ahora se conoce como la «Ruta Escocesa». Sigue a Mike en Twitter eInstagram.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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