Declaran extinto al puma del este de Norteamérica

Los escurridizos grandes felinos desaparecieron del noreste de Estados Unidos hace casi 100 años, pero sus parientes del oeste podrían estar aumentando su distribución.

Por Sarah Gibbens
Publicado 2 feb 2018, 15:48 CET
Puma
Una cámara trampa fotografía a un puma en el parque nacional de Teton, en Wyoming.
Fotografía de Charlie Hamilton James, National Geographic Creative

«Los pumas son animales muy enigmáticos», afirma Michael Robinson, del grupo de defensa medioambiental Center for Biological Diversity. Se refiere al hecho de que los pumas suelen viajar solos, normalmente por la noche, y son difíciles de seguir. Cuando alguien se encuentra con uno en la naturaleza, suele ser por accidente. Ver uno en el noreste de Estados Unidos es todavía más raro, y casi seguro una casualidad.

Desde 1932 y 1938 en Nuevo Brunswick y Maine, respectivamente, no se habían registrado oficialmente pumas en el noreste de Estados Unidos, al menos en términos de poblaciones reproductoras. Pero los grandes felinos no siempre fueron tan escasos. Antes del siglo XIX, los pumas abundaban en toda su área de distribución.

Sin embargo, el 22 de enero, el puma del este de Estados Unidos se declaró oficialmente extinto en Estados Unidos y se retiró de la lista de especies en peligro del Servicio de Pesca y Vida Silvestre del país.

Sorprendentemente, según algunos científicos, esto podría ser algo positivo. La historia de la existencia de los pumas en Norteamérica es larga y complicada, pero los conservacionistas ven un futuro en el que este no sea el caso.

La clasificación de la especie

Las palabras puma, león de montaña, león o pantera se refieren al mismo gran felino, cuyo nombre científico es Puma concolor. Cuando los primeros colonos europeos se establecieron en Norteamérica, los taxónomos empezaron a clasificar a los felinos como subespecies diferentes. Los pumas del este de Norteamérica, los leones de montaña del oeste y la pantera de Florida, por ejemplo, recibieron nombres únicos.

«La clasificación se basaba en aspectos como el pelaje de los animales y las sutiles diferencias de tamaño», afirma Robinson. 

Un puma que vive en el desierto, por ejemplo, podría tener un aspecto ligeramente diferente a uno más adaptado a un bosque canadiense.

Pero los avances en genética han probado desde entonces que estos felinos americanos con nombres diferentes son iguales genéticamente.

No está en la lista

A partir de principios del siglo XIX, los colonos europeos comenzaron a acorralar y matar a los pumas en el noreste. A algunos los capturaban y los mataban por su piel, mientras que otros se sacrificaban para evitar que los felinos interfiriesen con el ganado.

En los últimos 100 años, no se han visto de forma regular, y las autoridades del Servicio de Pesca y Vida Silvestre dicen que no hay pruebas de que exista una población reproductora sostenible en al zona. La agencia estadounidense empezó a investigar a la población en 2011 y recomendó oficialmente su retirada de la lista en 2015.

En un comunicado sobre su retirada, el Servicio de Pesca y Vida Silvestre de Estados Unidos clasificaba a los pumas del este como extintos desde hacía mucho tiempo.

«Nunca ha existido ninguna justificación real para clasificarlo en esa categoría», afirma Mark Elbroch, científico principal del programa de pumas en el grupo de conservación de grandes felinos Panthera. «Incluso hay científicos que afirman que deberían retirarlo por un error taxonómico».

Según él, si eso se puede caracterizar realmente como extinción depende de la libertad con la que se emplee ese término. Aunque las poblaciones de pumas en esta región se han reducido hasta el punto de ser inexistentes, es más correcto decir que solo una población en concreto de la especie de puma de Norteamérica ha desaparecido.

¿Y los del oeste?

Tanto Robinson como Elbroch sugieren que quitar a los pumas del este de la lista de especies en peligro de extinción podría abrir nuevas oportunidades de conservación. En general, los pumas en todo Estados Unidos se gestionan estado por estado. Según la organización de conservación Cougar Fund, todos los estados del oeste, a excepción de Texas, tienen en vigor protecciones para los pumas. En la mayoría de lugares, los pumas pueden cazarse legalmente con un permiso.

En un comunicado sobre la retirada de la lista, Robinson pidió a los gobernadores estatales que propusieran medidas de protección para los animales. «Elimina todas las lagunas y las complicaciones de introducir una especie donde está clasificada como en peligro de extinción», señala Elbroch. «Permitirá que los estados controlen dicho proceso».

Unos excursionistas se encuentran cara a cara con un puma

No cabe duda que las poblaciones de puma del oeste se dirigen hacia el este. Los pumas del oeste, que se habían documentado solo al oeste de las Rocosas, han ido apareciendo en el Medio Oeste, y se ha observado a algunos machos más cerca de la costa este. Los pumas macho pueden recorrer largas distancias en busca de territorio o parejas, pero cuando se vean hembras en el este, será una señal de que la población se está recuperando, según Elbroch.

«No veremos eso en los próximos 10 años», sospecha. «Por lo tanto, la reintroducción es una buena alternativa viable».

En la actualidad no existen planes de reintroducción, a excepción de Florida, donde se han reintroducido pumas de Texas como una vía posible de aumentar el número y la diversidad de ejemplares en la subespecie de pantera de Florida.

Un componente valioso del ecosistema

En un estudio publicado recientemente, Elbroch determinó que los pumas son lo que él denomina depredadores subordinados en el ecosistema, lo que significa que son carnívoros pero también se enfrentan a otros grandes depredadores como los lobos o los osos.

«Es una forma más difícil de vivir, y tienes que añadir la gestión humana, y no sabemos cómo interactúan estas dos cosas», afirma. En la actualidad, la UICN clasifica a los pumas de Norteamérica como preocupación menor en general, pero señala que la población está disminuyendo.

Los animales se enfrentan a las grandes amenazas que suponen la pérdida y la fragmentación de hábitat, y algunos impactos futuros por la caza, que mata a los machos jóvenes.

Robinson espera que se pongan en marcha más medidas de conservación estatales para conservar el equilibrio ecológico que proporcionan estos grandes depredadores.

«Los ciervos que no tienen depredadores naturales causan estragos ecológicos», dice refiriéndose a las poblaciones de ciervo de cola blanca en rápido aumento en el este. Se cree que la reducción de los grandes depredadores es parcialmente responsable del aumento del número de ciervos. Los ciervos transportan garrapatas, y la amenaza de la enfermedad de Lyme es una posible preocupación.

Además, Robinson añade que le gustaría que se protegiera a la especie por su propio bien. Vive en las montañas de Nuevo México y dice que es impresionante ver a un puma salvaje.

«Saber que no todo el mundo está dominado por la humanidad proporciona paz mental».

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