Seis estructuras construidas por criaturas sorprendentes

Sin necesidad de planos o proyectos, organismos grandes y pequeños pueden construir sistemas de aire acondicionado, muros gigantescos e incluso islas.

Por Michael Greshko
Publicado 8 may 2018, 13:05 CEST

Nuestro planeta en perpetuo cambio moldea constantemente la vida que lo habita. Las cordilleras montañosas y las barreras marinas separan a una especie de otra, haciendo que aparezcan nuevas especies o que otras se extingan. Los volcanes crean islas donde se establecen especies pioneras, que se adaptan a sus nuevos hogares.

Pero esta escultura a nivel planetario es una calle de doble sentido, un tema que trata en su episodio más reciente la serie Nuestro Planeta (One Strange Rock) de National Geographic. Cuando la vida comenzó hace miles de millones de años, empezó a trabajar transformando por completo la estructura de la superficie y la atmósfera de nuestro planeta.

Hace más de 2.000 millones de años, la vida microbiana empezó a aprovechar la energía solar a través de la fotosíntesis, expulsando oxígeno en lo que se conoce como la Gran Oxidación, una revolución química que dejó huella en nuestra atmósfera y en algunas de las rocas más antiguas de nuestro planeta. Es más, cada pedazo de piedra caliza y creta que hayas visto es un cementerio, una unión de desechos que ha dejado la vida marina, como fragmentos de coral, trocitos de conchas y esqueletos microscópicos de criaturas unicelulares.

Estas son algunas de las formas más impresionantes en las que criaturas grandes y pequeñas han moldeado nuestro planeta.

Playas de arena

Los arrecifes de coral son estructuras vivas extraordinarias en sí mismas: vastos andamios de carbonato de calcio construidos por miles de millones de pólipos diminutos. Pero a medida que almejas, esponjas, erizos y peces mordisquean el coral de forma natural, erosionan los arrecifes. El resultado: una arena que puede remodelar e incluso construir islas.

Los peces loro son constructores de islas particularmente hábiles, debido a sus excrementos prodigiosos.

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En un estudio de 2015 publicado en Geology, el geólogo de la Universidad de Exeter Chris Perry demostró que la isla de Vakkaru, en las Maldivas, queda cubierta con 680.000 kilogramos de arena cada año. Casi el 80 por ciento de estos «sedimentos isleños» proceden directamente de los excrementos de los peces loro, expulsados por estos animales tras haber masticado coral para comer.

Cuando buceas por Vakkaru u otras islas, «puedes oír un increíble ruido de moler que te da una sensación de que el arrecife está vivo», explica Perry en el episodio de Nuestro Planeta (One Strange Rock).

Antiguos estratos minerales

Desde el comienzo de la vida, esta ha construido. Algunos de los fósiles más antiguos de la Tierra son los estromatolitos: estructuras estratificadas creadas por colonias acuáticas de microbios fotosintéticos denominados cianobacterias. Cuando las cianobacterias elaboran azúcares a partir de la luz solar y el CO2 en el agua, provocan la formación de calcita , el mismo mineral que puede formar estalagmitas y estalactitas en las cuevas.

A medida que esta calcita y otros pequeños sedimentos arrastran microbios, se quedan atrapados en los pegajosos filamentos externos de los mismos. Con el paso del tiempo, se forma una capa de roca fina sobre la que crecen más cianobacterias, que comienzan el ciclo de nuevo. Después de milenios, se forman afloramientos rocosos parecidos a trufas o gotas de hormigón.

Según un estudio de 2016 de Scientific Reports, los estromatolitos dominaron el registro fósil terrestre durante cuatro quintos de la historia de nuestro planeta, y algunos de los estromatolitos más antiguos descubiertos tienen entre 3.480 y 3.700 millones de años de antigüedad. Pero los estromatolitos no son solo reliquias del pasado: hoy en día, la bahía Shark de Australia Occidental alberga ocho variedades distintas que siguen vivas.

Catedrales de tierra

A los humanos se nos da bastante bien construir rascacielos, pero proporcionalmente, las termitas que cultivan hongos nos llevan la delantera. Estos diminutos insectos construyen montículos deshabitados de hasta 2 metros de alto sobre sus nidos subterráneos. Estas torres actúan como unidades naturales de aire acondicionado, manteniendo el microclima de los nidos dentro de la zona de confort de los hongos de los que dependen las termitas para alimentarse.

El agua turbia podría ser buena para los arrecifes de coral
Quizá estos arrecifes de coral en aguas turbias no sean tan populares como los de aguas cristalinas, pero podrían ser más resistentes al blanqueo que ha devastado otras colonias del mundo. 

Un estudio de 2015 determinó que los montículos de las termitas aprovechan los cambios de temperatura entre el día y la noche. Durante el día, los contrafuertes exteriores de los montículos se calientan más rápido que sus chimeneas centrales. A medida que el aire más caliente de los contrafuertes se eleva y el aire más frío de la chimenea desciende, impulsa la circulación del aire dentro del montículo.

Durante la noche, la circulación del aire se invierte, ya que los contrafuertes, más expuestos, se enfrían más rápido que la chimenea, que está más aislada. La circulación expulsa de manera pasiva el aire rico en CO2 del nido, manteniéndolo ventilado y cómodo.

Presas naturales

Los castores son famosos por construir presas de madera, que usan para crear tranquilos y profundos estanques para sus casas. Además de proporcionar a los castores un refugio de los depredadores, estas estructuras pueden transformar los paisajes. Antes de la llegada de los europeos a Norteamérica, se estimaba que millones de presas de castores cubrían el continente, atrapando cientos de miles de millones de metros cúbicos de sedimentos.

Ahora, la población histórica de castores ha disminuido a una fracción de lo que era, pero todavía son una fuerza ecológica a tener en cuenta. Algunos castores emprendedores se están desplazando hacia el norte, a la tundra ártica, transformando el paisaje. Pero ninguna presa de castores conocida destaca tanto como la presa 800 metros de ancho en el parque nacional Wood Buffalo en Canadá, la más grande documentada.

El investigador Jean Thie, experto en teledetección, descubrió la presa en 2007 mientras analizaba imágenes de Google Earth. Las autoridades del parque investigaron las observaciones de Thie y confirmaron que la presa no solo era grande, sino lo bastante antigua como para que las plantas hubieran echado raíces.

En 2014, el explorador Rob Mark se convirtió en el primer humano conocido que visitó la presa, recorriendo 200 kilómetros de bosques implacables para llegar hasta ella. «Es enorme, es muy impresionante que la hayan construido», contó al Edmonton Sun entonces.

«Cuevas» subterráneas gigantes

En partes de Argentina y Brasil, los túneles subterráneos de hasta 4 metros de ancho y de más de 40 metros de largo atraviesan el paisaje. Pero estas estructuras no son cuevas normales y corrientes: son madrigueras antiguas excavadas por animales que llevan mucho tiempo muertos.

Los investigadores han catalogado 310 «paleomadrigueras», algunas de las cuales están todavía relativamente vacías y son transitables. En 1992, el investigador Carlos Adrián Quintana describió un lugar en Mar de Plata, Argentina, que contenía 23 metros de túneles de casi 1 metro de ancho y 76 centímetros de alto.

Es probable que especies extintas de armadillos de gran tamaño excavaran muchas de las madrigueras más pequeñas. Sin embargo, las madrigueras más grandes son probablemente obra de gigantescos perezosos terrestres, los parientes extintos de los perezosos modernos, que podían superar los 770 kilogramos.

El mayor arrecife de coral del mundo

La Gran Barrera, un collar de corales de 2.200 kilómetros bordea la costa noreste de Australia, es una maravilla biológica conocida como la mayor estructura viva de la Tierra. Este mosaico de 3.863 arrecifes individuales alberga casi 9.000 especies de vida marina, incluidas más de 1.600 especies de peces, seis especies de tortugas marinas, 30 especies de mamíferos marinos y 14 especies de serpientes marinas.

La gran barrera de coral podría estar muriendo a mayor velocidad de lo que pensamos

Pese a su inmenso tamaño, el arrecife moderno también es muy joven. Según un estudio de la Academia Australiana de las Ciencias, el arrecife tal y como lo conocemos empezó a formarse hace unos 6.000 o 9.000 años, después de que el deshielo tras la última glaciación elevara el nivel del mar.

En la actualidad, el arrecife se enfrenta a amenazas sin precedentes. Los humanos están alterando el clima terrestre a escala global y el estrés por calor que en su día dañaba pequeñas partes del arrecife ahora devasta franjas de coral enormes. En abril, los científicos informaron que una ola de calor de 2016 mató a casi un tercio de los corales del arrecife, alterando de manera permanente grandes partes del ecosistema del arrecife. A continuación, una ola de calor de 2017 provocó otro desastre. En los tres últimos años, aproximadamente la mitad de los corales del arrecife han muerto.

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