Bienvenido al barco de los gatos, el único santuario de animales flotante

El barco de los gatos, fundado en los años 60 por una amante de los animales, es una atracción turística que todavía surca los canales de Ámsterdam.

Por Elaina Zachos
Publicado 6 jun 2018, 15:33 CEST
Borre, a la izquierda, un macho de 9 años, disfruta del sol en el Barco de los Gatos mientras Kasumi, a la derecha, una hembra de 10 años, mira por la ventana.
Fotografía de Muhammed Muheisen, National Geographic

Los canales de Ámsterdam están plagados de barcos de todas las formas y tamaños, pero un navío destaca entre los demás: el barco de los gatos.

De Poezenboot, que en holandés significa «el barco de los gatos», es el único santuario de animales flotante del mundo. Alberga a unos 50 gatos callejeros o abandonados, 17 de los cuales son residentes permanentes que llevan varios años viviendo en el barco.

«Los gatos van y vienen», afirma Muhammed Muheisen fotógrafo dos veces ganador del premio Pulitzer que viajó a la capital neerlandesa en 2018 para pasar una semana en el barco de los gatos. La mayoría de los gatos son atigrados y callejeros, pero una gata persa recibe mucha atención, según Muheisen.

«Es la gata más popular del barco. Tiene un pelo precioso», cuenta. «Es una de las personajes divertidas y temperamentales».

La iniciativa comenzó en 1966, cuando Henriette van Weelde, conocida localmente como «la señora de los gatos», empezó a llevar a gatos abandonados en una vieja barcaza o gabarra que había modificado con un interior adaptado para gatos.

«Su marido falleció y necesitaba amor», afirma Muheisen.

La gabarra fue remplazada y renovada varias veces en las décadas posteriores, y más recientemente fue una casa flotante, en 1979. La Catboat Foundation se convirtió oficialmente en una organización sin ánimo de lucro en junio de 1987, y en 2001 el barco fue renovado de nuevo para cumplir con la normativa legal de santuarios de animales de los Países Bajos.

Por ejemplo, el barco está reforzado de listones de madera y alambre para evitar que los gatos caigan al agua.

Pasión por los gatos

Van Weelde murió a los 90 años en 2005, pero su legado felino ha perdurado.

Hoy, donaciones y voluntarios mantienen con vida el barco de los gatos, y el dinero se destina a pagar la castración y esterilización de los nuevos residentes, así como el implante de microchips rastreables. Muheisen dice que hay entre 20 y 25 voluntarios de varias edades, de 20 a 70, que visitan el barco de forma regular para cuidar de los gatos.

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    Yoni Caspers, de 30 años, va a casa con Mow, un macho de siete años que adoptó del barco de los gatos.
    Fotografía de Muhammed Muheisen, National Geographic

    «A todos les encantan los gatos y hablan con los turistas que los visitan», cuenta Muheisen. «Son muy amigables y protectores con los gatos».

    El proceso de adopción de los felinos del barco de los gatos es exhaustivo. El barco recibe miles de visitantes cada año, la mayoría turistas, y deben pedir cita para ver a un gato concreto. Después, los posibles dueños deben esperar un día para meditar sobre la adopción antes de seguir adelante con el procedimiento. Si un adoptante acaba por no querer al gato, lo llevan de vuelta al barco.

    Muheisen dice que una de las cosas que le atrajo para fotografiar el inusual santuario es su pasión por los gatos. «Día tras día, empiezas a formar parte de su entorno. Eres otro gran gato para ellos», añade Muheisen. «Es uno de los encargos más bonitos que he hecho».

    Sigue a Muhammed Muheisen en Instagram.

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