¿Están los lobos de Chernóbil extendiendo sus mutaciones?

Un nuevo estudio plantea la posibilidad de que los lobos de Chernóbil puedan extender las mutaciones provocadas por la radiación a otras poblaciones de lobos europeos.

Por Douglas Main
Publicado 17 jul 2018, 16:06 CEST
Lobo de Chernóbil
No está claro cuántos lobos de Chernóbil se han visto afectados por la radiación. Pero sus poblaciones aumentan y hay dudas sobre cómo podrían influir en el entorno que les rodea.
Fotografía de Sérgio Pitamitz, National Geographic Creative

Los animales salvajes vagan en libertad alrededor de la planta nuclear de Chernóbil, donde tuvo lugar el peor accidente nuclear del mundo, que propagó radiación por la región en 1986.

Algunos estudios han sugerido que poblaciones considerables de lobos europeos y otras criaturas grandes viven en la Zona de Exclusión de Chernóbil, una sección de 2.500 kilómetros cuadrados cuyos habitantes fueron evacuados y donde ya no pueden vivir.

Aunque está libre de humanos, los animales no están a salvo de la radiación y sus efectos en la salud, un ámbito de investigación activo y en ocasiones controvertido. Aún hay muchas incógnitas sobre la medida en que la radiación provoca mutaciones en diversas especies y si estas podrían extenderse fuera de la zona.

Un viaje épico

En un experimento reciente, los investigadores siguieron a 13 lobos mediante collares de rastreo que pueden medir la radiación y descubrieron, como era de esperar, que los animales encontraban más radiación al atravesar las zonas más contaminadas. Pero una observación del estudio, publicado en European Journal of Wildlife Research, llama la atención: un macho joven con collar emprendió un viaje de 400 kilómetros fuera de la región, primero hacia el este a Bielorrusia, después a Ucrania, y finalmente hasta Rusia.

Se trata de la primera migración de larga distancia registrada en lobos desde dentro de la Zona de Exclusión de Chernóbil hacia sus alrededores, según explica el líder del estudio Jim Beasley, ecólogo de vida silvestre en la Universidad de Georgia en Estados Unidos.

Beasley explica que los lobos machos jóvenes suelen viajar largas distancias en busca de pareja, por lo que ese hecho en sí mismo no es sorprendente. Sin embargo, aporta más pruebas de que existen grandes poblaciones de animales en la región de Chernóbil.

«Sabemos que la población de lobos en la Zona de Exclusión de Chernóbil es grande», afirma el primer autor Michael Byrne, que estudia ecología y desplazamiento animal en la Universidad de Misuri. «Se espera que conforme una población de un animal cualquiera aumenta hasta cierto nivel, solo puede contener un número determinado, de forma que los animales jóvenes se dispersan».

«Le tocó salir al mundo y conseguir trabajo», bromea Byrne. Añade que este viaje épico plantea la cuestión de si los animales podrían transmitir las mutaciones a poblaciones de lobos fuera de la zona.

¿Mutaciones que se extienden?

Tim Mousseau, biólogo de la Universidad de Carolina del Sur que no participó en el estudio, explica que estudios en otros animales —la mayoría en animales pequeños como aves, roedores e insectos— demuestran que la radiación de Chernóbil puede provocar mutaciones y efectos perjudiciales para la salud.

Las investigaciones de criaturas como la golondrina común y el ratón de campo sugieren que podrían transmitirse a la siguiente generación. Mousseau señala que estos animales de menor tamaño también podrían propagar contaminantes radiactivos al medio ambiente mediante sus movimientos.

Galería relacionada: Visitas ilegales a la zona de exclusión de Chernóbil

Pero por ahora, según él, la situación de los lobos está menos clara. «Sí que es plausible», afirma, aunque no existen grandes poblaciones de lobos en las inmediaciones directas de Chernóbil a las que extender estas mutaciones. En otros animales más pequeños de la zona, la exposición a la radiación se ha asociado a tumores, cataratas, cerebros más pequeños y ciertas anormalidades en el desarrollo.

Anders Møller, científico de la Universidad de París Sur, argumenta que, como la mayoría de las mutaciones son perjudiciales, es poco probable que la radiación haya afectado mucho a un lobo capaz de desplazarse a tanta distancia. Además, refuta la idea de que los lobos estén «prosperando» en Chernóbil, como han sugerido algunos científicos, afirmando que a los lobos también les va bien en otras zonas de Europa.

La radiación

En lugar de eso, el trabajo de Møller demuestra que las áreas «calientes» con altos niveles de radiación tienen bajas poblaciones de fauna y de ello se infiere que los animales que habitan estas regiones podrían sufrir daños genéticos. El paisaje de Chernóbil es bastante variado; gran parte permanece prístino, mientras que existen algunos focos con altos niveles de radiación.

«Puedo salir con los ojos tapados a un lugar aleatorio de Chernóbil y decirte el nivel de radiación de fondo según la cantidad de aves que haya en la zona», y por lo tanto la cantidad de cantos de aves audibles, afirma Møller.

Uno de los debates implica la medida en que la zona de Chernóbil sirve como fuente o «sumidero» para las poblaciones de animales circundantes. Byrne y sus colegas tienen el presentimiento de que la región podría ser una fuente de población de lobos y, de serlo, eso significaría que cualquier alteración genética provocada por la radiación podría extenderse a otras poblaciones de lobos.

Los autores insisten en que debe investigarse más para responder a las preguntas planteadas en el trabajo.

«No quiero afirmar que los animales de Chernóbil estén contaminando el mundo», explica Byrne. «Pero si hay alguna mutación que pueda transmitirse, es algo a tener en cuenta».

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