Las crías de jirafa heredan las manchas de sus madres

Su distintivo patrón se hereda, según una nueva investigación que vincula las manchas a la supervivencia.

Por Tik Root
Publicado 3 oct 2018, 17:27 CEST
Jirafa masai
Un equipo de científicos fotografió y estudió las manchas de las jirafas Masái salvajes —como esta— en el parque nacional de Tarangire en el norte de Tanzania, y descubrió que estos patrones probablemente sean hereditarios.
Fotografía de Bertie Gregory, Nat Geo Image Collection

¿Por qué tienen manchas las jirafas? ¿Qué determina su forma y su patrón? ¿Se heredan?

Quizá resulte sorprendente, pero son incógnitas que los científicos todavía no han resuelto. Esa falta de certidumbre hizo que los investigadores Derek Lee y Monica Bond, que han estudiado jirafas en el norte de Tanzania desde 2011, se embarcaran en la búsqueda de la respuesta.

Como describieron un estudio publicado en la revista PeerJ, descubrieron que determinados aspectos del patrón de manchas de una jirafa son hereditarios y parecen influir en las probabilidades de supervivencia de una cría. En particular, las madres jirafa parecen transmitir la redondez y la textura (una medida conocida técnicamente como «tortuosidad») a las crías.

Tener manchas más grandes y redondas parece estar vinculado a una mayor tasa de supervivencia entre las jirafas jóvenes, según determinó el estudio. Los autores señalan que no está del todo claro por qué podría ser así: hay quien plantea la hipótesis de que las manchas ayudan a los animales a camuflarse. Pero las manchas también podrían afectar a la capacidad del animal para regular su temperatura, además de contar con otras propiedades útiles todavía desconocidas.

«Nos dimos cuenta de que sabemos muy poco sobre los patrones del pelaje de los mamíferos en general. Nunca hemos analizado minuciosamente qué significan», afirma Lee, profesor adjunto e investigador en la Universidad del Estado de Pensilvania, que cofundó la organización de conservación Wild Nature Institute con Bond.

Julian Fennessy, cofundador de la Giraffe Conservation Foundation y uno de los principales expertos mundiales en jirafas, que no participó en el estudio, afirma que «los hallazgos son científicamente válidos e interesantes, pero se trata de un solo conjunto de pruebas». Según él, sería fantástico comparar su trabajo con la investigación realizada en jirafas en otras áreas y en especies diferentes.

Lee explica que la investigación más reciente y relevante sobre las manchas de las jirafas data de 1968, cuando una célebre experta en jirafas llamada Anne Innis Dagg descubrió pruebas de que el tamaño, la forma, el color y el número de las manchas eran probablemente hereditarios. Sin embargo, Lee dice que nuestra comprensión de la genética ha avanzado drásticamente desde entonces y la investigación de Dagg se realizó en una población de zoológico relativamente pequeña. «Nadie había analizado a una población salvaje».

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    Los investigadores que analizan los patrones de manchas de las jirafas determinaron que las madres transmiten rasgos como la redondez y la tortuosidad (el contorno del borde de una mancha) a sus crías.
    Fotografía de Sérgio Pitamitz, Nat Geo Image Collection

    En 2012, Lee y Bond se introdujeron en la selva de Tanzania para aprender al respecto. Viajaron a las profundidades del parque nacional de Tarangire por carreteras estrechas que rara vez recorren los turistas. Luchando con «innumerables» moscas tsetsé, fotografiaron todas las jirafas que pudieron a lo largo de cuatro años. Observándolas durante la lactancia, también identificaron a unas 31 parejas de madres y crías.

    «Las jirafas hembra salvajes rara vez amamantan a una cría que no sea suya», explica Lee. Por su parte, determinar los patrones de las jirafas exige observación constante o análisis genéticos. Como resultado, «[la madre] es el único progenitor que podemos determinar con seguridad».

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    Lee, Bond y su coautor Douglas Cavener emplearon software de reconocimiento de patrones para analizar el corpus de fotografías que habían recopilado. Midieron 11 rasgos —como la redondez, el color, el tamaño, la cantidad y el parecido— para comprobar si los patrones de manchas se transmiten de madres a hijos, así como si el patrón afectaba a las posibilidades de supervivencia de las crías.

    Craig Holdrege, autor de The Giraffe’s Long Neck, explica que el estudio presenta «pruebas sólidas de que algunos aspectos de la forma de las manchas son hereditarios», pero añade que la conclusión acerca del tamaño y la supervivencia es un poco más sospechosa. «Es demasiado fácil asumir que la correlación tiene que ver con el camuflaje y la protección, pero es una mera conjetura».

    Un estudio reciente determinó que las jirafas jóvenes con manchas más grandes y redondas parecen mostrar tasas de supervivencia superiores.
    Fotografía de Yva Momatiuk y John Eastcott, Minden Pictures/Nat Geo Image Collection

    Lee se toma las críticas con calma. «Cualquier cosa es posible, por eso la repetición es tan importante en la ciencia», explica.

    Espera que su estudio proporcione al menos una base para futuras investigaciones, no solo de jirafas, sino también de otros animales. «Es solo el principio... Hay muchos mamíferos con patrones de pelaje complejos» sobre los que sabemos bien poco, añade.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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