Los otolitos de los peces pueden servir como herramientas forenses

Un equipo de biólogos de Montana ha empleado la geoquímica forense para determinar la procedencia de peces carnívoros introducidos de forma ilegal.

Por Laura Poppick
Publicado 15 oct 2018, 16:32 CEST
Sander vitreus
Los biólogos del estado de Montana descubrieron dos Sander vitreus introducidos ilegalmente en un lago en el que no están naturalmente presentes. Si se afianzaran en este lago, podrían amenazar a especies autóctonas sensibles, como la trucha toro.
Fotografía de Joël Sartore, National Geographic Photo Ark

Los peces transportan una mina de información sobre su historial vital y sus hábitats dentro de la cabeza, más específicamente, dentro de los «huesecillos del oído» u otolitos. Los biólogos del estado de Montana han empleado estas estructuras para conocer la procedencia de peces introducidos ilegalmente. Es el caso forense de mayor escala que ha empleado otolitos.

Los biólogos estatales descubrieron dos Sander vitreus introducidos de forma ilegal en el lago Swan, en el noroeste de Montana. Se trata de una especie carnívora que alcanza los 60 centímetros de largo. Los científicos buscaban truchas lacustres, otra especie invasora, cuando atraparon por accidente a los Sander vitreus y los llevaron al laboratorio para analizarlos.

La presencia de Sander vitreus en el lago Swan fue toda una sorpresa, ya que la masa de agua más cercana que contiene esta especie está a unos 260 kilómetros de distancia por carretera.

Los otolitos pueden ser herramientas forenses muy útiles, ya que el agua en la que viven los peces deja en ellos un marcador químico. La geología que rodea un lecho lacustre en particular deja una distintiva marca química en el agua que los otolitos absorben y analizarlos puede indicar dónde ha estado un pez.

Para determinar la procedencia de estos peces en el lago Swan, los científicos colaboraron con colegas de todo el estado para recopilar otolitos de Sander vitreus que viven en otros 12 lagos frecuentados habitualmente por pescadores con caña. Descubrieron una marca coincidente en el lago Helena, ubicado a 308 kilómetros por carretera al sur del lago Swan.

Según Sam Bourret, biólogo de pesquerías del Departamento de Pesca, Fauna Silvestre y Parques de Montana en Kalispel, que dirigió el estudio y publicó el artículo científico que documenta los hallazgos en agosto, es probable que la distancia entre ambas masas de agua tentara a alguien a llevar el pez al lago Swan. «Es probable que haya un pescador que quiera pescar esta especie más cerca de casa», afirma, y señala que los Sander vitreus son un pez popular en la pesca deportiva en la región.

Este es uno de los dos Sander vitreus que los biólogos de Montana descubrieron en el lago Swan en 2015. Como la composición química de los otolitos de un pez es un reflejo directo del agua que habita el pez, los otolitos son una herramienta útil a la hora de determinar el origen de peces introducidos ilegalmente.
Fotografía de Sam Bourret, Montana Fish, Wildlife & Parks

El trabajo detectivesco con los otolitos por parte del equipo de Montana es «un uso bastante interesante del método», afirma Rachel Johnson, bióloga de pesquerías de la NOAA en Santa Cruz, California, que emplea los otolitos para estudiar los patrones migratorios del salmón. Según ella, la técnica funcionó bien en este caso porque cada lago posee una geoquímica bastante distinta. Sin embargo, explica que en regiones geográficas más amplias en las que la composición química del agua no varía tanto de un lago a otro, descubrir una coincidencia tan clara puede resultar más complicado.

Según Jake Vander Zanden, ecólogo de la Universidad de Wisconsin-Madison que estudia las especies invasoras acuáticas, otro factor que jugaba a favor de los investigadores de Montana fue el hecho fortuito e improbable de que parecían haber encontrado a los individuos que habían sido introducidos y no a sus crías.

«Normalmente, cuando descubres una nueva población de la que podría considerarse una especie invasora, no capturas a los individuos que fueron transportados», afirma Vander Zanden. Para él, los hallazgos de los otolitos son «bastante asombrosos».

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    Las truchas toro están clasificadas como especies amenazadas. Una población invasora de Sander vitreus podría devorar a los alevines de trucha toro y competir por el alimento y el hábitat.
    Fotografía de Joël Sartore, National Geographic Creative

    Bourret afirma que no han descubierto ningún Sander vitreus más desde que atraparon a esos dos en 2015, lo que indica que los biólogos podrían haber cortado de raíz la población invasora. Es algo positivo para los sensibles peces autóctonos que habitan el lago Swan, entre ellos la trucha toro, clasificada como especie amenazada según la Ley de Especies en peligro de extinción de los Estados Unidos. Según Vander Zanden, si los hubieran dejado libres para reproducirse, una población de Sander vitreus podría estresar peligrosamente a los peces autóctonos al devorar a los alevines y competir por el alimento y el hábitat. Añade que la introducción de peces no autóctonos es un problema extendido para los peces autóctonos de otras partes del país.

    Bourret explica que ahora esperan identificar a la persona o personas responsables de introducir especies invasoras en el lago Swan, un delito sancionable con hasta seis meses de cárcel y una multa de 5.000 dólares, según la página web del Departamento de Pesca, Fauna Silvestre y Parques de Montana.

    Según dice, haber logrado determinar la fuente de los peces ilegales resulta alentador y útil, pero podría no bastar para identificar a los delincuentes. «Obviamente, no es la panacea, solo otra herramienta que pueden emplear los gestores y un paso en la dirección adecuada para [poner fin a] las introducciones de peces ilegales».

    Otra herramienta más son las recompensas, en este caso una de hasta 35.250 dólares ofrecidos por cualquier información que conduzca a los delincuentes: 15.250 dólares aportados por el estado y 20.000 dólares por Montana Trout Unlimited, una organización regional de conservación.

    «Creemos que, de conseguir una condena, mandaría un mensaje al público de que no vamos a tolerarlo», afirma Bourret.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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