¿Cómo funciona la bioluminiscencia en la naturaleza?

La mayor parte de los animales marinos producen su propia luz o albergan bacterias que lo hacen, una habilidad útil para comunicarse, encontrar presas o camuflarse, entre otras cosas.

Por Liz Langley
Publicado 8 may 2019, 16:54 CEST
Ctenóforo del género Mnemiopsis
Un ctenóforo del género Mnemiopsis resplandece en la oscuridad del océano.
Fotografía de Hiroya Minakuchi, Minden Pictures/Nat Geo Image Collection

Un 76 por ciento de los animales marinos son bioluminiscentes, lo que significa que producen su propia luz a través de una serie de reacciones químicas o albergan bacterias que lo hacen.

Es un proceso independiente de la biofluorescencia, en el que la luz azul llega a la superficie de un animal y vuelve a emitirse con un color distinto, normalmente naranja, rojo o verde.

Las criaturas marinas dependen de la bioluminiscencia para comunicarse, encontrar presas y camuflarse, entre otras cosas. De hecho, es tan importante que este rasgo ha evolucionado 27 veces entre los actinopterigios, un grupo enorme que compone la mitad de todas las especies vertebradas vivas en la actualidad.

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Algunos seres terrestres también brillan. Algunos son famosos, como las luciérnagas, mientras que otros son más desconocidos, como los escarabajos o las setas.

¿Quién brilla?

Se sabe que al menos 1500 especies de peces son bioluminiscentes, como tiburones y peces demonio, y los científicos descubren nuevas especies bioluminiscentes con frecuencia.

Entre los más emblemáticos figuran peces abisopelágicos como los lofiformes, cuyas hembras tienen un cebo de carne brillante que atrae a las presas para que se acerquen y capturarlas más fácilmente.

Los calamares hawaianos se iluminan con bacterias bioluminiscentes que viven en uno de sus órganos. Así, la luz los camufla contra la luz de la luna en la superficie y elimina su sombra, ocultándolos de los depredadores.

La Mnemiopsis leidyi, un ctenóforo, posee fotóforos dentro de su campana que refractan la luz, produciendo un arcoíris brillante que sorprende a los depredadores.

Después está el tiburón más pequeño del mundo, el tiburón linterna de 15 centímetros, que se autopromociona utilizando fotóforos (órganos que producen luz) en torno a sus órganos reproductivos.

Machos y hembras «se pavonean, muestran dónde tienen el material», afirma George Burgess, que trabajó en el Museo de Historia Natural de Florida. Añade que cada especie posee un patrón de luz específico, «como una etiqueta con su nombre», de forma que pueden encontrar pareja en las profundidades del océano.

¿Por qué no brillan los animales de agua dulce?

El motivo es sencillo: «Muy pocos peces bioluminiscentes pueden tolerar la baja salinidad», explica el biólogo marino Edie Widder, fundador de la Ocean Research and Conservation Association.

El único caso de bioluminiscencia en un animal de agua dulce es el del Latia neritoides, un caracol similar a una lapa autóctono de los arroyos de Nueva Zelanda, donde emite una baba brillante si lo molestan.

Dónde ver animales brillantes

El plancton marino bioluminiscente es todo un espectáculo.

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    La bahía bioluminiscente de la isla portorriqueña de Vieques está plagada de vida microscópica denominada dinoflagelados.
    Fotografía de David Liittschwager, Nat Geo Image Collection

    Algunas especies de dinoflagelados se iluminan empleando una reacción química similar a la de las luciérnagas. Ambos utilizan una molécula natural denominada luciferina, llamada así por Lucifer, el portador de luz.

    Millones de estos organismos unicelulares crean un hermoso efecto de brillo, sobre todo cuando hay poca luz de luna en Puerto Rico, y los turistas pueden navegar por las ondulantes aguas de color azul eléctrico en tres bahías bioluminiscentes.

    El movimiento estimula a los dinoflagelados, de forma que si un pez nada en el agua, «podrías ver su contorno luminiscente», afirma Senjie Lin, biólogo marino de la Universidad de Connecticut especializado en este tipo de plancton.

    El resplandor del plancton suele ser azul, «pero cuando es intenso, puede parecer blanco para los ojos humanos», añade Lin.

    Y si estás en Australia o Nueva Zelanda, puedes visitar cuevas de gusanos de luz —que en realidad son las larvas de una pequeña mosca, Arachnocampa flava— que cuelgan hilos pegajosos bioluminiscentes para atraer y capturar a presas desafortunadas.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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