Las hienas vagaron por el Ártico, según revelan sus fósiles

Los depredadores prehistóricos podrían haber tenido un pelaje desaliñado que cambiaba de color con el paso de las estaciones, lo que las habría ayudado a cazar caribúes y mamuts.

Por John Pickrell
Publicado 19 jun 2019, 17:05 CEST
Chasmaporthetes
Se han hallado fósiles de hienas del género extinto Chasmaporthetes, a las que aquí vemos en una ilustración, por primera vez en el Ártico. El descubrimiento ayuda a explicar cómo los animales que evolucionaron en Eurasia llegaron a Norteamérica durante el Pleistoceno.
Fotografía de Julius T. Csotonyi (ilustración)

Dos dientes fosilizados hallados en el noroeste de Canadá confirman que las hienas habitaron el gélido y desolado Ártico, donde es posible que cazaran y consumieran carroña de caribúes y mamuts en la estepa de mamut hace casi un millón de años.

Los fósiles, descritos recientemente y descubiertos a las orillas del río Old Crow en los años 70, son las pruebas más septentrionales de la presencia de hienas descubiertas hasta la fecha, según informan los investigadores en la revista Open Quaternary. Hasta la fecha, los fósiles más septentrionales de Norteamérica procedían de Kansas, a unos 4.000 kilómetros al sur de los hallazgos en el territorio del Yukón.

Un clan de hienas roba la presa de una manada de licaones
En la reserva sudafricana de Sabi Sand, un licaón atrapó un impala una mañana de agosto. El cánido depredador avisó al resto de su manada… pero dejó su presa desatendida. Una hiena solitaria intentó robarle la presa, sin lograrlo. Regresó con la ayuda de los miembros de su clan. Esta fue la pelea que se produjo a continuación. Aunque ambos son superdepredadores, los licaones suelen cazar mientras que las hienas son más bien carroñeras. Las hienas son muy versátiles, ya que cazan y roban presas. Las hienas son principalmente nocturnas y tienen la ventaja de cazar en la oscuridad. Los licaones y las hienas coexisten bien si hay suficiente comida que compartir, pero la reducción de las presas puede obligarlos a salir de sus parques protegidos.

Los fósiles pertenecen a animales del género extinto Chasmaporthetes, que vivieron entre hace 800.000 y 1,4 millones de años. Durante esta época, el clima en el Ártico podría haber sido mucho más duro que en la actualidad, con nieve y hielo casi permanentes a lo largo del año.

«Estos nuevos fósiles se suman al área geográfica y biológica que podían tener las hienas», afirma el autor principal, Jack Tseng, paleontólogo de la Universidad de Buffalo en Nueva York. El hallazgo también se suma a las pruebas de que las hienas primitivas lograron llegar desde su hogar evolutivo, en Eurasia, hasta Norteamérica a través del puente de Beringia, cruzando esta franja septentrional a pesar del frío extremo.

«Tenemos pruebas de la presencia de hienas allí arriba y de que al menos pueden ser descubiertas allí. Quizá lo atravesaron y murieron, pero estaban pasando por esa zona», afirma Tseng.

Un depredador desaliñado

Las cuatro especies de hienas vivas en la actualidad se encuentran en África y se han readaptado a la elevación inferior de las sabanas y a entornos relativamente más cálidos y secos. Pero los paleontólogos conocen unas 70 especies de hienas prehistóricas que se distribuyen por todo el hemisferio norte.

«Si solo estudias especies vivas, examinas menos del 10 por ciento de la diversidad de las hienas», afirma Tseng.

Las Chasmaporthetes tenían patas largas frente a las hienas modernas y es probable que fueran corredoras más rápidas y mejores depredadoras por persecución, según Tseng. Además de alimentarse de carroña y quebrar huesos con dientes y mandíbulas fuertes, el animal podría haber cazado animales árticos, como caribúes, caballos y quizá hasta un mamut.

«No decimos que cazaran un mamut adulto, eso sería un logro para cualquier carnívoro», afirma Tseng. «Pero las hienas manchadas tienen la capacidad de derribar crías de elefantes [africanos] o ejemplares juveniles. Creo que es una buena analogía para interpretar cómo habrían cazado las Chasmaporthetes».

El equipo también cree que es posible que estas hienas árticas tuvieran un pelaje denso similar al de los mamuts o los rinocerontes lanudos, y que las hienas hubieran cambiado de color con el paso de las estaciones, algo similar a lo que se observa hoy en día en las liebres árticas y los zorros polares.

«No es descabellado imaginarse que las hienas árticas fueran desaliñadas e incluso tuvieran estos cambios de color, con un pelaje más pálido en invierno, para que se les diera bien cazar en la nieve», afirma Tseng.

La migración de las hienas

Aunque las hienas evolucionaron en Eurasia, la Chasmaporthetes forma parte de un linaje que llegó a Norteamérica hace unos cinco millones de años y que se expandió hasta México. Se cree que estas hienas habrían sobrevivido hasta hace un millón de años, lo que convertiría estos dientes fosilizados en unas de las pruebas fósiles más antiguas de hienas en Norteamérica.

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    “Los carnívoros son partes importantísimas del ecosistema, pero suelen ser raros en el registro fósil, por eso cada hallazgo importa.”

    por ASHLEY REYNOLDS, UNIVERSIDAD DE TORONTO

    Los investigadores habían asumido durante años que las hienas debían de haber pasado a Norteamérica por el puente de Beringia, entre Siberia y Alaska, cuando los niveles del mar eran inferiores, pero estas son las primeras pruebas sólidas de que las hienas eran capaces de sobrevivir lo bastante bien en entornos árticos como para hacer ese viaje.

    «Es divertido y emocionante ver que las hienas habitaron el Ártico y que sí tomaron esta ruta migratoria», afirma Larisa DeSantis, experta en fósiles de carnívoros en la Universidad de Vanderbilt que no participó en la investigación. «Confirma lo que se había creído durante años... que estas hienas habían venido por Beringia y el puente de tierra y que llegaron a regiones más meridionales de Norteamérica».

    «Estamos encontrando carnívoros del Pleistoceno mucho más al norte que nunca», añade Ashley Reynolds, paleontóloga de la Universidad de Toronto que recientemente documentó las primeras pruebas del tigre dientes de sable Smilodon en Canadá.

    «Los carnívoros son partes importantísimas del ecosistema, pero suelen ser raros en el registro fósil, por eso cada hallazgo importa», afirma.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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