¿De dónde vienen los equidnas «criados en cautividad»?

Cuesta mucho criar equidnas en cautividad, por eso los comerciantes venden ejemplares salvajes capturados alegando que proceden de criaderos.

Por Danielle Beurteaux
Publicado 30 sept 2019, 16:26 CEST
Equidna de hocico corto
Cuesta mucho criar en cautividad equidnas de hocico corto, que se distribuyen por Australia y Nueva Guinea. Por eso muchos supuestos criadores están capturando ejemplares salvajes.
Fotografía de Reg Morrison, Minden Pictures

¿Qué es un puggle?

Un puggle es una cría de equidna, un animal con púas que se parece un poco a un puercoespín pequeño y redondo de nariz alargada. La cría sale de un huevo incubado en la bolsa o marsupio de su madre durante unos 10 días. La cría desnuda, ciega y de menos de 2,5 centímetros de largo permanece en la bolsa durante dos meses. Cuando las púas incipientes empiezan a pinchar a la madre, esta la traslada a una madriguera protectora que ha construido. (Se desconoce la procedencia del nombre puggle para las crías de equidna, pero los puggles también son un cruce de perros, una mezcla de pug y beagle.)

Los equidnas de hocico corto se distribuyen por Australia y la isla de Nueva Guinea. Son uno de los cinco mamíferos ovíparos del mundo, denominados monotremas: cuatro especies de equidna y el ornitorrinco. Emplean patas cortas y fuertes, garras afiladas, el hocico y la lengua larga para desenterrar y comer termitas y hormigas. Son excavadores tan activos que se los considera ingenieros de la naturaleza, animales que mantienen la salud de los ecosistemas removiendo el suelo. Los equidnas de hocico corto son tan adorables que los zoos los quieren y algunas personas los desean como mascotas. Pero debido a la gran especificidad de su dieta, su conducta excavadora y su esperanza de vida —de casi 60 años—, no son buenas mascotas.

Se desconoce la cantidad de equidnas de hocico corto que existen en estado silvestre. En Australia son una especie protegida, por lo que es ilegal capturarlos o comerciar con ellos. Indonesia, donde el animal carece de protección, establece una cuota anual de cría en instalaciones comerciales y posee un sistema de permisos para su comercio.

Según Arthur Ferguson, el supervisor de fauna australiana del zoo de Perth, en Australia Occidental, en cautividad «han sido una especie muy difícil de criar y la cría en zoos es bastante esporádica». (El zoo de Perth es una de las pocas instalaciones con programas de cría de equidnas de hocico corto que tienen éxito.) Species360, una organización de conservación sin ánimo de lucro con sede en Minesota, indica que las poblaciones en zoológicos en los 96 países que supervisa albergan 180 equidnas de hocico corto. Entre 1902 y 2013, los zoos estadounidenses, que albergan un total de 119 ejemplares, criaron solo 19 puggles. En la actualidad, los zoos estadounidenses albergan 28 equidnas de hocico corto en 11 zoos y, según la Asociación de Zoos y Acuarios del país, el último nacimiento se produjo en 2008.

Desde 2014, cinco instituciones acreditadas de Australia han criado 39 crías de equidna. El último nacimiento en un zoo estadounidense acreditado se produjo en 2008. En un solo año, Indonesia vendió 40 equidnas de hocico corto como ejemplares criados en cautividad en el mercado de mascotas exóticas, según la organización que supervisa el comercio transfronterizo de especies silvestres.
Fotografía de D. Parer y E. Parer-Cook, Minden Pictures

Según Traffic, la organización sin ánimo de lucro que supervisa el comercio transfronterizo de especies silvestres, en 2012 los comerciantes de Indonesia vendieron en el mercado de mascotas exóticas hasta 40 equidnas de hocico corto criados supuestamente en cautividad.

Chris Shepherd, cofundador de la Monitor Conservation Society —una organización con sede en la Columbia Británica, Canadá, que se centra en el comercio ilícito de especies raras— duda que los centros indonesios hayan sido capaces de criar 40 equidnas de hocico corto en 2012. Igualmente, un estudio reciente cuestiona si las instalaciones de Indonesia podrían haber criado hasta 50 en 2016, como alegan.

Según Shepherd, los comerciantes «los están capturando claramente en la naturaleza». Hacer pasar a los animales cazados por ejemplares criados en cautividad —es decir, blanquearlos— forma parte de la compleja cadena de suministro del comercio ilegal de animales. Explica que lo que ocurre normalmente es que un equidna silvestre es capturado y contrabandeado hasta un comerciante que solicita un permiso que declare que ha sido criado en cautividad. A continuación, el animal, junto a la documentación, entra en el mercado internacional de especies silvestres.

El reto de la cría en cautividad

Según explica Alexandra Summerell, candidata a doctora en el Museo Australiano y la Universidad de Tecnología, en Sídney, el proceso de apareamiento de los equidnas de hocico corto silvestres puede consistir en una hilera de hasta 10 machos siguiendo a una hembra. «Esto puede durar semanas hasta que está lista para aparearse».

Recientemente, Ferguson y otros investigadores del zoo de Perth averiguaron las condiciones que necesitan los equidnas de hocico corto para reproducirse en cautividad. Observaron minuciosamente la conducta de los animales en el periodo anterior a la época de apareamiento y, cuando se apareaban, retiraban a los machos del recinto de la hembra. También construyeron pequeñas madrigueras de cría con lámparas térmicas para que la hembra se aislara durante la incubación. Según Ferguson, «es muy importante proporcionar a la hembra un lugar para depositar al puggle y gestionar minuciosamente dicha madriguera para fomentar que la cría salga adelante».

Aunque hayan descifrado el código del equidna, el zoo de Perth solo consiguió criar 12 crías de equidna entre 2007 y 2016, y dos murieron. Desde 2014, cinco instituciones de Australia (entre ellas el zoo de Perth) acreditadas por la Asociación de Zoos y Acuarios, una organización para zoos y acuarios de Australasia, solo han producido 39 crías de equidna.

Un estudio llevado a cabo por investigadores de Monitor y Traffic indicaba que Indonesia había documentado 33 equidnas de hocico corto en centros de cría registrados en 2016, entre ellos 15 adultos maduros y 18 equidnas nacidos durante la anterior temporada de cría. La cuota de cría (y exportación) de Indonesia para equidnas de hocico corto en 2016 era de 50 ejemplares. Según el coautor Jordi Janssen, si todos fueran hembras, quince animales adultos producirían solo siete crías. Como los equidnas de hocico corto no alcanzan la madurez sexual hasta los tres años, los 18 animales criados en 2015 no podrían añadir ninguna cría más a las cifras de 2016. Janssen explica que contar animales de temporadas de apareamiento anteriores es una forma de inflar las cifras y crear una laguna que posibilita hacer pasar a los equidnas silvestres por equidnas criados en cautividad.

«Las cifras que publican los centros de cría [de Indonesia] son una locura», declaró Summerell, que no participó en el estudio. «No hay forma de criar tantos en ese periodo cuando los investigadores australianos los han estudiado tanto y ni siquiera ellos obtienen estas cifras».

Shepherd afirma que él y otros expertos han visitado almacenes a las afueras de la capital de Indonesia, Yakarta, donde supuestamente se crían equidnas de hocico corto. Cuenta que los edificios están llenos de estanterías con cientos de cajas de plástico o pequeñas jaulas que contienen varios animales, tanto reptiles como mamíferos. A su juicio, es imposible que estos lugares fueran centros de cría, ya que carecían de la infraestructura necesaria, como un espacio suficiente y recintos adecuados a largo plazo. Más bien poseían las características de las estaciones de paso para el tráfico de animales salvajes a mercados de mascotas extranjeros.

«Las instalaciones no son adecuadas para la cría de equidnas y los equidnas, como especie, no son adecuados para la cría en cautividad», afirma Shepherd.

Según los registros de los años 2009 a 2017 del Servicio de Pesca y Vida Silvestre estadounidense, S&S Exotic Animals —una empresa de Houston, Texas— adquirieron 16 equidnas de hocico corto de Indonesia entre 2011 y 2013. En 2013, S&S Exotics, en cuya cuenta de Twitter aparece una foto de un equidna de hocico corto, importó seis del exportador indonesio PT Alam Nussantara Jayatama, por un valor total declarado de 15 000 dólares. Son la mitad de los equidnas criados por el zoo de Perth en un periodo de 11 años.

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    Los investigadores trabajan para desarrollar dispositivos que ayuden a los agentes a determinar si los animales registrados como criados en cautividad han sido capturados y están siendo comerciados ilegalmente.
    Fotografía de Kevin Schafer, Minden Pictures/Nat Geo Image Collection

    El director de PT Alam Nussantara Jayatama es Danny Gunalen, autor esporádico y dueño del zoo Faunaland en Yakarta. De los 16 animales vendidos a S&S Exotics, 11 figuran en los documentos de Servicio de Pesca y Vida Silvestre estadounidense como «source F», la denominación de los animales nacidos en cautividad que no cumplen la definición más estricta de cría en cautividad de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre, que regula el comercio transfronterizo de especies silvestres. (No hemos conseguido contactar con Gunalen para obtener información sobre su programa de cría. S&S Exotic Animals tampoco ha respondido a las diversas peticiones de declaraciones sobre los equidnas de hocico corto que obtuvieron de PT Alam Nussantara Jayatama.)

    El Departamento de Recursos Naturales y Conservación del Ecosistema de Indonesia del Ministerio de Medio Ambiente y Silvicultura es responsable de administrar las cuotas de equidnas y emitir los permisos comerciales. Tampoco hemos obtenido respuesta de Wiratno, el director general del departamento, a nuestras preguntas sobre la cuota de equidnas de 2019 ni la información sobre la cantidad de animales criados en cautividad y vendidos. Las preguntas dirigidas a Indra Exploitasia, director de Conservación de Biodiversidad, otro departamento del Ministerio del Medio Ambiente y Silvicultura que supervisa la cría en cautividad, tampoco han recibido respuesta.  Tampoco hemos podido determinar cuántos equidnas de hocico corto se crían —si es que se cría alguno— y se comercian desde Papúa Nueva Guinea.

    El contrabando de equidnas

    En los puertos de entrada, cuesta determinar si un equidna de hocico corto es silvestre —y, por consiguiente, ilegal—, como indica este Informe Mundial sobre los Delitos contra la Vida Silvestre de la ONU, y es menos probable que haya controles en los países de origen que en los puntos de entrada en los países importadores. Las autoridades hacen pruebas para detectar parásitos, que son diferentes en animales salvajes y cautivos, pero es un indicador imperfecto porque los animales, si están juntos, pueden compartir los mismos parásitos.

    «Sobre el terreno, las autoridades carecen de herramientas para determinar si un animal es silvestre y ha sido capturado o si se ha criado legalmente», afirma Kate Brandis, investigadora del Centro de Ciencias del Ecosistema de la Universidad de Nueva Gales del Sur, en Sídney. Para intentar resolver ese inconveniente, Brandis afirma que se necesita una herramienta para «su uso sobre el terreno que no sea destructiva y que dé una respuesta rápida».

    Ella y sus colegas están trabajando en dicha solución. Han desarrollado una prueba con púas de equidna, que están hechas de queratina, el material que compone nuestras uñas. (Con el tiempo, las púas se caen de forma natural o pueden soltarse, por lo que pueden extraerse de forma indolora.) La dieta de un equidna, identificable en la queratina, puede indicar su procedencia con gran fiabilidad. Empleando fluorescencia de rayos X de alta resolución, los investigadores escanearon las púas y clasificaron los resultados en indicadores de ejemplares criados en cautividad y de animales salvajes capturados. Ahora necesitan financiación para producir un prototipo manual para que los agentes de la ley lo prueben.

    Por su parte, Alexandra Summerell ha desarrollado una prueba de laboratorio que emplea el ADN mitocondrial obtenido de la raíz de las púas de los equidna de hocico corto para determinar el origen de un animal, ya sea Nueva Guinea o Australia. Ha validado el análisis para garantizar que es coherente, por lo que es aceptable como prueba en casos judiciales.

    «Si un zoo quiere saber si [un equidna] es legítimo o no, pueden enviarme una púa y yo la introduzco en mis datos y compruebo en qué categoría encaja. Si está entre los de Nueva Guinea, quizá tengamos que estudiar la procedencia de ese animal». Eso se debe a que hay muchas probabilidades de que un equidna de hocico corto procedente de Nueva Guinea haya sido traficado, mientras que un equidna australiano podría haberse intercambiado entre instituciones o haber resultado herido en la naturaleza y haber sido enviado a un centro de rehabilitación.

    Summerell afirma que los resultados de su investigación sugieren que la prueba también podrá indicar la región particular de la que procede un equidna.

    El siguiente paso consistirá en utilizar los hallazgos sobre el pedigrí de los equidnas de hocico corto para evaluar las relaciones entre los ejemplares y determinar si los equidnas proceden del mismo criador. Summerell quiere ampliar la prueba para determinar la procedencia de los zaglosos occidentales (Zaglossus bruijni), en peligro crítico de extinción, de cuya especie se encontró un ejemplar en una incautación reciente de animales en las Filipinas.

    Una vigilancia laxa

    Sin embargo, ninguna prueba por fiable ni fácil de aplicar que sea será eficaz sin una aplicación rigurosa de la ley.

    Según Chris Shepherd, si las normas de permisos y la supervisión por parte de los países exportadores son laxas, el comercio de equidnas de hocico corto salvajes blanqueados continuará. Los países importadores deben ser más rigurosos a la hora de aplicar la normativa y los controles. Los exportadores de especies silvestres conocen las leyes, pero suelen aprovecharse de la indulgencia de los países importadores y de la corrupción presente en la cadena de suministro.

    Cuando las especies exóticas declaradas cautivas de forma fraudulenta entran en un país, las autoridades del país importador tienen la responsabilidad de demostrar lo contrario y eso, según Shepherd, es prácticamente imposible. Existe una falta de financiación, formación, personal y herramientas como el dispositivo que está desarrollando Brandis. Estados Unidos, por ejemplo, solo cuenta con 122 inspectores de especies silvestres en sus puertos de entrada, insuficientes para examinar todas las importaciones, según un informe de la organización de conservación Defenders of Wildlife.

    «Los países importadores deberían empezar a mostrarse implacables», afirma Shephard. «Si no se puede demostrar que estos animales proceden de una operación legítima de cría en cautividad que esté criando de forma legítima segundas generaciones de animales individuales, no permitiremos su importación. Sería una decisión irresponsable».

    Además, según Shepherd, los importadores y los compradores de equidnas de hocico corto deberían informarse sobre el blanqueo de especies silvestres y el abastecimiento ilegal antes de adquirirlos. Los equidnas de hocico corto no se encuentran en peligro de extinción, pero capturar animales silvestres podría llevar a esa situación. «¿Dónde vamos a poner el límite? ¿Podemos tener cualquier cosa de mascota, independientemente de si se está extinguiendo o no, siempre y cuando tengamos un permiso, y así no pasa nada?».

    Así es como un animal pasa a estar en peligro crítico de extinción.

    Danielle Beurteaux es una periodista que trabaja en Montreal. Síguela en Twitter.
    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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