Declaran extinto al pez espátula del Yangtsé, uno de los peces más grandes del mundo

Este pez, autóctono del río chino Yangtsé, alcanzaba siete metros de largo, pero no se ha observado ningún ejemplar desde 2003.

Por Douglas Main
Publicado 9 ene 2020, 12:14 CET
Pez espátula del Yangtsé
El último pez espátula del Yangtsé (Psephurus gladius) se observó con vida en 2003. Ahora lo han declarado extinto. Por su rareza y su desaparición prematura, hay muy pocas fotos de este pez.
Fotografía de Qiwei Wei

El pez espátula del Yangtsé y sus parientes cercanos han existido durante al menos 200 millones de años. La especie, que puede alcanzar siete metros de largo, sobrevivió a cambios y convulsiones inimaginables, como la extinción en masa que exterminó a los dinosaurios y a los reptiles marinos junto a los que nadaba, como los plesiosaurios. Fue en esta época cuando evolucionaron las angiospermas y poblaron las orillas de su hogar ancestral, el río Yangtsé, en la actual China.

Mucho más adelante apareció el bambú y mucho después, los pandas gigantes. En los últimos miles de años, un parpadeo en tiempo evolutivo, la tierra se llenó de personas y China se convirtió en el país más poblado del planeta. En las aguas turbias del Yangtsé, el pez espátula vivió como lo había hecho durante eones, empleando su hocico afilado para detectar la actividad eléctrica de sus presas, como crustáceos y peces.

Pero hay un fenómeno al que esta antigua especie, a la que a veces llaman el «panda del Yangtsé», no fue capaz de sobrevivir: los humanos. Un nuevo estudio publicado en la revista Science of the Total Environment concluye que la especie se ha extinguido, principalmente por la sobrepesca y la construcción de presas.

Es una «pérdida reprensible e irreparable», declaró el líder del estudio Qiwei Wei, de la Academia China de Ciencias de Pesquerías, que lleva décadas buscando al animal.

El pez espátula del Yangtsé (Psephurus gladius) poseía un rostrum largo similar a una espada, una estructura llena de células que detectan la actividad eléctrica de sus presas, como los crustáceos. Abarcaban largas distancias por los vastos confines de la cuenca del Yangtsé e incluso llegaban al mar de la China Oriental.
Fotografía de FLHC1, Alamy

«Es muy triste. Es la pérdida definitiva de un animal único y extraordinario, sin esperanzas de recuperarlo», afirma Zeb Hogan, ictiólogo de la Universidad de Nevada, Reno, y explorador de National Geographic que no participó en el estudio.

Hogan afirma que la extinción del pez espátula debería servir como advertencia para proteger a otras especies de agua dulce. Cuenta que los grandes peces, en los que se especializa, corren mayores peligros: la mayoría de los grandes animales de agua dulce se encuentran en peligro de extinción.

«Se trata del primero de estos grandes peces de agua dulce que desaparece y hay muchos en peligro. Me preocupa que se extingan más, pero espero que podamos revertir su descenso antes de que sea demasiado tarde», explica Hogan.

Una larga despedida

La especie ha descendido de forma gradual a lo largo del último siglo debido a la sobrepesca; en los años 70, se capturaba una media de 25 toneladas de pez espátula al año.

Pero lo que propinó el golpe final, según han concluido los científicos, fueron las presas, sobre todo la presa de Gezhouba, construida en el tallo principal del Yangtsé a poco menos de 1600 kilómetros del mar. Esta presa, construida sin escala para peces ni derivaciones, impidió que los peces espátula llegaran a su único frezadero río arriba, algo que se descubrió a finales de los años 70.

Ivan Jaric, coautor y biólogo del Instituto de Hidrobiología de Chequia en la Universidad de Bohemia del Sur, explica que las poblaciones de esta especie siguieron menguando tras la construcción de la presa en 1981, pero nadie sabía aún lo grave que era la situación. Como suele suceder, puede existir un desfase considerable entre las grandes perturbaciones y sus repercusiones. Los investigadores estiman que los peces ya estaban funcionalmente extintos en 1993, lo que significa que no había suficientes peces para reproducirse.

Con todo, siguieron produciéndose avistamientos y se capturaron varios ejemplares en una serie de intentos fallidos de comenzar la cría en cautividad. En 2002, en Nanjing, se capturó una hembra y se tomaron medidas urgentes para salvarla, pero falleció tras un mes.

En 2003, Wei y sus colegas colocaron una etiqueta de rastreo a un pez espátula del Yangtsé capturado por accidente cerca de Yibin, en la región centro-meridional de China. Lo liberaron para comprobar a dónde iba, pero perdieron la señal de la etiqueta en cuestión de horas. Aquella fue la última vez que se observó un ejemplar vivo de la especie.

Los investigadores sostienen que lo idóneo habría sido empezar las labores de conservación en 1993 o mucho antes de principios del siglo XXI, cuando comenzaron de veras. El estudio estima que los peces se extinguieron entre 2005 y 2010.

Años de búsqueda

El equipo buscó al pez espátula del Yangtsé en cientos de emplazamientos a lo largo del Yangtsé en el marco de un reconocimiento biológico de toda la cuenca fluvial. Emplearon varios tipos de redes, sónar, aparejo de pesca eléctrica y otras técnicas para localizar cualquier miembro de la especie, todo en vano. También supervisaron las lonjas del país.

A continuación, los investigadores emplearon un modelo matemático para determinar las probabilidades de que la especie estuviera extinta, basándose en el tamaño previo de la población y en los intervalos entre avistamientos.

Jaric explica que existe la posibilidad de que queden peces espátula, pero es muy improbable.

«La ausencia de observaciones en los estudios y durante los últimos 16 años en los ríos en regiones muy urbanizadas con un nivel considerable de uso del agua hace que sean improbables nuevas observaciones», afirma.

El pez espátula del Yangtsé era una de las dos especies de pez espátula que existían; su único pariente vivo es el pez espátula americano o del Misisipi, una especie vulnerable que habita la cuenca del río Misisipi en Estados Unidos. Ambos están emparentados con la familia de los esturiones (Acipenseridae), en la que el 85 por ciento de las especies están en peligro de extinción, lo que los convierte en el grupo de animales que más peligro corre, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.

Hogan indica que los grandes peces no solo desempeñan papeles fundamentales en sus ecosistemas, sino que también son centinelas de la calidad medioambiental, ya que los animales solo pueden sobrevivir en ríos sanos.

Otros gigantes en riesgo son el bagre gigante del Mekong y la raya gigante chaophraya, ambos considerados en peligro crítico de extinción y amenazados por las presas propuestas.

¿Qué pasará ahora?

Una de las lecciones aprendidas de la pérdida del pez espátula es la importancia de proteger lo que queda en el Yangtsé y más allá.

«Debemos actuar con urgencia para salvar a las especies que aún tienen posibilidades», afirma Jaric. Wei indica que, durante el estudio, el equipo halló otras 140 especies que esperaban ver y algunas de ellas merecen mucha más atención para determinar su estado de conservación.

«Debería evaluarse cuanto antes el riesgo de extinción de todas las especies en peligro de extinción del Yangtsé», afirma.

Asimismo, hay que supervisar más actividades como la pesca y la construcción de presas, así como las iniciativas para mitigar los impactos del desarrollo, como las escalas para peces.

«En adelante, debemos equilibrar las necesidades humanas con las necesidades de la fauna acuática. Y eso puede lograrse, no es una tarea imposible», afirma Hogan.

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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